EL VERANO DE MI INFANCIA

EL VERANO DE MI INFANCIA
Pues aquí estoy de vuelta una semana más. Y como he visto que el último artículo os gustó tanto he decidido escribir más a menudo.
Este artículo es apto para todos los públicos (como todos), pero especialmente para mi generación, la de los 2000. Y es que hay cosas que marcan los veranos de cada época, que las hace especiales. Y como ya me he dado cuenta de que me he hecho un poco viejita, ja ja, me puse a pensar qué cosas marcaban mi verano de pequeña (y no tan pequeña). Así que los jovencitos de la EGB probablemente no os sintáis identificados, pero podéis disfrutar como niños y seguro que en algo coincidimos, ya que lo bueno se queda para siempre.
Bueno, bueno, chicos, ¿quién no se ha tirado hasta las tantas esperando a que pusieran en la tele Art Attack? ¿Os acordáis de Vicente Van Coco? ¿Y quién no recuerda los inventos que construían Phineas y Ferb? Bua, yo me acuerdo esos años cuando volvía de la piscina, mientras mi niñera me hacía la comida. Me encantaba ver Wipe Out, la niñera siempre venía corriendo del susto porque no paraba de las carcajadas que me echaba. Esas series han marcado nuestra infancia, pero la mejor de todas sin duda es Cambio de clase. Y resulta que cuando se la recuerdo a mis amigos me hacen malas caras porque no les gustaba, ellos sólo la veían porque después daban Art Attack.

Recuerdo con cariño las tardes que pasaba con mi hermana jugando la Wii. Jugábamos día y noche y al final siempre nos peleábamos porque no siempre podíamos ser el personaje principal, porque le robaba los mejores coches en el Mario Kart, porque sin que se diese cuenta cuando se iba le cambiaba los mandos para elegir yo los mini juegos en el WiiParty, o porque simplemente ya me encargaba yo en el Mario Bross de cogerla y tirarla por algún acantilado. Sí, ya lo sé, soy muy buena hermana.
¿Y quién no ha ido a pasar la tarde con los amigos mientras comíamos unas pizzas? Siempre, siempre, hacíamos concursos de bailes en el que sonaban los hits del verano del momento. Mosa (así voce me mata), Te voy a esperar (de Tadeo Jones) o No importa que llueva. Yo por supuesto en esos concursos nunca participaba porque me daba vergüenza bailar. En esas tardes nunca faltaban los típicos juegos de mesa como el Jenga, que siempre llevabas algún castigo creativo de esos que nos inventábamos, como mezclar un montón de cosas y hacer una bebido repulsiva, o el Uno, que como fueses igual de despistado que yo, te chupabas cartas de todos lados.
Cuando alguna amiga o amigo venía a mi casa teníamos siempre una súper reserva de helados, ya que yo el día de antes ponía la cocina patas arriba de bebidas, mezclas y moldes para hacerlos de todos los sabores. ¿Que no te gustaban los polos de fruta? Sin problemas, ya tenía yo por si acaso de coca cola, chocolate, colacao…Después los que nadie se comía se quedaban en el congelador una semana metidos.

Además de la fiesta de los helados, cuando alguien venía a mi casa no faltaba nunca el momento de sentarnos en el sofá y poner los típicos videos de “si te ríes pierdes”, en el que nos metíamos agua en la boca e intentábamos ver el video sin reírnos. Y no nos vamos a engañar, eran siempre los mismos videos.
Y cómo no olvidar que nada más salir de vacaciones los profesores les decían a nuestros padres que nos comprasen cuadernillos de Rubio. Había de todos los tipos: ortografía, aprende a escribir con Rubio… Pero sin duda los que estaban en todas las casas en verano eran los de mates, ya sea de problemas, sumas, restas y si ya eras mayor, divisiones y multiplicaciones para hacer el verano más ameno. También siempre nos decían que leyésemos para ir preparados para el curso que viene, y yo pensaba ,SI NOS QUEDAN CASI 3 MESES TODAVÍA. Pero había que hacerles caso y yo lo disfrutaba con libros de Gerónimo Stilton, Los cinco o como yo soy muy antigua, pues comics del gordo y del flaco que sigo cogiendo de un cajón de la casa de la playa.
Yo soy una persona que cuando acaba el curso de repente me quedo como que no sé qué hacer con mi vida. Pero me dura poco. Y en esta época había varias opciones. Una de ellas era ir alguna tarde al trabajo de mi padre a imprimir tonterías y otra era romperme los dedos haciendo pulseras con gomitas. Y cómo no olvidar otro método de entretenimiento veraniego, hacer slime. Para los de la generación de la EGB, lo que era el moco verde viscoso. Yo tenía todos los materiales para hacer slime y era gracioso cuando robaba a mi padre la espuma de afeitar para hacerlo más “fluffy”. Porque sí, había slimes de todos los tipos y modelos; transparente, con purpurina, con bolitas blancas… y con todos le ponía la mesa perdida a mi madre.
Y el mejor momento del verano de todo niño era ir a la playa o a la piscina y después de haberse dado un buen baño, ver la carta de helados y escoger su favorito. Siempre va a haber helados que aunque te lo tomes de mayor te van a saber a infancia, como los Fantasmikos que a veces venían con regalo, el Pirulo, el mikolápiz, el colajet… Pero sin duda alguna, mi favorito de ese momento era el que llevaba lacasitos por encima, que había que irle apretando para que fuese saliendo el helado y al final acababas todo pegajoso. Pero éramos felices.

Seguramente nuestra infancia era más parecida a la vuestra de lo que pensaba yo, y aunque para mí fue como antesdeayer la recuerdo con muchísimo cariño. Espero que a todos los de mi edad les haya hecho recordar su infancia y que os hayáis echado algunas risas mientras leíais el artículo. Os veo la semana que viene…Adiósssssss.
Paula Hernández García