DESDE MI QUERIDA CARTAGENA DE ESPAÑA LORENZO VERGARA PAGÁN (LOREN) ¡Y…ME DIRIRGÍ AL CLUB BILLARES!
DESDE MI QUERIDA CARTAGENA DE ESPAÑA
LORENZO VERGARA PAGÁN (LOREN)
¡Y…ME DIRIRGÍ AL CLUB BILLARES!
Ya estoy otra vez al pie del ordenador. Me seduce la idea de seguir dando un paseo por la Cartagena de España, de los años 50-60 y… mostraros como estaba nuestra querida ciudad en aquellos momentos. Además, como he referido en otras ocasiones los sábados por la tarde, (antes de reunirme con mi peña de amigos) me encantaba pasear un ratico por nuestras calles, curioseando, “empapándome” de Cartagenerismo, quería absorber cualquier detalle de las calles, de sus gentes, y… de sus edificios, ¡en una palabra! quería “enamorarme” de mi ciudad, guardar en mi retina y en el armario de mi cerebro todos los recuerdos que pudiera, y…en mi fuero interno, pensaba (inconscientemente) que podría relatarle a mis hijos, y…¿por qué no decirlo? a vosotros, mis queridos lectores, cosas intrascendentes, pero que…en mi mente juvenil han quedado grabadas, y ahora…pugnan por salir.
En mi último artículo de esta sección “DESDE MI QUERIDA CARTAGENA DE ESPAÑA”, os llevé de paseo (acompañándome) desde la Plaza de San Ginés, de nuestra querida Ciudad, ¡perdón!, mejor dicho, desde la puerta del eterno Bar Sol, hasta la Calle de San Miguel. En ese artículo, os fui contando todas las aventuras que me pasaban durante mi niñez-pubertad, cuando…los sábados por la tarde, me atildaba, o sea, me quitaba el “quita” y me ponía el “pon”, (que era casi un lujo en los años 50, otros solo tenían el “pon”) y me paseaba por las calles de nuestra querida ciudad. No pensaba en aquellos momentos que, los recuerdos atesorados, algún día, (al cabo de muchísimos años) saldrían a la luz, adornados por la “fantasía” de una persona enamorada hasta las “trancas” de sus calles, de sus edificios y…de sus gentes.
Bueno…prosigo, al llegar al final de la Calle San Miguel me quedé pensando hacia donde llevaros. Y…decidí volver sobre mis pasos, y dirigirme al principio de la Calle Cuatro Santos, recorrerla, e invitaros a que me acompañéis (como siempre) y…hasta es posible que se escape alguna “lagrimica”, recordando cómo estaba de bulliciosa, poblada de comercios de todas clases, acreditando que… era el paso (casi) obligado para llegar a nuestro “único” y maravilloso puerto, remanso donde todos los Cartageneros de España, acaban mirando el mar, recreando la mirada entre los dos faros, mirando el horizonte, y…pensando entre sí, ¡qué suerte tengo de ser, y…estar en Cartagena España!.
He vuelto a la Plaza de San Ginés, pero…ahora, en vez de echar por Calle de San Francisco me dirijo a la Calle de los Cuatro Santos. ¡Madre mía!, se me “apelotonan” los recuerdos, ¡cuántas veces habré recorrido esa calle! era mi paso obligado para dirigirme al Club Billares de la Calle del Aire. Ese sábado…uno cualquiera de tantos y tantos que me dedicaba a recorrer mi querida ciudad. Empiezo a traspasar el umbral de una de las más emblemáticas calles de nuestra ciudad. Cierro los ojos, y… con ellos cerrados miro simbólicamente al cielo, implorando que me envíe todas las imagines apiladas en mi mente, que… el paso del tiempo ha ido idealizando, y que… pugnan por salir esplendorosas. Ojalá que mi desvelo imaginativo, al transformarse en palabras, estas, os trasladen a otra época, ¿mejor?, ¿peor?, ¡no lo sé! Lo único cierto es que, la ilusión juvenil es preciosa, y…si el cuerpo envejece, roguemos a la providencia que la mente permanezca… ¡JOVEN!.
Ya estoy en la calle de los Cuatro Santos, ya la tengo en mi mente, miro a la derecha y veo la Perfumería de Gomiz, arriba la academia Almi ¡que recuerdos!, tenía mucha fama esa academia, raro era el estudiante que no había “recuperado” asignaturas en ella, en la acera de enfrente la oficina del OCASO, vuelvo a la parte derecha, y rebusco en mi mente, veo la zapatería de Diego Romero hijo de mi querido amigo Diego Romero Roca. La Marisquera Barlovento, el Bar que hacia picoesquina con Calle de Jara, donde casi todas las tardes- noches acudía Don Adolfo Egido, el Marquesito de los Platos, Caballero gentil donde los hubiera, educado, licenciado en farmacia, y provisto de un romanticismo encantador, que usaba para encandilar a sus conquistas femeninas. La Cuchillería de González con su cartel “El Vaciador”. a su lado, la añorada y querida Relojería EL MICALET, su dueño, era el padre de mi amigo Vicente Juan, y tuve el honor de que sus descendientes vinieran hace muy poco a nuestra querida Cartagena de España y me localizaran para darme un abrazo, en recuerdo de una gran amistad. ¿Cómo no se me van a poner los ojos vidriosos recordando estas cosas?. También recuerdo el gran establecimiento sastrería EL CARTAGO, que daba trabajo a numerosas empleadas y empleados, la expendeduría de billetes para RENFE, el hotel Peninsular con su enigmática historia. el callejón del Mico, de recuerdo nostálgico para mi abuela que me trasmitió, y que yo he conservado.
En el Callejón del Mico, estaba la puerta trasera de un establecimiento que había en la Calle del Aire, que fue el Club Gavira (el gran torero Cartagenero Enrique Cano “Gavira”) hermano de mi abuela, mi eterna Mamá Concha, en ese Club, fue expuesto su cuerpo, trasladado desde Madrid tras su cogida y muerte por el toro Saltador el día 3 de Julio de 1927. Fue un acontecimiento histórico el entierro del gran torero benefactor de nuestra ciudad. Al final de la Calle cuatro Santos (por la parte derecha) estaba la carnicería de Marcelino Conesa.
Por la acera izquierda, (saliendo de la Plaza de San Ginés) había una enorme cantidad de establecimientos emblemáticos de nuestra ciudad. Las oficinas del Ocaso, una heladería, el Callejón del Cura, la sastrería de Alcoba, este sastre, directivo de nuestro EFESÉ, le había prometido al gran delantero centro Norberto Amaro (el chato Amaro) que, le regalaría un traje cada vez que metiera tres goles una misma tarde, Amaro, lo tomó en serio, y al menos le hicieron cuatro trajes jejeje. La tienda de modas Noicaroda (este nombre, se debe al pronunciar al revés el nombre de la hija del dueño, que se llamaba Adoración. muy cerca, estaba la tienda (para todo) de Vicente Díaz, el bazar X, la peluquería de Felix Belzunce, donde trabajaba mi peluquero Paco Carrión “el moña”, también estaba el cine de verano “Actualidades” de gran recuerdo para mi, en el, actuaba muchas veces mi tio Santiago Pagán Cano, cantaba como los ángeles, y yo le llevaba la maletica con una chaqueta blanca y un lazo de corbata. Mecachi en dié, otra vez me pongo casi a llorar, ¡ufff como soy! no lo puedo remediar. Después del cine Actualidades, estaba la confitería Cuatro Santos hacia unos pasteles deliciosos, muy cerca la Zapatería Roca, donde trabajaba mi amigo (gran guardameta de Santa Lucía) “El Regino”, muy cerca la peluquería de Joselito,
Como no puede ser de otra forma, os contaré una anécdota que me ocurrió una de las ciento de veces que la crucé, para dirigirme al Club billares de la Calle del Aire, justo al terminar la Calle Cuatro Santos enfrente había una casa con miradores, ¡de pronto! oigo gritos despavoridos, miro hacia arriba y…veo a dos señoras pidiendo auxilio, me gritaban ¡niño sube rápido a nuestra casa! subí para ayudar a los dos señoras, me abrieron y se subieron rápidamente a sendas sillas, me indicaron presas del pánico ¡por favor! ahí debajo de la cómoda hay dos cucarachas ¡mátalas!.¡yo! (como el cid campeador) pedí una escoba, aparté la cómoda y…de sendos escobazos ¡me las cargué!, faltó poco para que me pusieran la corona de laurel. Me dieron dos duros (diez pesetas) en mi vida he ganado un dinero más fácil. Lleno de besos por mi heroicidad me dirigí al Club billares del Sr. Pepe, para dejarme algunas pesetas.
Mil abrazos queridos amigos, y…de aquí a nada, pasearé por otra de nuestras queridas calles de Cartagena, España,
Lorenzo Vergara Pagán (Loren)