ÉRASE UNA VEZ…

La Ventana de Eva

ÉRASE UNA VEZ…

 

Durante finales del siglo XIX había una ciudad en la que su puerto era uno de los de mayor tráfico de España, que conectaba con grandes países como Bélgica, Holanda, Rusia, Francia…

Una ciudad amurallada, que todavía no había sufrido el derribo de sus puertas de entrada. Una ciudad industrial y castrense. La minería estaba en auge, la vida militar creaba sentimientos de arraigo, los burgueses tomaban café en las tardes de tertulias. Pero como en todas las épocas, también estaba la clase obrera, que dicho sea de paso estaba mal pagada. Se juntaban en los cafés cantantes a paliar el cansancio del trabajo en las minas y en ocasiones, cuentan que se producían reyertas que cobraban visibilidad en la prensa de la época.

Los golfillos, icues, o chicos inquietos, algunos me cuentan que abandonados, recorrían las calles de la ciudad, se bañaban en los bloques del puerto e incluso se les acusaba de hurtos y otras artimañas para sobrevivir.

15 de septiembre de 1895. Un barco carguero a vapor, Cabo Roca, procedente de Málaga, hace escala en este importante puerto camino de Barcelona. Un niño de unos 13 años observa unos montes con interés, y con destreza plasma lo que sus pupilas captan con un pincel que parece tener vida propia.

30 de julio de 1896. Un barco, el mismo niño que ha dado el estirón del inicio de la adolescencia observa un lugar especial, uno que nunca pasa desapercibido, porque tiene magia. El niño abre mucho los ojos y su pincelada vuela junto al mar. Esa que quizá, quién sabe, en estos meses ha trabajado para convertirse en un pintor excepcional.

¿Os cuento un secreto? El puerto es el de la ciudad de Cartagena y el niño Pablo Picasso.

Me alucina esta historia.

¿Sabéis lo qué me alucina mucho más? Que justo el día  que había quedado con la persona inquieta, creativa, polifacética, que me ha contado un montón de cosas para que yo pueda crear esta historia, nos quedamos perplejos al escuchar la noticia en televisión de que se acababa de vender el tercer cuadro más caro del artista por 130 millones de euros, LA MUJER DEL RELOJ.

Llamarlo como queráis, casualidad, magia, atracción a que ocurran cosas que nos dejen ojipláticos… Pero Joaquín Alcaraz y yo nos quedamos como ese anuncio de la tele que decía,  alucina, vecina.

Sí, Joaquín Alcaraz  junto con Rogelio, son dos artistas cartageneros con los que llevamos años disfrutando de su ingenio, sus ilustraciones, pinturas, historias. Son dos genios, dos personas maravillosas que conocí gracias a mi padre y que tienen un relato muy especial en La ventana de Eva, publicado hace unos meses.

Joaquín, además, es un profesor jubilado. Y me cuenta que en el año 1987 llevó a sus alumnos del instituto a visitar el Museo Picasso de Barcelona. Tiene que ser una suerte haber tenido un profesor así, de los auténticos, que disfrutan y siembran valores y el gusto por el arte a esos niños que estoy segura de que no lo olvidarán nunca.

Y allí, en la sala dedicada a la infancia y primera juventud del pintor, fue donde mi amigo Joaquín se quedó perplejo. Vio un paisaje reconocible con una cartela que anunciaba Penyal de Cartagena y en el cuadro se leía, Cartagena Septiembre de 1895.

 

 

 

 

Obra de Picasso y lugar de Cartagena que se representa en su pintura

 

Joaquín se quedó impresionado con aquel hallazgo. Imagino cómo se lo transmitió a sus alumnos, no se hablaría de otra cosa en aquel viaje.

Así que se encargó de investigar durante un tiempo y el 2 de octubre de 1987 publicó un artículo en el suplemento ICUE del periódico LA VERDAD. Y he tenido ese periódico en mis manos, con la ilustración de Rogelio, que hace unas caricaturas espectaculares. Sí, tengo una de mi padre y de mis hijas en casa. Privilegios de la vida. A ver si un día se atreve a hacerme una y la pongo de carátula de la sección La ventana de Eva en el periódico. Oye, fíjate que esto no lo había pensado nunca, pero si me ha salido así de golpe… Yo no digo nada Rogelio, si me estás leyendo…

Bromas aparte…, bueno, que no es una broma, ja ja.

A lo que voy, que Rogelio dibuja a Picasso desde el puerto, mirando hacia los Picachos. ¿He dicho Picachos? Sí, los dos montes que tenemos justo mirando desde el puerto donde asomaba tímida la empresa Bazán, hoy Navantia.

¿Y sabéis que Joaquín me cuenta que Picasso es un apellido italiano que deriva de picacho? Eso nunca lo sabría nuestro pintor cuando se fijó en aquellos dos montes, que sugieren rostros lanzando gritos al cielo.

Y aunque la ilustración que acompañaba al artículo de Joaquín muestra al niño en el puerto, él me cuenta que después de las investigaciones realizadas, cree que previsiblemente Picasso los pintara desde el barco. Y que nunca pusiera un pie en esta bonita ciudad.

En aquella época todo se publicaba, y nadie supo contar que un niño andaba pintando por allí, ni se leyó nada al respecto.

Y sí, he dicho los cuadros. Porque el 30 de julio de 1896, de nuevo haciendo escala dirección Barcelona por vacaciones, pintó otro cuadro, esta vez de menor tamaño, 10 por 15 centímetros. Y allí se recreó en pintar los montes que estaban frente a los Picachos, los montes que coronan la ermita del Calvario y el Castillo de San Julián.

 

Obra de Picasso y lugar de Cartagena que se representa en su pintura

Los cuadros se pueden contemplar en la página web del Museo Picasso de Barcelona, poniendo cuadros  de Picasso en Cartagena, museupicassobcn.cat

 

Ambos cuadros, desde el punto de vista plástico, me aclara Joaquín que no llaman la atención, y que quizá el segundo tiene más soltura en la pincelada y colores algo más vivos. Pero sólo el punto anecdótico de encontrar ese primer cuadro en un museo, siendo él un amante de Picasso y compartirlo conmigo…

Pablo Ruíz Picasso nació en Málaga el 25 de octubre de 1881, reinando en aquella época Alfonso XII. Heredó de su padre el interés por la pintura, porque era profesor en Málaga y pintaba bodegones, algunos animalillos y flores. Con diez años su familia se traslada a Coruña, ¡vaya diferencia! Cambió el sol por los días nublados, y lo peor de todo, cuando Pablo tenía 13 años perdió a su hermana Conchita de siete añitos. Pero pese a todo, este niño inquieto no perdió el tiempo y perfeccionó su pintura y le regalaron una visita al Museo del Prado, donde se quedó prendado de los grandes como  Velázquez o Goya.

 

 

¿Sabéis que justo un año antes de que Picasso pintara su primer cuadro de Cartagena se produjo en esta ciudad la mayor exposición de Bellas Artes que jamás ha habido?

La idea fue de Wssel de Guimbarda, y se acompañó de obras de grandes y afamados pintores españoles como el propio Guimbarda, Sorolla y Rosales, y artistas  locales conocidos por todos como Balaca, Portela, Siles…

Y otra gran curiosidad y también un orgullo. En una exposición sobre paisajes de Picasso en su juventud que se celebró en el Museo Picasso de Barcelona en 1994, se incluyeron los dos cuadros pintados en esta ciudad con más de 3000 años de historia.

¡Me gustan tanto estas cosas! A veces la vida es sorprendente, el aprendizaje casual es lo más bonito que nos puede ocurrir. Y por eso me gusta compartirlo con vosotros.

Y llega ese momento, el que a mí siempre me encanta, la chicha, el cotilleo, el rumor, la anécdota.

Y ya en el estudio de Joaquín, al que él le llama de manera simpática, su leonera, entre libros y libros de Picasso y pinturas de mi amigo, comienza a sacarme la sonrisa.

¿Sabíais que cuando el torero Luis Miguel Dominguín se iba a hacer las Américas, Lucía Bosé y Miguelito junto con su hermana mayor se trasladaban a la casa de Pablo Picasso? Pues sí. Y que un día, Miguel Bosé le dijo a Picasso, mi padre ha cortado cuatro orejas a un toro. Picasso le miró y le dijo, ¿cómo va a ser así, si un toro sólo tiene dos orejas? A lo que hábil el hijo del torero le replicó, tú también le pones cuatro ojos a las mujeres y sólo tienen dos.

Y en menos que canta un gallo, Picasso cogió media cuartilla y le dibujó un toro con cuatro orejas a Miguel Bosé. Dibujo que en 2008 salió a subasta y se vendió por un precio superior a 30.000 euros.

 

 

Hubo un momento en el que Picasso llegó a ser en París casi tan popular como la Torre Eiffel. Un día, en un restaurante, al ir a pagar la cuenta, le hizo un dibujo al dueño en un trozo de papel. Pablo, no me lo has firmado, le dijo. Y Picasso contestó, te estoy pagando la cuenta, no te estoy comprando el restaurante.

Y es que telita el pintor con sus amantes, su fama trabajada de machista y egoísta. Mi tocayo Pérez Reverte ha comentado en alguna ocasión la conveniencia de separar al artista de la obra, porque con frecuencia la persona nos decepciona y nos influye en el disfrute de su arte.

Le divertía que mientras estaba pintando el Guernica, dos de sus amantes se peleaban por él.

Por cierto, hablando del Guernica, ¿sabéis qué no fue su cuadro de mayores dimensiones? Fue el Telón del Ballet PARADE. Llevo toda mi vida equivocada.

¡Y menuda ironía! El segundo cuadro pintado en Cartagena medía 10 por 15 centímetros. Y el mayor de toda la obra del artista, este que comentamos, 10 por 16, pero esta vez… ¡metros!

 

 

¿Y sabéis que en su época de esplendor Picasso no firmaba sus cuadros hasta que los vendía? Dicen que si los robaban, no tendrían el valor y no podrían demostrar que eran del pintor. También porque en su época cubista se comentaba que podía ser más fácil copiarlo

Y mirad lo que os digo, yo no sé si era fácil o no copiarle, lo que sí sé es que Joaquín Alcaraz es un artista al que admiro. Una persona que emana generosidad y sencillez. Una de las personas bonitas que se ha cruzado en mi vida.

Y me muestra con ilusión, una pintura con la que disfrutó recreando esta mujer con libro del artista malagueño.

 

 

Y que me ha enseñado otros cuadros inspirados en Picasso donde se nota su admiración y profesionalidad. Como este que os muestro, en el que me cuenta que los espectadores están inspirados en el monumento conmemorativo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los  Derechos Humanos en Bruselas  del artista  de Mula, Cristóbal Gabarrón.

 

 

¡Me he extendido!, no tengo remedio. Pero es que me cuentan tantas cosas que no sabéis lo difícil que es sintetizar.

Sólo deciros que la Cartagena que plasmó Picasso, se convirtió décadas más tarde en una ciudad de edificios modernistas, de calles alegres, de elegancia, de grandes artistas que llegaron para que hoy podamos presumir de la arquitectura de Víctor Beltrí, Francisco de Paula Oliver, Tomás Rico…

Una ciudad donde una vez, un niño sacó su pincel y hoy ha servido para pintar con él la sonrisa de todos los que habéis pasado unos minutos agradables en esta mañana de domingo.

 

 

 

 

Ilustración de Joaquín Alcaraz

 

FELIZ DOMINGO PICASSIANO

EVA GARCÍA AGUILERA