LAS SONRISAS NO TIENEN  EDAD

LAS SONRISAS NO TIENEN  EDAD

 

Hacía mucho tiempo que tenía ganas de ir, demasiado, pero de repente el mundo entero se vio dentro de una situación única que hizo que todos frenásemos de golpe. Pero en la vida todo llega, por eso un sonrisa, esperanza y muchas ganas de vivir hacen que hoy estemos disfrutando de esta mañana de domingo juntos.

Y es que a veces ocurren cosas que despiertan aquella ilusión que tuve que dejar aparcada durante un tiempo. Y esa razón ha sido Josefina Montalbán, una niña ilusionada y esperanzada, de las que viven los momentos con intensidad y no quieren que se queden en el recuerdo, una niña en un cuerpo de 93 años, que vive feliz en el asilo de Las Hermanitas de los Pobres de Cartagena.

 

 

“ 3 de abril 2.020: Hoy ha sido un día muy bonito dentro de lo que estamos viviendo…,es el día de la virgen de la Caridad…nuestra Madre Superiora ha hecho una procesión por las habitaciones para que viéramos a la Virgen y ha sido un momento de felicidad dentro de este horror.”

“26 de abril  2.020: Han dejado a los niños que salgan con precaución. Me gusta verlos en la televisión cómo pueden jugar aunque me da pena verlos solos.”

De puño y letra esta mujer ha escrito un diario, un diario que te hace sonreír y también que los ojos se nos pongan cristalinos por todos los sentimientos que desprende.

¡Tenía que conocerla!, así que ni corta ni perezosa he comenzado a mover hilos, y como a resolutiva me ganan pocos, modestia aparte, después de la misa allí estaba yo preparada para saber, conocer ,y algo nerviosa ante el recibimiento de todas aquellas personas que me esperaban allí esta mañana.

Sólo cruzar la puerta ya impresiona esa gran casa inmensa ante mis pies, robusta, protectora, que el arquitecto Víctor Beltrí diseñó para su construcción en el Barrio de la Concepción en el año 1.926. Un edificio que fue reformado en el año 2.013 para que estas grandes personas vivan en el entorno que se merecen. Un hogar con 65 habitaciones individuales para que todos se sientan en casa y con sólo 9 Hermanas, algunas ya mayores, que junto con el resto del equipo humano que lo forman hacen todo lo posible para que la vida aquí sea bonita.

Me han recibido dos personas generosas y entregadas a su trabajo, Flori y Cristina, la trabajadora social de esta casa, que como un torbellino se mueve de un lado a otro para que todo fluya, que las necesidades se cubran, y que estas longevas personas y sus familias lleven una vida feliz y tranquila. Ella me ha presentado a Josefina y otro grupo que observaba curiosos y ha dicho….”todos tuyos”.

Y de repente hemos formado un corro bullicioso, donde poco a poco los más tímidos se iban acercando y otros bajaban de sus habitaciones.

 

En un entorno así, las cosas sólo pueden ir bien. Jardines interminables, vegetación, palmeras, rosas rojas, blancas y amarillas. Y allí ha sido como Josefina me ha contado que desde que su marido falleció, ella comenzó a escribir. Tiene una libreta pequeña, de esas que “cuentan historias”, repleta de cosas que a ella le hacen sentir. Si ha comenzado a llover, cuando los pájaros cantan…. Y por ello surgió este regalo en tiempos de pandemia, donde ella refleja sus miedos, cómo le recordaba la guerra que vivió de niña, pero sobre todo las pequeñas alegrías y los logros. A mí personalmente me ha emocionado, porque al leerlo, la forma en la que se expresa, nunca hubiera pensado que esta gran mujer que supera los 90 estuviese detrás de esas palabras.

 

 

 

¡El grupo se inquieta!, ja,ja, me da la sensación que han escuchado estos días a Josefina contar esta historia y ellos también quieren hablar.

¡Me encanta observarlos y escucharlos! Da igual la edad que tengamos, que sean un grupo de niños de 6 años o uno de adolescentes, es indiferente si el grupo es de treintañeros o recién jubilados. Siempre, en los grupos tenemos personalidades que se repiten, y aquí no iba a ser menos.

La que habla mucho, el tímido, el ligón y alegre, la que escucha atenta……

Y aquí Basilio ha ocupado el lugar del parlanchín, cizañero en el buen sentido de la palabra y adulador, y nos ha sacado muchas risas a todos. Me he llevado una gran alegría, porque a Basilio ya lo conocía de mis años no muy lejanos en la banca, y ha sido genial encontrarle con la misma vitalidad.

 

Derrochan alegría e ilusión, se encuentran cómodos y en casa, participan voluntariamente en muchas de las actividades cotidianas….

Salvadora acude cada día a la lavandería, hace bufandas para tener la mente activa. Juan es un gran pelador de patatas, cebollas y lo que haga falta en la cocina, además de hacer turnos de una hora en la portería.

Me cuentan que cada día tienen misa, fisioterapeuta, gimnasia…Que sus cabezas funcionan muy bien porque trabajan las matemáticas, juegos de agilidad mental…

Que hay algunas de las mujeres que cosen y hacen verdaderas maravillas. Y doy fe, porque por una esquina me he podido asomar y es impresionante, sobre todo el fin, ayudar a los más necesitados.

Y entre todas estas historias una pareja se acerca a nuestro grupo, necesitaban su tiempo, están recién llegados y yo por eso no les he querido “presionar” cuando me los han presentado  y ellos estaban juntos hablando y disfrutando de las vistas en un banco. Isabel y Ginés son matrimonio, aunque sinceramente no hacía falta que lo dijeran. Es suficiente observar de lejos cómo Ginés la mira, cómo está pendiente de cada detalle, y cómo ella le sonríe de esa forma tranquilizadora de todo va bien, pero con ese halo de sentimientos encontrados totalmente justificados, porque llevan aquí sólo 14 días. Forman una buena pareja, ella tiene una mirada muy dulce, él todavía hoy refleja el alto y apuesto hombre que fue. 14 días son pocos cuando cierras la puerta de tu casa para iniciar una nueva etapa, pero hablamos de la suerte de tenerse el uno al otro y el apoyo y orgullo con el que hablan de sus hijos que los adoran.

 

 

Y es que aquí lo van a pasar genial, porque todo va a ir a mejor y podrán retomar todas aquellas actividades y fiestas que tanto les gustan.

Bueno, hablando de fiestas, están preparando una para la especial y mágica noche de San Juan. Así que están todos ilusionados, porque ya tienen preparado su Juan y esta tarde van a preparar a su Juana. ¡Yo no me quiero quedar sin verlo!

Así que aprovechando que Cristina pasa por allí, Ana y Basilio me ayudan a convencerla para que traiga a “JUAN”. Entre risas me cuenta Ana que le han rellenado bien de periódico el pantalón vaquero hasta que le ha quedado un buen culo respingón. ¡Me encanta su alegría! Porque este Juan viste pero que muy bien.

 

Así que si el 23 de junio escucháis jolgorio, es porque este grupo de amigos y residentes en Las hermanitas de los Pobres están viviendo una de esas “nuevas primeras veces”. Y no les va a faltar detalle, amenizando la noche con la música de Pepe Torres y mucha alegría, será uno de esos bonitos momentos para que Josefina deje escrito en su diario.

 

 

 

Y después de tantas risa con Ana y el muñeco de culo respingón, me cuenta  que  lleva 7 años aquí, en su hogar. Es tremendamente presumida, sólo hay que mirar la combinación de su vestido y su collar. Dice que siempre fue muy bien arreglada, trabajaba en una perfumería y donde hubo siempre queda. Hemos estado un rato hablando, da gusto escucharla. Sale poco porque no se siente segura fuera, pero se está reservando porque tiene una ilusión: ir a la Algameca Chica. ¡Me ha tocado la fibra sensible, y es que ese fue el último deseo de mi abuela!, así que aprovechando que he conocido a su hija ya le he dicho que tienen que llevarla pronto o la llevo yo.

 

Como he dicho antes, aquí cada uno tiene un carácter muy distinto, pero juntos forman el engranaje perfecto. Juana lleva mucho rato callada, dice que no es timidez sino que le gusta mucho escuchar. Tiene unos ojos pequeños pero muy vivos, y unas manos de dedos largos y finos muy bonitas que le pido permiso para fotografiar.

Junto a ella está Maruja, una señora elegante, a la que se acerca Mila, para que la achuche y de mimos Mila es la perrita de la casa, que ha salido a pasear de la mano de Ginés, un hombre alto y robusto que presume de ser más veterano que Basilio.

Y si hay alguien que me ha despertado un algo que no sé que es, esa ha sido Águeda. Es alta, delgada, esbelta y muy tímida. Le acerco una silla y agrandamos el corro. Muy flojito me cuenta que lleva menos de un año aquí, que no ve muy bien y por eso no se atrevía a bajar sin su hermana ¡ Dos hermanas juntas aquí!.

Disculpad mi emoción, pero es que yo tengo dos hijas que llevan años diciendo que van a estar juntas hasta en la residencia. Que cuando caminan por la calle y ven a dos señoras mayores juntas dicen: ¡Mira mamá, mi hermana y yo dentro de mucho!

Águeda y Basilia, hermanas que comparten habitación y que cuidan una de la otra. ¡Me encanta!

 

 

¡Qué mañana más enriquecedora he pasado con ellos! Ojalá  y pronto retomen todas esas excursiones a Lourdes que recuerdan con alegría en los ojos, a conocer nuevos lugares, a comer juntos en un restaurante en una de esas salidas que las Hermanas siempre improvisan….

Que el salón de actos se inunde de música, humor, baile….., que ellos vuelvan a representar sus propias obras de teatro con las que tanto se ríen recordando.

Y hablando del salón de actos, ¡qué grandes recuerdos tengo yo! Aquellas navidades en las que iba a cantar alegres villancicos en inglés con la academia de Juan y Serafín. Llenábamos los coches de dulces navideños envueltos en papeles brillantes. Ahora que me he enterado que esa tradición continúa, la próxima navidad allí estaré, que aunque no canto demasiado bien, interés le pongo.

Ojalá entre todos les podamos volver a llenar de alegría sus días, porque Las Hermanitas de los Pobres de Cartagena tienen sus puertas abiertas para recibir ilusiones y que como una explosión de confeti caigan sobre estas grandes personas.

FELIZ DOMINGO.

 

EVA GARCÍA AGUILERA