PÉREZ DE LEMA, UN RINCÓN PARA EL ARTE Y LA CULTURA
PÉREZ DE LEMA, UN RINCÓN PARA EL ARTE Y LA CULTURA
Es una mañana de julio, calurosa. Salgo de casa en silencio, buscando como siempre las llaves del coche en el ascensor y poniéndome el brillo de labios frente al espejo que, a veces, creo que piensa que estoy un poco loca.
¡Si el ascensor hablara!
Lo llevo todo. La cámara de fotos, mi inseparable libreta donde escribo palabras sueltas que luego me ayudarán a contar una historia bonita y, sobre todo, la ilusión.
Dos grandes amigos, dos grandes artistas, dos personas extraordinarias me están esperando en un lugar mítico de la ciudad. A ver, que el lugar se llama así, El mítico.
Ella es alegre, canta como los ángeles, interpreta como nadie y todavía se está despidiendo de su etapa de docente. “Los maestros son artistas porque la educación es una obra de arte”. Me cuenta que estudiando COU, era la única chica de la clase y además, tocaba la guitarra. Vaya, que Cari, Caridad Gil, es el amor incondicional y para algunos imposible de aquella época dorada en la que componía y soñaba con llegar a mil lugares, personas y disfrutar de la vida como le gusta a ella, rodeada de arte y grandes personas.
Él, un ángel caído del cielo, un profesional infinito al que le gusta la sencillez, un alma creativa, un dramaturgo que la vida nos regala y una persona tan bonita, a la que quiero con locura. José Salguero, director del Aula de Teatro del Desván y tantas y tantas cosas.
¿Y ellos? Ellos fueron una explosión de luz a mediados de los años 70 en esta ciudad de mar, en la que la ausencia de cultura y arte se palpaba en sus calles.
Me dicen, no era decadencia, ni crisis, era ausencia de todo esto que da la vida a las personas, a nuestra bonita ciudad trimilenaria.
Pero sí había jóvenes, adolescentes con ganas de expresarse, de demostrar. Hablan con cariño de una persona, Ángel Berruezo, un amante de la cultura que tenía el don de ver arte donde otros sólo veían una generación de chicos como en cualquier otra época.
Cari cuenta con ilusión aquellos sábados por la mañana en los que Ángel les abría las puertas de su casa para que la poesía, la música, la interpretación, salieran de los corazones de aquellos chicos y chicas creativos, que más tarde se convertirían, muchos de ellos, en artistas.
Pero estos soñadores tenían tanto dentro que necesitaban llevarlo a otros lugares, a compartirlo con un público que se pusiera en pie de la emoción.
Había por la subida de San Diego, un lugar castizo de la ciudad de Cartagena, para los que no seáis de aquí, una academia de enseñanza pequeñita, sencilla, que Manuel Pérez de Lema abrió con la inquietud de impartir formación. Academia que después estuvo en la calle del Carmen, pero que fue cuando abrió sus puertas en la calle Real cuando marcó un antes y un después en el mundo de la enseñanza y en algo más, en un regalo para aquellos adolescentes que tenían tanto que mostrar al mundo.
José Salguero estudió allí administrativo e imagen y sonido, Cari llegaría después a regalarnos su arte.
Con brillo en los ojos y recuerdos vivos me hablan de que aquella academia, en la que la formación profesional en cualquiera de sus ramas ya comenzaba a llenarse de alumnos que luego sería grandes electricistas, sanitarios, administrativos… ¡y tenía un salón de actos!
Y es entonces cuando Cari abre su cajita de recuerdos, Pepe sus fotografías y recortes de periódico, y allí, en ese momento soy capaz de ver a aquellos chicos inmersos en un proyecto que haría feliz a muchas personas.
Se creó la PLATAFORMA JUVENIL DE ARTE Y CULTURA PÉREZ DE LEMA.
¿Imagináis un lugar de enseñanza donde una mañana cualquiera los alumnos acudían al salón de actos a escuchar un recital de música?
¿O un sábado de teatro? Porque me cuentan que estaba abierto al público, en aquel momento donde la cultura no tenía cabida en la ciudad.
Aperturas y cierres de curso eran auténticas fiestas, donde acudía desde el capitán general hasta los más altos cargos de la ciudad.
Festivales infantiles, musicales…
Pérez de Lema se convirtió en un referente cultural en la ciudad, y hoy, mis grandes amigos querían reivindicar que se recordara. Que no se quedara en la academia olvidada.
Porque, ¡no os imagináis el tesoro de carpeta que guardan con todo lo que se escribió en prensa y que tengo hoy yo en mi poder!
Miedo me da perderlo, así que en unos días quiero que vuelva a su ángel custodio.
La alegría e ilusión de estos chicos, unidos por el amor al arte, por el ingenio y las ganas de ser profesionales era infinita.
¿Imagináis hacer efectos especiales, un play back o un cañón de luz en una época en la que no existían medios y adelantos cómo hoy en día?
Preparaban su espectáculo desarrollando su ingenio. Me cuenta Pepe que para simular lo que hoy es una cascada de humo, traían hielo seco, le vertían agua caliente y con una goma soplaban para producir ese efecto. ¡Menudo susto cuando un día al soplar el agua salió hacia mi amigo y quemado y dolorido fue capaz de entrar en directo en una entrevista de radio!
¿O cuándo a un proyector de diapositivas le daba la vuelta a la lente y conseguía emular un cañón de luz?
Las bandas sonoras las hacían con discos de vinilo. Pendientes de que cuando terminara la cara A, el espectáculo cuadrara y dar la vuelta para poner la cara B.
Así que cuando recuerda el montaje preparado para representar JESUCRISTO SUPERSTAR en un final de curso en la discoteca Acapulco en la Plaza de los Carros…
Aquello fue un hito en la ciudad. Arte, cultura, juventud, creatividad, historia, alegría, música…VIDA.
Fue representada en la discoteca Olimpia y en tantos otros lugares de nuestro entorno.
Después llegaría El diluvio que viene, otra obra sin precedente, donde había una protagonista muy especial, una PALOMA a la que enseñaron durante meses a que en el momento exacto fuera a su lugar, una escalera donde le ponían comida… Ingenio, paciencia y devoción había que tener para todo aquel trabajo eterno que llevaba detrás.
Y Cari, ¿sabéis que interpretó a Eva Perón? EVITA, una adaptación al español gracias a la traducción de las canciones por Míster Pérez, el profesor de inglés de la academia.
Cari me hace reír. Y es que si es una todo terreno ahora, imaginad con 16 o 17 años. Se fue a la funeraria de la calle del Carmen y le pidió prestado al dueño una tela que se colocaba encima de los ataúdes. Y ella ahí, profesional, acostada en su viaje al otro mundo, hizo una interpretación excepcional.
Fijaros, que me cuentan que fue la primera adaptación al castellano, y yo tengo recuerdos de aquella época, de haberlo visto representado en un cine antiguo de mi barrio, Santa Lucía.
Era muy pequeña, quizá 10 años, pero tengo imágenes grabadas en mi memoria de aquella obra que no entendí del todo, pero que se quedó en mí para siempre.
¿Estaba yo cerca de estas grandes personas y no fui consciente de que el destino nos uniría décadas después?
Personas que iniciaron un proyecto precioso, como la primera semana de homenaje a la primera y tercera edad, con el único fin, decían en un periódico de la época, que entretener y divertir a nuestros amigos de la tercera edad, que también lo necesitan.
Y sí, lo hacían con las categorías de teatro y baile, clásico y moderno y con colaboraciones especiales.
Un trabajo altruista que les aportó experiencia, público de excepción, sueños hechos realidad. Como el Vía Crucis, un auto sacramental teatralizado en las inmediaciones de la catedral del que no tenemos fotografías, pero seguro que a partir de hoy, las encontraremos gracias a Damián, su autor, o a alguna de las personas que hoy estáis paseando con nosotros por los recuerdos.
Y bueno, qué queréis que os cuente. Que estos adolescentes continuaron sus vidas y hoy disfrutan de lo que siempre les gustó. Y yo, afortunada de estar con ellos, en mi recién iniciado camino en el teatro, pero sobre todo, en un pequeño hueco de su trocito de historia.
FELIZ DOMINGO
EVA GARCÍA AGUILERA