Y COMO DICE LA LEYENDA..

Y COMO DICE LA LEYENDA..

 

Era una de esas mañanas cualquiera de sábado. Bueno, cualquiera, cualquiera no, porque desayuné rodeada de vegetación y subí a un tobogán y un columpio de esos que hacen con una rueda de coche, en un rincón escondido desde donde la ciudad observa. ¡Cuánto tiempo hacía que no subía en uno! A veces con los años nos olvidamos de esas cosas que nos hacían felices, esas cosas que te hacen sentir vivo  y que aparecen cuando menos lo esperas.

 

 

Pero a lo que voy, una mañana de sábado de las que me gustan de verdad, de las que sales con una idea más o menos planificada, pero de repente te tropiezas con algo especial que da un giro de los que  convierte tu día en único.

Rumbo  a  la playa de Bolnuevo, agotando esos días de octubre a los que nos aferramos  para disfrutar de dos cervezas más, con patatas fritas ,mucho limón y pimienta en el chiringuito junto al mar, recordé haber leído que muy cerquita de allí, contaban que había una torre con mucha historia y una leyenda de esas que me encanta escuchar. Así que probé suerte y la tuve, soy una chica afortunada. La encontré a la primera, y sólo llegar a su puerta y mirar hacia arriba, supe que ese desvío en el camino me iba a ofrecer muchas sorpresas, la cerveza podría esperar.

Está junto a la ermita, esa ermita pequeña donde alguna de mis lectoras sé que  dio el sí quiero cerquita del mar. Tanto tiempo allí y pasó desapercibida ante mis ojos. ¡Ay!, menos mal que ahora miro por donde voy, que no quiero que se me escape nada de nada.

 

LA TORRE DE LOS CABALLOS DE BOLNUEVO. ¿Sabéis por qué se llama así? Pues simplemente porque junto a ella, hubo un establo de caballos en la época en la que esta torre  vigía luchaba y luchaba contra los berberiscos que querían adentrarse en nuestra costa. En ese momento el litoral de la Región de Murcia estaba inseguro, sus gentes vivían con miedo a que los llevaran de forma obligada al norte de África y no poder volver si no pagaban un rescate. Y si a ello le sumábamos la humildad de los vecinos, el temor al saqueo constante y su empobrecimiento… Es por ello por lo que podemos encontrar varias torres defensivas por la zona; Torre del Molinete en Mazarrón, la Torre del Faro  y la de Santa Isabel en el Puerto de Mazarrón, y hasta la Torre de Santa Elena en la Azohía.

Me cuentan que fue construida en el siglo XVI, aunque ha sufrido varias reformas y hoy luce bien bonita en este entorno privilegiado.

 

Tiene dos plantas, no es demasiado grande, y lo que más me llama la atención es cuando me señalan cuál era la puerta principal de la torre entonces. Estaba en la segunda planta, lo que a mí me parecía una ventana, y dicen que se subía gracias a una cuerda por la que escalaban. De verdad, gracias, gracias por tener hoy una puerta principal a pie de calle, porque si yo hoy tengo que escalar a la ventana tipo Romeo y Julieta, o Rapunzel, de verdad que lo bonito que vi en la parte alta os hubierais quedado sin saberlo.

 

 

Pero tranquilos, que hay unas escaleras de lo más bonitas que me han llevado hacia lo más alto, ahí donde yo suelo poner esa cara ilusionada y digo “ wow, qué bonito”. Pues sí, ya desde el último peldaño empiezo a disfrutar de ese lugar que emana paz, historia, tranquilidad, silencio…. Me cuentan que en 1.946 la Torre fue reformada,  añadiendo una cornisa de ladrillo y almenas para  coronarla.

 

 

 

 

En uno de sus ángulos, una escultura que parece que roza las nubes, y en otro un campanario. Y cuando subes allí, por un momento tu mirada recorre el paisaje y te sientes como en la torre de un castillo donde pronto aparecerá el príncipe a caballo para llevarte al país de nunca jamás. ¡Vaya, me salió el romanticismo y la ñoñería, ja, ja!

 

 

-Son casi las doce, me dice ese chico amable que me está contando mil anécdotas y al que le pregunto y pregunto mil cosas.

Lo dice porque la campana va a comenzar a sonar, para que bajemos y la escuchemos desde la primera planta, porque parece que si nos quedamos allí podemos terminar con el tímpano perjudicado. ¿Pero quién dijo que la vida no es riesgo? Así que no sólo le convenzo para esperar arriba, sino para abrir esas puertas de madera que cubre el campanario y ver de cerca ese espectáculo de campana alocada dando vueltas ante mis estupefactos ojos muy abiertos ¡ Uff, que experiencia más emocionante, tan de cerca y un poco ensordecedor sí, pero un momento único!

 

 

Y  ahora sí que bajo, y contenta, para prestar atención especial a algunas cosas que a la subida me dejaron con ganas de más, tras una vitrina con pinta de llevar con ella una historia interesante.

El chico sonríe ante mis ganas de saber, y me dice que ha dejado la leyenda más bonita para el final.

 

Porque hace muchos, muchos años, un pirata llamado Morato Arráez, al mando de siete galeotas desembarcó en Calnegre. Yo siempre digo que me dejo llevar por las casualidades,  porque vaya que sí existen. Entre los corsarios se encontraba Mamí, que había sido esclavo en Mazarrón pero que consiguió ser libre gracias al intercambio  con un mazarronero en Argel. Y fue Mamí,  agradecido por el trato recibido en estas tierras, el que persuadió a este temido pirata para abandonar esta villa,  contando que tenían una defensa fuerte y unas gentes que no tenían miedo a nada. Así fue como les espantó, eso, y que cuenta la leyenda que una doncella se les apareció, provocando una huída rápida y repentina, por un gran halo de luz que les deslumbró y que les hizo creer que cientos de personas iban hacia ellos, encontrando los vecinos horas después, objetos de gran valor que dejaron por el miedo y  la lámpara de Nuestra Sra. de la Concepción que lucía y rebosaba de aceite. El rostro de la Virgen brillaba de sudor, y su manto estaba mojado de agua de mar y restos de arena de la playa. Era un 17 de noviembre de 1.585.

Desde 1975, Nuestra Sra. de la Concepción descansa en la ermita de Bolnuevo, pero cada domingo anterior al 17 de noviembre, sale de romería hacia Mazarrón, y vuelve el domingo posterior a esa fecha inolvidable para el pueblo, para festejar ese Milagro que años atrás libró de un gran saqueo a este lugar entrañable. Y en esas fechas, es arropada por ese manto azul que desvió mi mirada a la entrada, y que ensalza su belleza junto a todos el que la observa desde cerca o desde lejos.

Y esto se ha convertido en una auténtica fiesta, porque ¿quién no ha estado nunca en esta romería en la playa, arropados por música y la típica moraga? Yo os digo que sí, que he estado desde pequeña en varias ocasiones, donde recuerdo tanta gente comiendo esas sardinas plateadas junto al mar, música, bailes regionales y mucha alegría.

 

Nunca supe qué celebraban estas personas con esa ilusión en lo más alto, pero hoy me siento contenta de que me lo hayan contado. Son leyendas, sí, pero es cierto aquello de  que “cuando el río suena, agua lleva “….

Una historia de piratas, un lugar especial, un campanario con las mejores vistas y un día en familia donde como siempre, todos nos vamos siendo un poquito más sabios.

Y por supuesto, esa cerveza en el chiringuito que supo diferente después de todo lo vivido.

 

 

 

FELIZ DOMINGO

EVA GARCÍA AGUILERA.