Montanaro: EL VIAJE DE JUAN MANUEL. EL VIAJE DEL HÉROE

Andrés Hernández

EL VIAJE DE JUAN MANUEL. EL VIAJE DEL HÉROE

El viaje del héroe es una aventura que en algunos casos dura toda una vida y es heroico, hoy como ayer desarrollarlo aportando, sumando y produciendo, no pasar de largo, sino dejando profunda huella. Esta obra de Campbell la adopto y adapto para rendir homenaje, humilde homenaje a personas que se lo merecen y me niego a que no quede el reconocimiento por escrito plasmado a fuego. Es un viaje que hacemos cada uno de nosotros, pasando por no pocas dificultades para conseguir un objetivo, complicado, pero exitoso. Hoy me quedo en el viaje intenso y a la vez tenue y sereno de un personaje por excelencia y con mayúsculas afincado por imperativo marital en la guerrera, noble, leal e histórica ciudad Cartagena, en el corazón de la misma pero con raíces más allá del puente de Quitapellejos, adentrado en el barrio de la Concepción y casi al pie de su imponente iglesia, un héroe de la casi extinta generación que nos enseñó, y hoy nos sigue enseñando a ser honrados y trabajadores, emprendedores pero sobre todo, honestos y honrados, leales y comprometidos. Hoy hablo de un personaje que huele a sal y a máquina, un navegante que forjó su alma entre el cielo y el mar, Juan Manuel Pintos Amengual.

Hay distintas teorías para idealizar o simplemente establecer parámetros a la hora de describir a un héroe, un héroe de la ciudad, del trabajo, de la empresa y de la humildad, del sacrificio y del esfuerzo, pico y pala, tesón y energía, un personaje “tractor” de proyectos, programas y hechos y, anónimo para la inmensa mayoría, para bien, un ejemplo diario de tesón y engalanando la esperanza día a día, pero entre esas cualidades nada normales destaco a una de ellas, y es la propuesta por Joseph Campbell en su libro que describe un camino de desarrollo personal llamado “El viaje del héroe”, el que vivimos cada uno de nosotros en diferentes momentos de nuestras vidas. Quizás todos somos héroes o tenemos algo de heroicidad, pero no me quedo en mí, si bien es cierto que lo del viaje es parte del ADN, lo de héroe es un eufemismo y por eso me nutro de la verdadera heroicidad diaria junto a una luz de alcance y las de navegación de las que, día a día, aprendo, aprendemos y nos contagiamos de energía y esperanza, de no poca historia y sobre todo de nobleza.

La elección de un camino dependería en la obra de la resonancia activa de la persona, de su coraje y su valentía ante los desafíos que asume y aquí me establezco, aquí sí que me quedo, hablaba recientemente en una reunión de trabajo con notables de la empresa cartagenera sobre el inicio tozudo de una carrera sin límites y con un recorrido brillante,  Pintos Amengual, el héroe hoy, y, como de fortuna, tras un impecable por implacable periplo profesional empezó a gestar un desarrollo empresarial basado en lo personal demostrando la valía y no por casualidad de este héroe nacido en Sóller, afincado en Vigo y afincado en Cartagena. En este sentido, de manera consciente o no, todos nos podemos ver reflejados en un mismo modelo básico de historia y desarrollo y aquí cito a Joseph Campbell, un escritor y profesor norteamericano, especializado en el estudio de la mitología y la religión, que descubrió la repetición de un patrón básico de experiencias estudiando muchos relatos procedentes de todo el mundo en los que, se hace referencia a un dios, una divinidad, un salvador o héroe. Campbell describe las etapas que atraviesa un personaje o héroe y que pueden encontrarse en occidente y oriente por igual. “Tu vida es el fruto de lo que haces. No tienes a nadie que culpar más que a ti mismo”. -Joseph Campbell-. Y la vida de nuestro protagonista ha sido realmente el fruto permanente de sus hechos, el éxito, si bien el éxito no te da la felicidad, si es cierto que la felicidad te da el éxito (Albert Schweitzer) y nuestro héroe ha sido colmado de felicidad...

Aquí comienza el viaje del héroe, de Juan Manuel Pintos…, en una estructura humana que destaca por su flexibilidad, capaz de mutar sin sacrificar su magia. Hoy está de moda todo lo que es circular, la circularidad del viaje del héroe, en su caso la cuadratura del círculo, la de nuestro héroe hoy imita la regla usual del mundo, la dualidad, la vida y la muerte, el orden y el caos, la conciencia e inconsciencia, la mentira contra la verdad. Curiosamente el tesoro está dónde te da miedo entrar y ahí está el éxito, en la valentía, una característica de Pintos Amengual, la cual le ha traído más de un disgusto, pero el denominador común, su cualidad ha sido acometer proyectos inconcebibles con éxito programado.

El mundo extraordinario y la llamada a la aventura aparecen en la joven profesionalidad del protagonista allá en la distancia, así, dentro de lo cotidiano, algo sucede en él, quizás inconformismo, quizás ansias y necesidad de superación, demostración de valía, o quizás, incluso, la frustración y aquí la hago mía. Para esto, a temprana edad Pintos Amengual rechaza las necesidades estructurales y paradigmas que nos asedian, obligaciones, inseguridad, debilidad y miedo, rechazo determinante para esta aventura con un final no establecido, pero con un camino de tortuosos éxitos en no pocas ocasiones, y ahí empieza su liderazgo en la especialidad de Máquinas Navales como Licenciado en ellas, pronto y ya como Jefe de Máquinas de cinco estachas, tres más dos con fondo verde, defiende su trabajo en innumerables viajes continentales, la vida de un marino mercante no es fácil pero el apoyo de su esposa Aurora, filántropa y generosa dónde las haya a la par que valiente fue determinante para cumplir objetivos y sueños, pero sobre todo para mantener a la descendencia en perfecto estado de revista ética, educativa y afables, cualidades no fácil de lograr y en este caso superado con sobresaliente en cualquiera de las tres almas.

En su camino le debió aparecer como a todos, el maestro, el guía o instructor que le iniciará en el nuevo mundo al que se enfrentaba, en lo sibilino están las herramientas de trabajo e imaginarios amuletos de protección, quizás un profesor, quizás su propio padre esforzado y curtido marino de guerra y profesor en Sóller de Armas Submarinas, y su duro ejemplo de trabajo y sacrificio, su abuelo en las mismas condiciones. Un jefe de fortuna allá en la mar o un compañero que le influye confianza y así, en algún punto de su vida entre la dirección de Fábrica de Motores de E.N. Bazán por oposición y la fábrica alemana de Deutz por méritos como CEO en Vigo, Pintos Amengual estaba preparado para cruzar la frontera del mundo ordinario al mundo extraordinario, y joder si la pasó, cual Hidalgo Caballero luchando en Lepanto y Trafalgar.

Cruzó aquel umbral, aventurándose en un terreno desconocido y peligroso donde no se conocían reglas ni limitaciones, él las impuso, la honestidad, y creó con la ayuda familiar indispensable TECSUMAGA, S.L.U. Empezó a actuar y a comenzar su búsqueda, física, espiritual y emocional en un contexto empresarial más incierto que seguro. Y como la iniciación se ocupa de las diversas aventuras del héroe a lo largo del camino, un joven aprendiz de líder comienza a superar obstáculos, nada es fácil en esta vida, así se presentan distintas tareas, aparentemente imposibles que debe superar y supera. Comete errores y, a través de ellos, descubre sus debilidades, fortalezas y talentos, cual dogma de Calidad de Deming. Nuestro héroe descubre lo inabarcable y poderoso que es el amor y la entrega incondicional y ahí personifica el amor verdadero, algo hoy erradicado del espíritu humano pero presente sin vacilaciones en su vida, con la familia, con los amigos y con la responsabilidad del trabajo bien hecho, nada de medias tintas.

En el camino de Juan Manuel como en el de todos los héroes aparecen las tentaciones, muchas actividades, placeres y recompensas que no lo hacen decaer, si bien, al contrario, quizás por la convicción heredada, quizás por el alma acorazada o simplemente por un halo de humildad que no llega a creerse. Así, este caballero andante de los 7 mares se enfrenta a sí mismo y es iniciado en el arte del éxito, la apoteosis definitiva eleva al héroe a un plano superior.

Y cerrando el círculo llega el logro de la misión, la culminación. Todos los pasos previos sirvieron para preparar al héroe, a Juan Manuel, para este momento en el que consigue ese preciado objetivo trascendental, ser un referente en la ciudad departamental, la región y más allá. Este es el punto culminante de la historia del héroe, donde todo lo que ama lo protege y lo examina una y otra vez, en permanente riesgo que convierte en éxito, sigue siendo amigo de sus amigos, de aquellos y de estos, sigue siendo el estandarte familiar,  el espejo de los más humildes y anónimos y de los más bragados por la sociedad, sigue siendo ese personaje que no duda en establecer puentes de unión y entendimiento viviendo en un permanente retorno que trata de la vuelta del héroe con los conocimientos y las competencias adquiridas durante este, nada corto viaje.

Hablo de su regreso permanente a la realidad, y de la natural negativa a ello, después de haber encontrado la felicidad y la iluminación en el otro mundo de éxito y protagonismo, se duda, se reniega o rehúsa a volver al mundo ordinario, a otorgar el don adquirido a sus semejantes, pero no, consuma su regreso y Juan Manuel se despoja de los nocivos ornamentos de la condición humana huyendo en un vuelo mágico y casi permanente de dioses y de peligros, analogía con el desarrollo de la obra de Campbell, de este particular viaje del héroe.

No en pocos momentos nuestro protagonista ha necesitado rescate externo, así como había necesitado guías y apoyos para comenzar su aventura, es humano, ha necesitado amigos para iniciar el retorno por los golpes de la vida, herido, débil o desilusionado en más de una ocasión, las más y desconocidas, como si no existieran, en su íntima introspección. Encontrando, eso sí, el punto de unión entre esa sabiduría innata incorporándose a su quehacer diario y compartiéndola con el resto de la humanidad cercana de forma natural, haciendo escuela y educando en el éxito. Así se convierte en el Maestro de dos mundos, logra un equilibrio entre lo material y lo espiritual, de fondo lo profesional y no menos importante. Un logro alcanzado por Juan Manuel Pintos Amengual, conseguir sentirse pleno y competente en ambos mundos, el cotidiano y el excepcional, el interior y el exterior, todo ello despertando algunas envidias, lógicas, pero lo más importante, un crisol de afecciones, simpatías y afectos. Así, nuestro sin par protagonista, un tal Juan Manuel Pintos Amengual, acercándome al desarrollo del héroe de Campbell consigue, alejado aún al ocaso, la libertad para vivir en equilibrio y entendimiento, con su poderoso logro, opta con acierto por vivir el momento.

Al regresar al mundo ordinario, Juan Manuel ha crecido como persona y adquirido muchas enseñanzas que lo han catapultado a su actual estatus ya con ajustadas siete décadas en el alma que parecen la mitad. Se ha enfrentado a muchos peligros terribles de la vida, incluido el desorden, el caos y la envidia junto a otros pecados capitales. Hoy descubre el protagonista, por fin, el tesoro de su propia identidad, quizás el éxito, quizás la humildad, quizás la amistad, quizás el amor, quizás la familia, quizás un crisol, una sinfonía del todo. El viaje de nuestro héroe representa tres cosas en este mundo banal, y es ejercicio de pedagogía, el cambio, el éxito y la prueba del viaje actualmente en tránsito. Como dice Campbell, en última instancia, el héroe volverá a donde comenzó, pero el ecosistema claramente nunca volverá a ser el mismo. Escribo porque puedo y quiero, y además sé, perdona mi soberbia mi querido amigo, sentencio y finalizo con Joseph Campbell, “asinque” como decíamos en mi calle, en la de Montanaro. “¿Qué es lo que te hace feliz? Tómalo, no importa lo que diga la gente. Eso es lo que yo llamo seguir el camino del corazón”. No pierdas ese camino y si mi ocaso laboral se ha unido al tuyo, mantenlo firme y longevo, aún me queda mucho que aprender y qué mejor maestro.

Andrés Hernández Martínez