Rincón Literario de Paco Marín: “El Demonio de Laplace“

TÍTULO:     El Demonio de Laplace

AUTOR:     Jon Aramendía Huarte

EDITA:      Ediciones Eunate (2019)

Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 15 x 22 cm. Número de páginas: 248. PVP: 17,90 €. ISBN: 978-84-7768-382-7

Sobre las causas que originan la psicopatía, todavía no están claras, existiendo un factor genético que puede expresarse en éste u otro trastorno, en función del ambiente en donde se desarrolle la persona. Posiblemente falta de cariño durante la infancia, sobre todo.

Igualmente, cabe reseñar que este trastorno de la personalidad puede deberse a determinadas alteraciones cerebrales, sobre todo en lóbulo frontal, ya sea por malformación, enfermedad o lesión cerebral.

El Demonio de Laplace y el problema de la predicción”. Lo que Laplace (1749 – 1826)sugirió a partir de sus conocimientos es que, a través de la ciencia, podemos prever y adivinar la actividad de todos los sistemas de comportamiento que existen. Y en caso de que no, la imprevisibilidad sería solo un error del conocimiento qué como tal, puede ser corregido.

Pasen y lean…

Una joven que aparece asesinada con un dibujo extraño en la piel. Un grupo de rock que intenta encontrar el camino de la fama. Un niño que vio en televisión algo que no debía.

Una investigación liderada por un inspector y una subinspectora condenados a entenderse. Él, cerca de la jubilación y con una visión determinista del ser humano, afronta cada caso como la consecuencia inevitable de una historia personal, casi universal. A ella, mucho más moralista, su implicación en el trabajo le está costando la relación con su hijo.

Tres historias que marchan en paralelo hasta confluir sin aliento en un desenlace que pone en cuestión el libre albedrío.

¿Es este en realidad un espejismo? ¿Te cambiará leer este libro mirar el mundosin fabricar ídolos ni villanos, inocentes o culpables?

Jon Aramendía Huarte (Pamplona, 1969) aunque su formación académica no está relacionada con el mundo de las letras, su afición por la escritura le acompaña desde muy joven. Es estudiando psicología en la UNED cuando queda fascinado por el descubrimiento de los fundamentos biológicos y físicos de la conducta humana, que a partir de ese momento condicionarán de manera evidente sus escritos, personajes y, sobre todo, la idea que trasciende a estos.

Charlamos con Jon Aramendía Huarte… Gracias…

P.- Por favor, presente a Jon Aramendía.

R.- Nací en Pamplona hace cincuenta años. Las condiciones complejas de mi familia directa hicieron recaer mi crianza en mi abuela y mi tía, y fue esta última la que, observando mis malos resultados académicos y mi desorientación vital, me inculcó la lectura. Hijo de la calle en un barrio proletario, tardé unos años en hacer míos sus deseos, pero pasado el tiempo, creo que aquellos primeros tebeos y libros me ayudaron a que fuesen solo flirteos, mis acercamientos al lado oscuro.

Empecé a escribir temprano, aunque sin constancia ni ambición. Todavía encuentro de vez en cuando algunas reflexiones de la adolescencia profundas y sonrojantes. Con el tiempo fui acumulando canciones y diarios de mis viajes de escalada y buceo por los lugaresmás exóticos que me podía permitir.

Así, sin darme cuenta me planté en los treinta y tantos y, con la urgencia de lo que supongo me pareció entonces, cercanía a la vejez, decidí ordenar prioridades. Hice el acceso a la universidad por psicología y comencé a escribir mi primera novela; (Entre líneas) una especie de novela ensayo autobiográfica, en la que, confrontando la evolución de las ciencias y las creencias, intentaba razonar la inexistencia de dios. Para cuando la terminé, no tenía ninguna duda de que era lo que realmente quería hacer. Tras esta escribí (El demonio de Laplace) influido por el determinismo biológico recién descubierto y utilizando un ambiente cercano, ya que también tocaba la guitarra en un grupillo. Tras esta novela llegó (El lector de libros de papel) una mezcla de géneros entre la novela negra y la ciencia ficción. Una distopía en la que cuestiono el bien y el mal, tema que también deriva de forma inevitable de la ausencia de libre albedrío. En estos días estoy corrigiendo mi cuarta novela, un drama real de la guerra civil española, al que añado unas pinceladas de realismo mágico. Tan solo he publicado El demonio de Laplace (Ediciones Eunate) y algunos de los relatos que mando de vez en cuando aquí y allá, el resto están de momento en el cajón esperando su momento.

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace El Demonio de Laplace?

R.- Es durante los años que estudio psicología cuando comienzo a entender los condicionantes genéticos y neurobiológicos de la conducta, y esto me lleva a poner en duda la libre disposición de nuestros actos y pensamientos. Descubro que existe una corriente de pensamiento determinista que, primero de forma intuitiva y después experimental, ha acompañado a la civilización desde tiempos pretéritos. La biología del cerebro, gobernada por impulsos electroquímicos, me lleva a indagar en la física; mecanicismo, Descartes, Newton, Pierre Simón Laplace… al llegar a este último y a su demonio, con el que postulaba de forma teórica el determinismo, además de atraparme por su planteamiento, lo encuentro perfecto para el título de mi novela. Pensé que este demonio me permitía jugar con dos representaciones antagónicas y perfectamente alineadas con mis intenciones. Por una parte, estaría el ser totalmente determinista y ajeno a conceptos morales, que apuntalaría la idea que yo pretendía introducir como trasfondo, y por otra, estaría el monstruo asociado por nuestra cultura con la idea del mal, tan apropiada para un asesino en serie.  

P.- ¿Cuál ha sido su base documental?

R.- En lo referente al determinismo existe una cantidad ingente de publicaciones. Yo he seguido los dos caminos que más evidencias han proporcionado a este respecto; el estudio del cerebro como motor de la conducta, y la física como condicionante absoluto de cualquier proceso.

Respecto al primero, existen muchas vertientes diferentes por las que se ha llegado a conclusiones similares. Desde la neurociencia, los experimentos de Libet primero y Haynes, unos años después, midiendo los tiempos de respuesta ante estímulos, son los que muestran de una forma empírica la acción subconsciente previa a la toma de decisiones. Desde la psicología, Goleman con la constatación documentada del secuestro emocional producida por el hipotálamo en situaciones de estrés, y desde la genética, la visión instrumentalista de Dawkins con su famoso libro el Gen egoísta, son algunos ejemplos.

En lo tocante a física, tras recorrer la historia clásica, que parecía haberlo dejado todo bien atado hasta las ecuaciones de Newton, me veo obligado a intentar entender los efectos cuánticos de la materia. Hago un recorrido de lecturas, por supuesto desde un nivel divulgativo de la física más reciente. Plank, Einstein, pasando por Schrodinger, Feynman, Hawkins y con algunos divulgadores más que, pese a las diferentes interpretaciones de unos efectos que nadie comprende, me reafirman en mis «creencias», si nodeterministas, si negacionistas del libre albedrío.

P.- ¿Conoce o ha conocido a algún psicópata?

R.- No; que yo sepa. Para construir mi personaje tuve que leer bastante acerca de este tema. Hay una gran variedad de características y cualidades que se relacionan con este tipo de conductas, lo cual me vino muy bien para elegir las que más me convenían en mi narración. Parece ser, según dicen algunos estudios, que existe un pequeño porcentaje de la población que comparte un rasgo típico e indispensable de los psicópatas, que es la falta absoluta de empatía, pero no encuentran la satisfacción en el asesinato. Algunos de ellos son políticos, banqueros, empresarios… por lo que, regresando a la pregunta, es posible que todos conozcamos alguno.

P.- Los fundamentos de la conducta humana son 'más' ¿biológicos o físicos?

Unos son indesligables de los otros. La biología no es más que un estrato organizativo superior, o posterior a la física. Mi opinión, tras todo lo leído y consciente de que no soy experto en ninguno de estos campos, es que todo está condicionado desde lo más pequeño. Una conducta o un pensamiento es el producto de conexiones e impulsos, estos a su vez son producidos por neurotransmisores, compuestos de moléculas que a su vez se construyen de átomos y estos de electrones, neutrones y protones y estos por quarks y gluones… si todas estas partículas subatómicas están regidas por reglas inmutables, aunque por el momento no las comprendamos del todo, ¿de qué forma podría incidir el pensamiento consciente en el desarrollo de todo este proceso, si precisamente este, es el final de la cadena?

P.-¿La infancia y "sus obras" marcan el comportamiento adulto de la persona?

R.- Por supuesto, aunque como se ha demostrado en infinidad de experimentos con gemelos homocigóticos, hay una parte educacional y otra genética. No está determinado con exactitud en qué medida, pero por lo que yo he podido leer depende de lo drásticas que sean la afecciones en una o en otra. Hay mutaciones muy condicionantes y profundos traumas, sobre todo en la edad temprana, que afectan a la conducta y pensamiento en la vida de forma crónica. Existe una analogía que, salvando las distancias, representa muy bien este debate, que es el ordenador. Tanto el hardware como el software son condicionantes de su funcionamiento, pero cuál lo es más no es una respuesta que se pueda resumir facilmente.

P.- ¿Libre albedrío o leyes físicas?

R.- Como decía anteriormente, yo he llegado a la conclusión provisional, como no puede ser de otra forma, que las leyes físicas impiden el libre albedrío, pero por no repetirme, añadiré una consecuencia de todo esto, que es la que a mí más me seduce.

Si realmente no existe el libre albedrío, la culpa y el mérito desaparecen de igual manera y eso podría, en mi opinión, generar una hermosa filosofía. En un mundo sin culpa no existe maldad, solo causalidad, lo cual nos permite observar al prójimo y a nosotros mismos con unos ojos más comprensivos y al mundo con un espíritu más analítico y menos crítico. Por otra parte, no habría lugar para méritos ni bondad, lo cual nos despojaría de la idolatría y de la vanidad. Por su puesto soy consciente que esto no puede suceder ya que la versión de la realidad que vivimos es la única posible, pero personalmente me ayuda a entender y a perdonar.  

P.- ¿Existe el crimen perfecto? ¿Cuál es su arma favorita a la hora de matar? 

R.- Desde luego. En nuestro mundo cada día hay infinidad de crímenes que, por uno u otro motivo, jamás se resolverán. Creo que cualquier asesinato que no esté ligado a emociones puede ser perfecto, entendiendo como perfecto, que quien lo perpetra queda libre. Pero desde el punto de vista novelístico es más complicado, ya que hay que construir una trama verosímil al tiempo que atrayente, donde ningún lector quisquilloso encuentre resquicios.

Supongo que, volviendo a la física, si dos fenómenos cualesquiera están ligados de alguna manera, como sería un criminal y su crimen, tan solo es cuestión de tiempo y recursos llegar a encontrar ese nexo. Desde este prisma sería imposible.

Respecto a mi arma favorita, lo cierto es que hasta leer esta pregunta nunca había pensado en ello. Creo que el arma juega un papel importante en la atmósfera que pretende conseguir el autor y que es capaz incluso de hacer saltar una novela de un género a otro. Aunque yo no puedo desvelar cual es la que utiliza en mi novela, sí que creo que, al igual que todo lo demás tiene que guardar concordancia lógica con la personalidad del asesino y sus hábitos. Imagino, esto lo digo desde un humor negro, que uno tiene que sentirse cómodo y seguro con su arma antes de atacar a la víctima.

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?

R.- En cuanto a géneros he procurado no marcarme límites. He de admitir que no he probado con la novela romántica ni erótica, aunque no lo descarto. Intercalo novela actual con clásicos, divulgación científica, algo de filosofía y náutica, que es una de mis pasiones. Compré un viejo velero con mi compañera, lo restauramos y siempre que podemos nos escapamos. Como mis obligaciones no me permiten realizar por el momento las singladuras con las que sueño, disfruto mucho de la lectura de este género.

Respecto a mis autores hay muchos, pero no podría considerar a ninguno como favorito. Cada uno ha tenido su lugar y momento, pero nunca me he centrado en ninguno de forma obsesiva. Quizás escritores como Saramago, Cortázar o García Márquez, son los que tomo como referencia para saber lo lejos que estoy del lugar al que me gustaría llegar.

P.- Como lector, prefiere: ¿Libro electrónico, papel o audio libro?

R.- Sigo prefiriendo el papel, pero cada vez leo más en digital. Ambos tienen sus ventajas e inconvenientes que, como no son excluyentes, es posible elegir el más adecuado para cada momento.

Respecto al audiolibro, no hace mucho que lo he descubierto y he de reconocer que me ha sorprendido muy gratamente. He observado que la fijación del audio en mi memoria, tiene mayor prevalencia que a través de la lectura. Supongo que es un tema de asignación en los recursos atencionales, quizás porque estamos acostumbrados a escuchar mientras realizamos otras tareas, cosa que es difícil hacer mientras leemos. Para una persona desmemoriada como yo, es un plus a la hora de disfrutar de las historias, pero como todo, también tiene sus pegas, ya que resta el control de tiempo que dedicamos a un párrafo determinado o las pausas reflexivas tan necesarias en algunas lecturas.

P.- ¿Qué está leyendo, ahora mismo?

R.- En este momento estoy terminando un libro titulado Guerreros del océano, una crónica detallada de la vuelta al mundo en la regata Volvo OceanRace 2001 desde el interior de uno de los veleros y tengo el primero en mi lista de espera, la última novela de Ignacio Lloret, Una ventana a laoscuridad.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

R.- Creo que no tengo manías a la hora de escribir. Prefiero mi estudio y mis horas, siempre que puedo por la mañana, pero no me es difícil adaptarme a cualquier ambiente y horario. Es cierto que nunca me pongo a escribir novela si no dispongo por lo menos un par de horas libres por delante. En ese caso me dedico a corregir, a escribir relatos, canciones etc.

P.- ¿Cuál es su opinión sobre los festivales de novela negra?

R.- Hasta ahora, mi único referente es Pamplona negra, y me parece muy interesante. Tanto para los aficionados al género negro, como para los autores. Tengo la sensación, y admito que puedo estar errado ya que no soy un gran conocedor, que es difícil para los escritores nuevos y desconocidos hacerse un hueco. Entiendo que los organizadores necesitan nombres atrayentes para que el público asista y compre libros, y que últimamente brotamos como setas en otoño, pero estaría bien que se hiciera un pequeño apartado para nuevos escritores y publicaciones.

P.- Venda su libro, ¿por qué hay que leer El Demonio de Laplace?

R.- Yo diría que El demonio de Laplace es una novela que cumple con las dos expectativas más importantes, a mi modo de ver, que el lector espera en la lectura. Por una parte, es una historia que atrapa y genera emociones, y por otra, trata un tema filosófico de gran calado como es el libre albedrío.  

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?

R.- Lo primero que tengo en mente es hacer todo lo posible por que esta novela no muera en el intento. Paralelamente sigo trabajando en las que duermen en el cajón, con idea de despertarlas poco a poco. También tengo la estructura de la siguiente novela rondándome por las noches y algunas fechas de certámenes de relato clavadas en el corcho de mi escritorio.

A medio y a largo plazo mis planes están definidos y, salvo imprevistos, asegurados; seguir escribiendo.