Rincón Literario de Paco Marín: “El gato tuerto”
TÍTULO: El gato tuerto
AUTOR: Manuel Avilés
EDITA: Alrevés (2022, octubre)
Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 15 x 23 cm. Número de páginas: 240. PVP: 20,00 €. ISBN: 978-84-18584-90-9
“El gato tuerto” no es una novela al uso, no es una historia más, es un auténtico combinado de método judicial, reflexiones profundas sobre el amor/desamor, fidelidad/engaño, amistades… Todo perfectamente engarzado y que, al tiempo que vas leyendo, te cuestionas comportamientos personales pasados -por lo menos a mi me ha ocurrido-.
El egoísmo está presente en todo momento. Lo interesante de esta obra es que cada lector la va a leer, pienso, de manera diferente según sus propias experiencias y estado mental.
Pasen y sin parches, ni en los ojos ni en el alma, lean “El gato tuerto”.
«¿Qué es el amor? ¿Hasta dónde llegan los límites de la lealtad? ¿Y los de la verdad y la mentira? ¿De cuántas maneras distintas puede interpretarse una misma realidad? ¿De qué modo intencionado puede retorcerse un hecho para llegar a convertir a las víctimas en culpables y a los culpables en víctimas? Itziar, la protagonista de esta novela, no lo sabe, hay muchas cuestiones judiciales, demasiados matices que se le escapan de su propia historia, pero lo que debe asumir es que su vida, en apariencia feliz y tranquila, ha dado un vuelco radical a causa de la acusación vertida contra su marido, Alberto. Una acusación que lo llevará a la cárcel y que dejará en el camino a dos víctimas ciertas, sus hijos, y a su familia rota.
Es así como lo que fue una historia de amor que comenzó en La Habana entre música y ron en un local llamado igual que esta novela, terminará convirtiéndose en una trama absorbente que reflexiona en voz alta sobre nuestro sistema judicial y carcelario, los resbaladizos límites de la inocencia y la culpa y la falta de empatía de unos procedimientos que no tienen en cuenta, en muchas ocasiones, la ética, la verdad estricta ni, mucho menos, los sentimientos de quienes se ven atrapados en sus engranajes».
Manuel Avilés (Huétor Tájar, Granada, 1954)está jubilado y se dedica a las motos, la literatura y la familia.
Ejerció como funcionario del Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias, subdirector de gestión del Centro de Fontcalent en Alicante, director del Centro Penitenciario de Nanclares de la Oca en Álava y asesor ejecutivo de la Secretaría de Estado del Ministerio de Justicia e Interior —dedicado a bandas armadas—, entre muchos otros cargos.
Colabora con el programa literario de Onda Cero Alicante desde hace más de veinte años. También ha colaborado con ‘Diario Información’, ‘Diario de Mallorca’ y, actualmente, con el ‘12 digital’ de Alicante y ‘Es diario’.
Ha publicado los ensayos “Criminalidad organizada: los movimientos terroristas”; “El terrorismo integrista. ¿Guerras de religión?”; “Delitos y delincuentes. Cómo son, cómo actúan”, y “El enriquecimiento ilícito”. Asimismo, ha publicado las novelas “El Metralla. Andanzas de un sublevado”; “Ya hemos estado en el infierno”; “El barbero de Godoy”, y “En la cuerda floja”. “Narcotráfico en Mallorca”, entre otros.
Maravillosa charla con Manuel Avilés… sin cortapisas ni parches… Gracias…
P.- Por favor recuerde a los despistados quién es Manuel Avilés.
R.- Un hombre frustrado por haber trabajado cuarenta años en algo en lo que ahora no cree. Dirigí varias cárceles - Nanclares de la Oca, Valencia, palma de Mallorca-, me dediqué varios años al terrorismo etarra, a la Justicia, en definitiva y hoy, soy cada vez más anarcoide y creo cada vez más en las personas concretas y menos en las instituciones. Al cumplir cuarenta años de servicio al Estado pedí la jubilación, porque solo se vive una vez, para dedicarme a las motos y a la literatura, mis dos grandes pasiones además de mi familia y el amor de mi vida.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace "El gato tuerto"?
R.- “El gato tuerto” me llega a los oídos como una historia explosiva y dramática, con todos los componentes de una buena novela negra. Mi época de espía y ‘etarrólogo’ me ha hecho ser preguntón e intentar conocer las últimas causas y los últimos recovecos de cada historia humana. Lancé mis redes como pude y me documenté - creo que exhaustivamente- sobre todo lo que había pasado para que un negro cubano terminará con una cadena al cuello y en el lugar donde acabó. Después de documentarme intenté ponerlo por escrito. Lo que algunos exclamaron fue: ¡No tendrás cojones de escribir esto!
Después de la vida que he llevado solo hay que intentar ponerme a prueba para que yo me ponga manos a la obra y ahí está "El gato tuerto. Un caso judicial".
P.- ¿Ha estado alguna vez en el garito cubano 'El gato tuerto'?
R.- He ido a Cuba dos veces, pero nunca de veraneo. Para veranear me gusta la Playa de San Juan y el Cabo de Palos. Fui a Cuba hace años, siempre acompañado de un general y un coronel cubanos porque preparaba un Congreso de Administración Penitenciaria y aunque me llevaron a algún sitio de La Habana, nunca fui al ‘Gato tuerto’. Cierto.... un garito, restaurante, bar de copas y de ligue donde empieza la historia que cuento en este libro. Tengo el trauma - entre otros- de haber sido imbécil y haberme negado a hacer un cameo con Luis García Berlanga, al que di permiso para rodar "Todos a la cárcel" en la prisión vieja de Valencia. Voy a superar este trauma, saliendo al inicio de la película "El gato tuerto", intentando bailar con una mujer espectacular en ese mismo ‘Gato tuerto’ en el que se inician los amores y las tragedias que cuento.
P.- ¿Por qué esa mezcla de "amor/desamor", "amistad momentánea o para siempre", ilusiones perdidas...?
R.- Todo eso que usted dice son caras de la misma moneda. Amor- desamor. La casa de la pradera no existe salvo para ilusos y bobos. La felicidad completa tampoco. Existen los amores apasionados, vibrantes y corrosivos. Existen los momentos de éxtasis y los cabreos más destrozantes -¿existe esa palabra?- que uno pueda imaginar. Nada es eterno. Casi todo se tuerce. ¿Existen las amistades eternas? Eche usted un vistazo a su alrededor y donde había dos amigos que parecían para siempre hay dos que se ignoran, cuando no que se odian. Ya lo decía Churchill: ¿Por qué me odia ese hombre si jamás le he hecho un favor? Un consejo: no nombres a nadie, si tienes poder, porque nombras a alguien para un cargo y ese tipo te odia de por vida. Ya te digo.
P.- Varios protagonistas pero el peso de la narración lo llevan dos mujeres ¿por qué?
R.- Efectivamente el peso de la narración lo llevan dos mujeres. Me he puesto en sus manos para que nadie me trate de machista que no lo soy. Cuando se trata de un problema, una agresión, un conflicto que afecta a la intimidad más honda de una mujer, solo otra mujer puede hacer determinadas preguntas y determinados comentarios que en un hombres serían prohibitivos. En más de una ocasión a grandes escritoras, amigas mías, Carmen Posadas o Marta Robles, por ejemplo, les he dicho en relación con frases de sus libros: si esto lo escribe un hombre lo crucifican. La libertad corre serio peligro por culpa de tópicos, olas sociológicas y corrientes de opinión imperantes propiciadas por grupos de presión que hacen que muchas gente se corten antes de que los breen a palos. No sé si me estoy explicando o es un batiburrillo ininteligible lo que digo.
Dos mujeres opinan en “El gato tuerto” sobre todo: las relaciones interpersonales, los matrimonios asimétricos, la justicia, el qué dirán, los abogados y sobre todo lo que les afecta por el drama que están viviendo.
P.- ¿Qué opinión le merece la justicia en general, y la española en particular?
R.- Mi opinión sobre la Justicia tiene que ser, por fuerza y cuando menos, de serio escepticismo. Tengo muchos amigos jueces y fiscales y los respeto profundamente. Ahora bien, hemos visto los conflictos y los líos para completar y poner al día a los órganos superiores de la Justicia: Tribunal Constitucional, Supremo y Consejo General. ¿Por qué esos conflictos? Porque la política, o sea los intereses partidistas se han colado en medio y han matado a Montesquieu, tal y como decía Alfonso Guerra hace casi cuarenta años. Cuando la Justicia se mete en política para escalar puestos de mando se vuelve sospechosa. La política lo contamina todo. Ya lo deja claro la Escuela Crítica de Criminología -de inspiración marxista- de la que me considero seguidor desde siempre por las grandes verdades que proclama: El derecho son las normas que dictan los que tienen el poder para seguir conservando sus privilegios. El derecho natural, eso que nos explicaban en las facultades hace cuarenta años, no existe.
P.- ¿Se ejecuta la justicia de forma diferente si el acusado es hombre o mujer...sobre todo si el tema es de carácter sexual?
R.- Absolutamente cierto. El principio de igualdad ante la ley ha muerto lo mismo que Montesquieu. Yo soy un acérrimo defensor de la mujer: la mujer tiene que ser protegida, cuidada, preservada ante cualquier agresión. Yo tengo hija, hermanas, nietas, sobrinas...y el amor de mi vida es una mujer. No me gustan los tíos. ¿Cómo no voy a querer que la mujer sea libre, digna, valorada y segura? Ahora bien, todo esto no puede hacer que se vulnere o quede en precario un principio fundamental del derecho como es la presunción de inocencia. Esto no puede hacer que se invierta la carga de la prueba o que la palabra de una mujer valga más que la de un hombre. El principio de Igualdad es irrenunciable. No puedo destripar el libro porque sería un atentado contra los lectores, pero en este caso el principio de igualdad ha quedado temblando ante hechos, procedimientos y decisiones.
P.- ¿Habrá segunda parte de "El gato tuerto"?
R.- Me lo han preguntado cien veces. Ayer mismo el jefe Superior de Policía de la Región de Murcia me hizo esa misma pregunta. Efectivamente “El gato tuerto” es una historia inacabada y hay personas que aún están embarcadas en ella. Nunca segundas partes fueron buenas, pero en este caso, aunque el final de esta historia lo tengo cada día menos claro, creo que esa segunda parte habrá que escribirla.
P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer "El gato tuerto"?
R.- Vender o no vender no es mi finalidad prioritaria al escribir. Obedezco más a la pulsión de contar historias que me parecen interesantes o ilustrativas de la condición humana. “El gato tuerto” hay que comprarlo y leerlo porque cumple todos los requisitos de la novela negra: hay amor, hay odio, hay gentes aprovechadas, hay envidias, hay pasotismo.... están presentes todas las grandes pasiones que mueven al ser humano o eso creo yo al menos.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Mis planes a medio plazo no existen. Hace unos días me llamaron del banco y me empezaron a dar jabón diciendo que yo era un cliente VIP y no sé cuántas gilipolleces más. ¡Menudo cliente VIP cuyos únicos ingresos fijos proceden de la jubilación! Querían proponerme un plan. Y les dije textualmente: si dice usted que soy un cliente VIP y quiere hacerme un regalo, mándeme un jamón esta tarde y una caja de tercios de la Alhambra, botella verde. Planes de inversión y demás chorradas, no me proponga porque estoy ya en la cola del crematorio. Acabo de venir de un entierro. Pasó la época de Bodas, bautizos y comuniones -salvo de los nietos- y estoy instalado de lleno en la de los entierros, o sea que mis planes son siempre a corto plazo: Quiero mantener al amor de mi vida despierto y entregado. Quiero seguir subiendo en moto, acelerando y rozando el asfalto con las rodillas en las curvas, lo cual quiere decir que me funcionan los mecanismos biológicos esenciales y quiero acabar una novela comprometida ya con Kerrigan, mi agente y editor, en la que ando de aventuras extraordinarias y negras con una médico cardióloga. Algo de verdad hay en esa novela cuyo título te voy a revelar para que no nos lo roben: "357 Magnum. Por ti me juego la salvación".