Rincón Literario de Paco Marín: “La hermosa y dura tierra”

TÍTULO:     La hermosa y dura tierra

AUTOR:      Ignacio Ramos

ILUSTRDOR:     Gloria López Corbalán

EDITA:        Gollarín (2021) -Bigornia-

Encuadernación: Tapa dura. Tamaño: 17,5 x 24,5 cm. Número de páginas: 392. PVP: 25,00 €. ISBN: 978-84-122196-4-7

Cuando comencé a leer “La hermosa y dura tierra”, sin forzar la mente, me vino, a ella, el nombre de Miguel Delibes porque la manera de relatar y retratar de Ignacio Ramos va pareja a las formas de Delibes.

Nos encontramos con un relato del mundo rural escrito con gran amor, a veces con dolor, pero siempre con mucha ternura y compresión.

Describe con gran maestría la vida en el mundo rural durante los años 40 y 50 del pasado siglo. Obra escrita sin rencor ni maniqueísmo, observamos que no cae en el error de juzgar dicha época desde una perspectiva actual.

Junto al relato que hace, en un momento determinado de la obra, nos tropezamos de frente con una auténtica “novela rural negra”; todos los ingredientes de la misma la coronan. Esa trama nos la encontramos en los tres últimos capítulos de la historia. Pero para entender dicha urdimbre hay que leer todo lo anterior. Reitero: lectura absorbente, entretenida y muy curiosa de la que aprendemos lo que era la vida en los pueblos en aquella época.

Despierta Ignacio Ramos con este relato la emoción y la sensibilidad del lector al describir con maestría y técnica un tiempo en que formas más austeras de vivir y ambiciones más marcadas de vencer a la pobreza constituían firmes señas de identidad.

“La hermosa y dura tierra” es la historia de una época anterior a la nuestra; describe un territorio y a sus gentes como en realidad fueron y como en verdad amaron. Mezcla ambición y pasión, envidia y rencor, amor y sentido de protección para crear un relato enorme, vibrante, emocional. Una novela de gran interés y calidad.

Gollarín quiere, con esta edición, rendir un merecido homenaje al autor, Ignacio Ramos, un escritor en su madurez que mucho ha aportado al periodismo y también ha llegado a tiempo de crear buena literatura. Las bellísimas ilustraciones de la pintora Gloria López Corbalán enmarcan el relato, lo adorna con personajes, paisajes y motivos.

Una obra singular para seguir creando arte y literatura, realzar la belleza de las cosas. Para soñar, en definitiva.

Interesantísima charla con Ignacio Ramos.

Ignacio Ramos (Barranda, Caravaca de la Cruz, 1936) estudió Bachillerato en Caravaca de la Cruz y Murcia. Fue redactor en el periódico ‘La Verdad’ (Murcia), bajo la dirección de Venancio Luis Agudo; pasó luego al ‘El Alcázar’ de PESA (Madrid), que dirigía José Luis Cebrián, de donde salió con el equipo fundador de ‘Nuevo Diario’ (Madrid), periódico en el que ejerció de jefe de Reporteros, Redactor jefe, subdirector y director en funciones. Se incorporó luego a ‘ABC’ (Madrid), donde fue Redactor jefe, en las direcciones de José Luís Cebrián y Guillermo Luca de Tena, y subdirector con Luis María Anson. En revistas fue jefe de Información en ‘La Actualidad Española’ y subdirector en ‘Época’, donde trabajó con Jaime Campmany hasta su jubilación. Colaborador fijo de ‘Hermano Lobo’ desde su fundación, ha firmado trabajo en diversas publicaciones.

Charlamos con Ignacio Ramos en el camino entre Madrid y Barranda… Muchas gracias…

P.- Por favor, presente brevemente a Ignacio Ramos.

R.- Ignacio Ramos es un vejete de 85 años, enamorado de su Murcia, amante de la cultura en general, y muy preocupado por la agonía de esta cultura en medios rurales, que ha dedicado sus mejores cincuenta años a trabajar en la Prensa -y a mucha honra- y que ahora dedica el tiempo de su jubilación en lo que más le divierte: escribir relatos que emocionen -o entretengan, por lo menos-, a esas gentes heroicas que aún se atreven a leer.

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace "La hermosa y dura tierra"?

R.- La hermosa y dura tierra nace a primeros de siglo, como consecuencia de una “limpia” del cerro de papeles que se nos almacenan en casa y que nos da pena tirar en caliente. Me encontré un puñado de folios bajo el epígrafe de “Apuntes para un drama rural”, me parecieron interesantes, muy acordes con mi idea de llamar la atención sobre el abandono de este mundo rural, y me puse a la obra.

P.- ¿Cuánto hay de documentación y de experiencia personal? ¿Cuánto tiempo tardó en escribirla?

R.- Yo nací en Barranda, una aldea de Caravaca de la Cruz. Mi padre era trabajador del campo y a esas tareas me dediqué desde muy pequeño, hasta que me puse a estudiar, ya mayorcito. Por tanto, la documentación para este libro ha sido la experiencia. ¿Cuánto tardé en escribirla? Si me atengo a mis viejos apuntes, muchos años; pero darle forma, reescribirla, fue fácil.

P.- ¿Han cambiado mucho los pueblos desde entonces al día de hoy? 

R.- Sí, muchísimo: lo que no estoy seguro es si este cambio ha sido para bien. La mayoría de los pueblos pequeños de aquella época han desaparecido. La famosa “España vaciada” de la que hoy se nos habla comenzó a despoblarse en plena posguerra, a mediados del siglo pasado, cuando los campesinos intentaron buscar un mejor trabajo, una mejor vida, una mejor educación para sus hijos, y no lo encontraban en su pueblo. Este drama es algo que quise reflejar en La hermosa y dura tierra.

P.- ¿Pateó muchos pueblos en su época de periodista?

R.- Sí, bastantes; sobre todo en mi trabajo como reportero. Pero donde más aprendí fue en la realidad vivida en mi tierra.

P.- ¿Recuerda alguna historia que le llamara la atención grandemente, en el desarrollo de su profesión, y pueda contarnos?

R.- Hay muchas historias en cincuenta años de periodismo. Por su cercanía, contaré una del año 1964, en que me enviaron de cronista deportivo, con el Imperial de Murcia, de tercera división, que jugaba ese domingo en Madrigueras (Albacete). Por nuestros escasos medios en La Verdad, viajé en el autobús del club. Y al comienzo del partido, cuando entré en la caseta del árbitro para preguntarle su ficha, apareció un cabo de la Guardia Civil y le advirtió: “Mire, su excelencia el Jefe del Estado está cazando en una finca cercana. Nos han ordenado mandar allí a toda la plantilla del cuartel. Quiero decirle qué si se produjese algún altercado, no podríamos protegerle. Procure, pues, tener mucho cuidado con el pito”. Jamás vi un arbitraje más casero. Y, por supuesto, perdió el Imperial.  

P.- Con tantos personajes ¿no se despistó, en algún momento, a la hora de escribir la obra?

R.- Pues sí, es fácil despistarse cuando tienes que “vértelas” con tanta gente, cada uno con su historia y su ideosincracia. Yo, como método práctico, procuro siempre trabajar con fichas de cada personaje, en donde reflejo su nombre, vida, relación con los otros, etc., así como una cronología general, para evitar, por ejemplo, que dos hermanos gemelos puedan cumplir años en fechas distintas.

P.- Hacia el final de la misma, nos encontramos con un "trozo" de "rural negro" ¿tiene algún modelo en la novela negra?

R.- En la mayoría de las novelas hay “trozos negros”, porque en la mayoría hay pasajes oscuros, hay asesinatos, hay investigaciones, hay “suspense”... Hasta en la antigua “literatura de cordel”, tan bien estudiada por Caro Baroja, había episodios propios de novela negra, y gran parte de los romances de ciego narraban crímenes horrendos. Lo que pasa es que la vieja novela negra ha ido evolucionando, y cuando los temas los trata un escritor con talento, aparece una “Familia de Pascual Duarte” o un “A sangre fría”, que descoloca a los catalogadores.

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?

R.- Mis géneros favoritos en literatura son todos aquellos que me emocionan, que me introducen en sus historias y me acercan a sus personajes, que me descubren nuevos mundos, aunque esos mundos sean la calle por la que cruzo todos los días. ¿Autores favoritos? Los clásicos, por supuesto, ya sean Homero o Shakespeare, pero me identifico más con los españoles, Quevedo, Cervantes, Galdós, Valle Inclán, o los actuales Delibes, Cela, Machado…

P.- Como lector, prefiere ¿libro electrónico, papel, audio libro?

R.- Papel, siempre papel.

P.- ¿Qué es lo último que ha leído? Por favor, recomiende un par de títulos.

R.- “Magallanes” (Alfaqueque Ediciones), de Stefan Sweig, y “El italiano” (Alfaguara) de Pérez Reverte. Recomendaría “El infinito en unjunco” (Siruela), de Irene Vallejo, y “Patria”(Tusquets), de Fernando Aramburu.

P.- ¿Tiene manías a la hora de escribir?

R.- En mis tiempos de periodista y fumador empedernido, cuando me ponía a escribir no lo hacía sin encender antes un cigarrillo, extender mis apuntes junto a la máquina y, a la segunda chupada, escribía la máquina casi sola; ahora sustituyo el cigarrillo por un café. Otra diferencia: se puede escribir una información en medio del tumulto de una Redacción, rodeado de todos los decibelios del mundo; pero para el trabajo creativo necesito absoluto silencio y tranquilidad.

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora...si la hubiere.

R.- Hay un capítulo en esta novela titulado “El burdégano”, en el que se habla de la doma de un mulo, hijo de burra y caballo. Son muchos los que no sabían que el burdégano es ese tipo de mulo; por eso, cuando le dediqué un ejemplar al veterinario de mi pueblo, le escribí: “a Fulano de Tal, que por su profesión sabe qué es un burdégano…” Y al leer la dedicatoria, me preguntó: “¿Y qué es un burdégano?”

P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer "La hermosa y dura tierra"?

R.- La hermosa y dura tierra hay que leerla para entender cómo era la vida en los tiempos de la posguerra española de los años cuarenta y cincuenta, en las aldeas del campo que ya empezaba a vaciarse. Hay que leerla porque está llena de historias amenas, sorprendentes a veces, emocionantes siempre, verídicas en alguna ocasión; porque tiene un lenguaje muy real, porque recoge la sabiduría insondable de los campesinos… Y porque, a pesar de su trasfondo dramático, está llena de humor. Cierto que hay en la novela una trama policial que “engancha”, pero creo que lo importante es asomarse a esa fotografía del campo, duro, injusto, poco menos que inhabitable, y reflejarlo en el espejo de la realidad actual.

P.- ¿Como ha toreado al bichito Covid-19? ¿Sigue en la brecha, sigue escribiendo?  

R.- El Covid-19 es un bichito cabronazo que nos lleva amargando la vida más de dos años, y eso es imperdonable; sobre todo para personas como yo, amantes de la relación con la familia, con los amigos, con los viajes, con la fiesta sana del espectáculo o el buen yantar en compañía. Yo no lo he sufrido en mis carnes, me guardo cuanto puedo, me he vacunado “con la tercera” y las que vengan, pero… Y, sí, como un Cervantes prisionero en el Argel de la pandemia -perdón por el símil-, sigo en la brecha, escribo en mi encierro, sin más ánimo de verter mis emociones al papel, para que no se enquisten dentro.