Rincón Literario de Paco Marín: “La virgen de los huesos“
TÍTULO: La virgen de los huesos
AUTOR: Guillermo Galván
EDITA: HarperCollins (2020) -Policiaca-
Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 15,5 x 23 cm. Número de páginas: 464. PVP: 19,90 €. ISBN: 978-84-9139-439-6
«Lombardi se enfrenta a un nuevo y más peligroso caso donde tanto las autoridades como los silencios se lo pondrán cada vez más difícil en un escenario que no conoce».
Si en una coctelera colocamos… caciquismo, hambre, corrupción y, sobre todo, silencio… y agitamos, nos sale La virgen de los huesos. Como escenario la posguerra civil española con los falangistas haciendo de las suyas y como eje una trama negra… una mano ‘negruzca’ que te agarra desde el inicio de la lectura impidiéndote parar… únicamente para tomar impulso y acompañar a Carlos Lombardi -policía represaliado por el régimen franquista, al mantenerse fiel a la república-.
Historia oscura en momentos oscuros. Pero, no toda la historia es pesimismo pues a pesar de todo, el grueso de la gente que acompaña a Lombardi visualiza un mañana prometedor.
Verano de 1942. Carlos Lombardi se ve obligado por la policía del Nuevo Estado a seguir el rastro de un joven desaparecido. Todavía en libertad provisional, con un inestable trabajo en la agencia de investigación Hermes, el exinspector republicano se enfrenta a un mundo rural para él desconocido en la Castilla profunda; un mundo de silencio y miedo marcado por la cruel represión durante los primeros meses de la reciente guerra civil.
Bajo la lejana tutela de su antiguo inspector jefe Balbino Ulloa y el apoyo a distancia de Alicia Quirós y Andrés Torralba, sus atípicos compañeros de fatigas, Lombardi debe afrontar la prepotencia de los vencedores, el consolidado caciquismo, las corruptelas cotidianas y la actitud huidiza de los vencidos. Hombres que no quieren ni pueden mirar atrás, mujeres que buscan su sitio a contracorriente, gentes que esperan pacientes ver devorada la tierra y la historia de sus antepasados por el agua de un futuro pantano. Un paisaje marcado por campos de concentración y fosas comunes en territorios por todos conocidos que nadie se atreve a transitar.
Guillermo Galván nos lleva de la mano con una prosa ágil y directa… una delicia de lectura, ya que aprendemos, o recordamos, otra cara de la poliédrica historia reciente española.
Guillermo Galván (Valencia, 1950), cursó estudios de ingeniería aeronáutica, pero dedicó su carrera profesional al periodismo, trabajando durante muchos años en la agencia Efe. En 1998 publicó su primera novela, La mirada de Saturno, que obtuvo el Premio Tiflos (ONCE); le siguieron El aire no deja huellas, Aislinn: Sinfonía de fantasmas, De las cenizas, (Premio Felipe Trigo 2003), Llámame Judas, Antes de decirte adiós y Sombras de mariposa. La virgen de los huesoses su segunda novela en HarperCollins donde cosechó gran éxito con Tiempo de siega.
Interesante y entretenida conversación con Guillermo Galván… Gracias…
P.- Por favor, recuerde a los lectores quien es Guillermo Galván.
R.- Nací en Valencia, aunque antes de los dos años ya estaba en Madrid. Creo que es Max Aub quien decía que uno es de donde ha pasado su infancia y adolescencia; yo me considero un tanto apátrida en ese sentido, con afectos en ambos territorios. Me dediqué al periodismo hasta mi prejubilación en la agencia EFE y desde entonces mis horas se consagran exclusivamente a la narrativa.
P.- ¿Cuando, como y por qué nace La virgen de los huesos?
R.- La novela surge en 2016 como destilación espontánea de Tiempo de siega, la primera de la serie Lombardi. Hasta ese momento, con otras diez novelas publicadas, no me había planteado repetir con el mismo protagonista, pero durante el proceso de documentación, tanto él como su momento histórico me parecieron un filón casi inexplorado en el género negro.
P.- ¿Cuál ha sido su base documental?
R.- Muy variada. Desde la historiografía académica hasta la hemeroteca, pasando por documentación gráfica, diálogo directo con testigos de la época y el apoyo de expertos en la materia. Por fortuna, cada vez hay más interés intelectual en aquellos años difíciles, y escribir ficción al respecto es un trabajo muy respaldado por los hechos reales.
P.- La virgen de los huesos ¿cómo la podemos clasificar: novela negra, novela histórica, novela historianegra?
R.- Es novela negra, desde luego; aunque también, según los cánones temporales del género, es novela histórica. Hay quien la encuadra en ese subgénero denominado “Totalitarismo noir”, la novela negra en entornos dictatoriales, como la Alemania nazi, la Italia de Mussolini o la URSS de Stalin. Personalmente, no me preocupan demasiado las etiquetas: mi única preocupación al abordar una historia es que salga una buena novela. Su clasificación, una vez concluida, depende de otros.
P.- ¿Cuanto hay de usted en Lombardi? y ¿Cuanto hay de Lombardi en usted?
R.- No es sencillo responder a eso. Naturalmente, en el protagonista de una historia siempre hay, en mayor o menor medida, algo de quien la escribe; aunque en este caso he intentado marcar distancias para que el punto de vista del protagonista tenga cierta independencia, que ambos tengamos esa independencia mutua. Y no solo utilizando la tercera persona a la hora de narrar. Coincido con Lombardi en una forma global de ver el mundo, aunque no viví la guerra ni los duros años que la siguieron, de modo que mi interpretación, como sucede con cualquier novela histórica clásica, tiene que ser forzosamente más intelectual que vital.
P.- ¿Por qué sitúa la historia en la Ribera arandina, tierra burgalesa, y no en otro escenario de la geografía española?
R.- Tiempo de siega se desarrollaba casi íntegramente en Madrid, un escenario urbano destrozado por la guerra y sus secuelas. Me pareció interesante, y de justicia, contar también cómo se vivieron aquellos años en un mundo muy distinto, en esa España rural que ya entonces empezaba a vaciarse. La elección de la Ribera no fue del todo casual; podría haber escogido cualquiera de los territorios rurales donde el golpe militar triunfó desde el minuto uno, porque todos ellos sufrieron similar crueldad por parte de los sublevados. Sin embargo, Franco eligió Burgos como capital administrativa, y la represión en esa provincia adquirió caracteres especialmente significativos.
P.- ¿Qué herencia nos ha quedado de la contienda del 1936? ¿Queda mucho por esclarecer?
R.- Hay historiadores que sostienen que la de 1936 fue la última guerra carlista del siglo XIX. Estoy de acuerdo. Aquel golpe frustrado y la guerra consecuente fueron un intento de mantener el Viejo Régimen frente a una sociedad que, con sus dudas y errores, buscaba modernizarse en la misma línea que las democracias occidentales. La victoria de los golpistas nos sumió en un retraso de medio siglo, y esa carga la llevamos sufriendo hasta hoy. El silencio impuesto es solo una de sus caras. Afortunadamente, hay investigadores que sacan a la luz elementos nuevos cada día, algunos de ellos tan sorprendentes que parecen más propios de una novela que de la realidad. Aquella guerra pesa todavía sobre el inconsciente de millones de personas y muchas de las viejas estructuras sobrevivieron bajo la epidermis de lo que llamamos Transición. Miles de compatriotas esperan aún, ochenta años después, poder enterrar a sus familiares asesinados con la dignidad exigible. Contarlo hoy, a través de la novela o el trabajo académico, es un sanísimo deber social más que un mero ejercicio intelectual.
P.- En sus historias, prefiere ¿Sangre o psicología?
R.- La sangre, desgraciadamente, forma parte de la condición humana. A priori, suele ser el punto de partida de una novela negra, lo que no significa que deba teñir cada una de sus páginas. Personalmente, la sangre, como la carne, la prefiero en su punto: ni cruda ni pasada. Y eso intento en mis historias, limitarla a lo imprescindible en función de la trama. Me atrae más la psicología de los personajes, el análisis de los hechos y el proceso de investigación.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos? ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Es obvio que la novela negra figura entre ellos, aunque no me limito en mis gustos, y disfruto igualmente de la buena literatura al margen de géneros. Autores hay muchos, claro, de todo tipo, pero por citar algunos, digamos que L. Padura, P. Kerr, F. González Ledesma, P. Auster, J. Coe, I. McEwan, A. Grandes, G. Vidal… Y ahora mismo estoy disfrutando de La capital inverosímil, la genial novela de un paisano a quien no tengo el gusto de conocer personalmente, Jordi Juan Martínez, que ha creado un personaje entrañable y coetáneo de Lombardi, aunque su acción se desarrolla en plena guerra civil.
P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico, papel o audio libro?
R.- Aunque reconozco ciertas ventajas al electrónico, como la inmediatez de su acceso y el ahorro de espacio, sin duda alguna, el papel. Si puedo elegir entre ambos, siempre elegiré el papel; entre otras cosas porque significa un apoyo a las librerías, un sector cada vez más debilitado y fundamental en la difusión de la cultura.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Muy pocas, al margen de tranquilidad y tiempo por delante. Con una taza de café negro y tabaco (no consigo desprenderme de él, aunque me he pasado a la pipa para alejarme del cigarrillo) puedo estar horas ante el ordenador.
P.- ¿Qué opinión le merecen los festivales de novela negra?
R.- Son un magnífico escaparate para el género y las editoriales que lo sostienen. Y para otros géneros, porque en algún caso ya se están abriendo a experiencias distintas, como la novela histórica, el cómic o el cine. Conviene señalar, no obstante, el riesgo de endogamia que significa la omnipresencia de autores consagrados, cerrando el paso a gente joven o recién llegada al género que tendría mucho que aportar. El crecimiento de estos eventos es exponencial, lo que parece responder a un interés real de los lectores y al deseo de facilitarles un acceso más cercano al objeto de su interés. Es de suponer que esta ampliación de oferta repercuta también positivamente en los nuevos autores y editoriales.
P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora... si la hubiere.
R.- Hay muchas, naturalmente, de todo signo, pero me limitaré a un par de ellas. Supongo que les pasará a otros autores, pero a veces escribo cosas que, sorprendentemente, adquieren vida real con el paso del tiempo. Por ejemplo, en mi novela Antes de decirte adiós, que se desarrolla entre el final de la guerra y los primeros años sesenta, elegí unos cuantos escenarios, nada usuales, que después, para mi pasmo, se convirtieron en protagonistas de los trágicos hechos del 11-M. Tanto con Tiempo de siega como con La Virgen de los huesos ha habido lectores convencidos de que retrato a alguno de sus familiares, porque los ven casi literalmente reflejados en ciertos personajes completamente ficticios. Está claro que la invención tiene su magia.
P.- Venda su novela ¿por qué hay que leer La virgen de los huesos?
R.- En primer lugar, porque creo que es una buena novela, al margen de géneros. Además, gustará a los amantes del negro y de la histórica y puede leerse sin haber leído Tiempo de siega. Y porque las generaciones más jóvenes descubrirán un país que nunca les han enseñado en la escuela, un momento histórico que va más allá de las batallitas que hayan podido escuchar en boca del abuelo.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Escribir, naturalmente. Harper Collins cuenta ya con una tercera entrega de la serie Carlos Lombardi, y actualmente doy forma inicial a una cuarta. Es posible que con ella cierre la serie. No lo sé; todo depende de la respuesta de los lectores. Pero al margen de nuestros planes personales, lo más importante hoy es vencer el peligro que nos amenaza como sociedad y como individuos. Y la mejor forma de hacerlo es quedarnos en casa. Algunos escribimos, pero leer tampoco está nada mal. Ya sabes: #Yomequedoencasaleyendo.