Rincón Literario Dominical de paco Marín: “Las cerezas del cementerio”
TÍTULO: Las cerezas del cementerio
AUTOR: Gabriel Miró
Prólogo de Miguel de Unamuno
EDITA: Drácena (2022, marzo)
Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 14 x 21 cm. Número de páginas: 210. PVP: 15,95 €. ISBN: 978-84-124932-0-7
Gabriel Miró se refería a “Las cerezas del cementerio” como su «primera novela», tras una década de publicar relatos, cuentos y estampas. Pero es mucho más dado que “Las cerezas del cementerio”contiene todos los elementos que serán la nervatura del resto de su narrativa: el subjetivismo de los personajes, la exquisitez en las descripciones y el poroso sensualismo donde sumerge al ambiente.
Unas características que, más allá de singularizarlo en la literatura hispánica, convierten a Gabriel Miró en el novelista español más cercano a Marcel Proust o a Virginia Wolf, pues, como estos, sus argumentos -y “Las cerezas del cementerio” no es sino un bellísimo exponente- nos muestran como las pulsiones íntimas -en este caso, eróticas- disturban la relación de los personajes con cualquier realidad.
Por todo ello, “Las cerezas del cementerio” no es tanto una novela de su época como una magnífica anticipación de los nuevos modos narrativos que dominarán el s. XX.
Gabriel Miró (Alicante, 1879 – Madrid, 1930) es considerado el novelista hispánico más exquisito del siglo XX. Su vida discurrió entre Alicante, Barcelona y Madrid (a partir de 1921 ocupó un puesto en el Ministerio de Instrucción Pública). Reconocido en los círculos literarios desde que le concedieron el premio de novela ‘El Cuento Semanal’, en 1908, colaboró en los más importantes periódicos de Madrid (Heraldo, Imparcial, ABC) y de Barcelona (Diario de Barcelona, La Vanguardia, La Publicidad) y hasta de Buenos Aires (la revista Caras y Caretas o el diario La Nación). Su concepción novelística, plena de hiperestesia, con un amplísimo vocabulario y una forma narrativa a menudo fragmentaria, lo empareja con los planteamientos de sus contemporáneos como Proust o Wolf, al tiempo que le procuró una notoria influencia sobre los narradores españoles inmediatamente siguientes o llamados de la República. No obstante, su popularidad aquejó siempre el prejuicio sobre la insustancialidad de sus argumentos, cuando en absoluto lo son; al contrario, el gran tema de su novelística fue la huella del tiempo sobre los sentimientos humanos. Sus títulos más conocidos son “Nuestro padre San Daniel” (1921) y su continuación “El obispo leproso” (1926), o su casi biografía El libro de Sigüenza” (1917) o la colección de relatos “Años y Leguas” (1928).
“Las cerezas del cementerio” (1910) es su primera novela de madurez.