LA QUEMA DE JUDAS, FIESTA DE RESURRECCIÓN
LA QUEMA DE JUDAS, FIESTA DE RESURRECCIÓN
José Sánchez Conesa
Cronista Oficial de Cartagena
El final de la Semana tenía lugar el llamado, entonces, Sábado de Gloria, cuando las campanas de templos parroquiales y ermitas volteaban alegres la Resurrección, a las diez de la mañana. La reforma litúrgica promovida en 1955 estableció la celebración de la Resurrección el domingo, pasando el Sábado Santo a ser un día de luto y espera, conmemorando el descanso de Cristo en el sepulcro y su descenso a los abismos. Me lo recordaban octogenarios, entonces niños, quienes arrojaban con fuerza piedras o tiestos viejos contra el suelo, a las puertas de las casas. Guardaban macetas, ollas y cántaras rotas para esta práctica de exorcismo contra las malas influencias del diablo. Eran tareas propias de los más pequeños y de las mujeres. La chiquillería golpeaba con palos latas de manera estruendosa, lanzando hacía el cielo flores silvestres como margaritas, malvas o ababoles. Mientras las plantas ascendían, gritaban: ¡Aleluya! ¡Resucitó! Nos lo contaron en Los Cánovas, El Campillo de Abajo, El Estrecho de Fuente Álamo, Roldán, Lo Ferro, San Cayetano, La Puebla y Balsicas. En esta última población se lavaban la cara en una zafa a primera hora,finalizando la operación con el lanzamiento del agua hacia arriba, todo lo que se pudiera. Con otros autores interpretamos que el espacio abarcado por los fragmentos rotos era acción preventiva contra el demonio, máxima expresión de los malos espíritus e influencias malignas. En San Cayetano disparaban jubilosos las escopetas al aire. La ciudad no quedaba atrás y según testimonios de prensa y del cronista Casal en su obra Folklore Cartagenero (1947) la popularidad de la quema del traidor era tal que las carretillas borrachas hacían intransitables algunas calles del centro. Los petardos eran atados a fuertes cuerdas de balcón a balcón y desde estos se arrojaba el mensaje inservible. Algunos viandantes desprevenidos eran mojados con agua y azulete. Tanta fue la algarabía que en 1884 el inspector de orden público quiso prohibirla, siendo perseguido por las masas festeras. Hubo detenidos. De hecho, en algunos lugares de la región se rompían los cántaros una vez quemada la figura de Judas.
En el barrio de la Concepción se conservan dos fotografías de una quema del diablo frente al templo parroquial como acto final de unas misiones que estaban dirigidas por padres Claretianos. En la otra apreciamos como cinco niños portan las cabezas de cartón de un lobo, un león, un gato y un ratón en una representación ante la efigie y un público numeroso y fundamentalmente infantil. Hemos obtenido dos fechas para tal acontecimiento, 1943 y 1958. El origen de la tradición es anterior a la difusión del cristianismo. La Iglesia trató de suprimir esta costumbre como rito pagano de purificación contra los malos espíritus y de adaptarla a su doctrina. La quema de los Judas es un rito mágico que propicia el comienzo de un nuevo ciclo de la naturaleza porque el mal anterior se destruye, personificado en el discípulo traidor.
Carrozas en Cartagena
El Noticiero de 22 de abril de 1935 indica a sus lectores cartageneros que la quema de Judas tendrá lugar el sábado por la noche en el muelle como término de la Semana Santa, siendo la quema un acto repetido en las calles de la ciudad y barrios extramuros y que “murió sin saber como”, constituyendo una fiesta vistosa y característica de Cartagena. A las nueve y media salió desde el Parque de Artillería la cabalgata integrada por granaderos californios y marrajos, los judios y otras agrupaciones con trajes de otra época, bandas de música y de cornetas y tambores. En una carroza la figura gigante de Judas y en torno a ella numeroso público, en su mayoría chiquillos, gritando al paso del traidor. Las luces de colores de las bengalas iluminaban el desfile. Una vez en el muelle, tras un preludio de cohetes y fuegos de artificio fue quemado Judas, ardiendo rápido y bien, según el periodista, con el punto final de una traca. Sabemos que se perdió la tradición en 1944, renaciendo nuevamente en un ciclo alternativo de desarrollo y extinción.
El Noticiero de Cartagena llevaba en la portada del sábado cuatro de abril de 1953 el anuncio para esa noche a las nueve y media la cabalgata de los siete pecados capitales y quema de Judas, con un itinerario que partía desde la plaza de España, recorría las calles del centro y ante el monumento a los Héroes de Cavite a las doce de la noche se procedería a la quema, finalizando con una fantástica traca. El cortejo estaba compuesto por comparsas de soldados romanos y trompeteros, cabezudos, huertanos, demonios, payasos, marinos, chinos, negros, El Gordo y El Flaco, Cantinflas y los hermanos Marx. Cada una de las siete carrozas, más la que portaba el árbol con el Judas ahorcado, llevaba a hombres y mujeres ataviados con trajes alusivos como La Lujuria, con comparsas de sátiros y con los ocupantes de la carroza con idéntico atuendo. Otro romano a caballo mostrará el guión que da paso a la carroza de La Gula y a una comparsa y tripulantes de cocineros. A la usanza egipcia va el guión que da paso a La Envidia, con un grupo de mujeres ataviadas de esa guisa. En otros casos no se guardaba un criterio como La Pereza, que pasará con guerreros griegos. Por último, la carroza de Judas anunciada por un caballista hebreo y un grupo de demonios. El redactor nos cuenta que todas las carrozas, desde la que se arrojaban caramelos, llevarán al frente una banda de música y comparsas alumbradas con bengalas y hachotes encendidos.
El Judas en América
Tanto en la comarca, como en tantos lugares de España y posteriormente en toda la América hispana,confeccionaban el muñeco con ropas viejas relleno de pajas, tracas y petardos. En México ha llegado a adquirir una gran categoría artística por la originalidad de formas y colores de estos monigotes monstruosos y figuras diabólicas, junto a un espectacular desarrollo pirotécnico que reúne a multitudes. Diego Rivera pintó murales dedicados a esta fiesta, coleccionando, junto a Frida Khalo, cerca de 500 judas que se albergan en su casa museo. Como me decían en La Palma, en cada caserío quemaban el suyo, un fenómeno similar a las hogueras de San Juan, aunque no volvió a repetirse tras la guerra civil. Era una manera de celebrar el triunfo cristiano, aunque fuese una relectura de un acto protector contra las fuerzas del mal. El etnógrafo escocés James George Frazer (1854-1941), recopilador de tradiciones de todos los continentes, llegó a la conclusión que podría tratarse de cultos primitivos al dios de la vegetación, al espíritu del árbol. Prender fuego al árbol suponía asegurar ritualmente el inicio del ciclo de la vida, rechazando lo viejo para que aparezca lo nuevo, asegurando la reproducción material, el brote de la nueva cosecha. Con la cristianización de rituales y costumbres paganas será Judas quien asuma ese nefasto papel. Antes de prender fuego en cada rincón de las Españas llevan a cabo un amplio catálogo de acciones como leer poemillas humorísticos alusivos a hurtos y fechorías
perpetradas en la comunidad local, sermones acusatorios, representaciones de un juicio a Judas con jueces, fiscal y defensa. En otros el cura lee papeles donde van escritos los males acaecidos durante el año que son arrojados a la lumbre. También colocan en el judas máscaras de personajes de la actualidad que destacan por su inmoralidad pública.
¿Volverá el Judas?
En la comarca desapareció toda manifestación. En sesión municipal se acuerda suprimir la quema de Judas de la programación de festejos según informó El Noticiero de Cartagena de dos de marzo de 1961, sin añadir más datos. Tendríamos que esperar a la primavera de 1990 para vivir un efímero resurgir en el programa municipal de Semana Santa siendo alcalde Antonio Vallejo y por iniciativa del CIT. Bandas de tambores y cornetas, los coros y danzas de Los Dolores, la banda de Pozo Estrecho, cabezudos y comparsas saldrán de la Asamblea Regional para finalizar en la explanada del muelle, lugar habitual del fuego justiciero que fue encendido a las doce de la noche. Tras las cenizas sonó la música verbenera en la plaza Artés.
Todo es afirmación voluntariosa de lo humano y preservación positiva de la vida ante la desgracia, el caos y la muerte ¿Qué barrio o pueblo recuperará nuevamente ésta tradición?