MARISCOS A LO BESTIA Y TOMÁS MARTÍNEZ PAGÁN, UN ENCUENTRO DE PERSONAS EXTRAORDINARIAS

MARISCOS A LO BESTIA Y TOMÁS MARTÍNEZ PAGÁN, UN ENCUENTRO DE PERSONAS EXTRAORDINARIAS

 

Cuando recibí la invitación de mi amigo y reconocido empresario Tomás Martínez Pagán, para asistir a un encuentro gastronómico en Roche hace un par de semanas, revisé en un instante mi agenda para ese día. Porque cuando Tomás es el encargado de preparar un evento, el éxito está asegurado. Siempre reúne a un grupo de personas bonitas, representativas de esta ciudad con olor a mar.

Y tuve suerte. Esa mañana de un viernes soleado terminaba mis obligaciones justo a tiempo para llamar al director del periódico en el que escribo cada domingo, Jerónimo Linares de Cartagena Actualidad, y acudir juntos a un lugar en el que apuesto a que todos hemos estado alguna vez. Un enclave bonito, desde donde se escuchan las hojas de las copas de los árboles con el viento y los pájaros. Hasta el aire parece un poquito más puro.

Décadas atrás aquel lugar fue El Cortijo de Juárez, tiempo después se convirtió en La Cartuja y hoy, manteniendo la esencia, su plaza de toros y los salones amplios de techos altos y mesas redondas para una buena charla con amigos, Mariscos a lo Bestia ha llegado para dar la bienvenida a la gastronomía aderezada con música, sorpresas y una manera original de disfrutar de un día a lo bestia.

Tomás estaba en la puerta cuando llegamos. Me reitero que es único moviéndose en este tipo de encuentros. Y en un minuto teníamos una copa de vino blanco en la mano y una exhibición hípica, donde la fusión de los caballos con el baile español de una bailarina de excepción, fue el preludio de lo que ocurriría al cruzar la puerta al salón de celebraciones.

 

 

 

Allí fue donde conocí a Teo Campillo y Francisco Javier Sánchez, artífices de este proyecto que fue pionero en Lorca y que hoy podemos disfrutar en Roche.

A ellos hoy les damos las gracias por el trato profesional y el cariño y la ilusión que le ponen a este espectáculo gastronómico, al que fuimos invitados, y que por encima de todo destaca la originalidad.

Tomás abrió este encuentro especial y como siempre, me hizo reír. Es ameno, va directo al grano, sin rodeos. Disfruta con las presentaciones de esas personas a las que admira, se siente orgulloso de ellos. Es transparente, nos llama la atención si estamos hablando cuando no debemos , siempre con respeto, y se muestra siempre sincero, sin miedo a dar opiniones y expresarse libremente.

Y allí, como los llamó Tomás, una cuadrilla extraordinaria de personalidades, pudimos saludar y estar acompañados por los colectivos de Semana Santa, Cartagineses y Romanos, peñas gastronómicas…

 

 

No perdió la oportunidad para pedir a los concejales de turismo de Cartagena y La Unión para que este proyecto gastronómico fuese una gran fusión para la promoción de ambas ciudades.

Y por supuesto, intentó dar luz a cada una de las personas que allí estábamos, asunto complicado, porque la cifra de asistentes fue de 186 personas.

Me gustan estos encuentros, porque es una oportunidad bonita de saludar a amigos como Matías Barco, Ángel Maciá, a Esteban Bermúdez al que tengo un cariño especial, Diego Salinas, mi buena amiga Paqui Chelo, Isidoro Bobadilla al que aprecio …

Y también porque te permite intercambiar un saludo respetuoso con personas como el Fiscal Jefe de Cartagena, David Campayo, el Director General del Puerto de Cartagena, José María Gómez, el Comisario Honorifico de la Policía Nacional, José María García, Comisario Jefe Policía Nacional de Cartagena, Damián Romero, el Magistrado de los juzgados de Cartagena…, políticos, empresarios…

 

 

 

 

 

 

 

Resumiendo, que cómo dijo Tomás provocando una carcajada a todos los que estábamos allí, teníamos a la Guardia Civil, a la Policía, a un magistrado, un sacerdote para bendecir los alimentos e incluso un médico en la sala. Nada podía salir mal.

Y así fue. Una ensalada enorme presidía la mesa, junto a un pan calentito con ajo y sobrasada de chato murciano.

No tardó en llegar la esperada carretilla con variedad de marisco cocido servido con palas, mientras sonaba el himno de España. Yo no soy de marisco, pero no podía irme de allí sin probarlo. Ahora entiendo lo de los baberos enormes que te recomendaban ponerte. Más de uno, bien enganchado a una pata de cangrejo o una cigala corría el peligro de mancharse su cuidado vestuario para la ocasión.

 

 

 

 

Las quisquillas fritas estaban riquísimas, calentitas. A muchos de los comensales afanados en el marisco le pasaron desapercibidas, y confieso que comí bastantes.

El show era una constante en esa degustación a lo bestia. Un cangrejo gigante estaba justo detrás de mí, al que le hice un guiño para que abrazara a mi “dire” del periódico. Esa foto vale millones, ja, ja.

Y de repente, sin darme cuenta, mientras olía a patatas al ajo cabañil y huevos fritos, me escuché tarareando aquella canción de los payasos de la tele.  La gallina turuleta, ha puesto un huevo, ha puesto dos ha puesto tres…  ¿En serio?, una gallina del tamaño del cangrejo anterior bailaba al compás de las camareras con las fuentes de ese manjar sencillo al que ninguno nos resistimos a degustar.

Carne a la piedra, un toro que correteaba por la sala, queimada, un conjuro, café, tulipas con helado, de nuevo música…

A esas horas yo ya había perdido la cuenta y estaba charlando con el resto de comensales de la sala, con el estómago lleno y la sonrisa en la cara.

A veces, personas especiales consiguen que momentos como este consigan que tu día de un giro extraordinario.

Gracias a los empresarios que arriesgan por un formato diferente, por un encuentro gastronómico único.

Gracias a personas con el carisma y la experiencia infinita de Tomás Martínez Pagán, que hacen de un día cotidiano un día extraordinario.

Gracias a los medios de comunicación, a las personas que miran bonito, a los abrazos de verdad, a los que cuidan de nuestra seguridad, a quienes comparten sus experiencias, a los que sólo su presencia ya es luz.

La vida son momentos, y aquella mañana de viernes fue uno de ellos, de los que cuando lo recuerdas, te regala una sonrisa.

 

 

 

EVA GARCÍA AGUILERA

LA VENTANA DE EVA