Montanaro de aquí: OTRA DE PROTAGONISMO BARATO O LA AMBIGÜEDAD DE LO ABSURDO

Andrés Hernández

OTRA DE PROTAGONISMO BARATO O LA AMBIGÜEDAD DE LO ABSURDO

Que nuestra Semana Santa está en declive hace décadas no es nuevo, pero que se supera año tras año tampoco, la ambigüedad de lo absurdo está en permanente frontera entre lo que se dice defender, nuestros valores y la identidad de nuestra Semana Santa y lo que se defiende por calles e intereses, va por barrios, y ojo, la identidad no es solo un desfile marcial, no es la delicada flor que acompaña a nuestras veneradas imágenes, ni la luz de su misericordia, tampoco es sólo el recogimiento y la catequesis penitencial, es la involucración del destinatario del cortejo, del asistente desde hace siglos a una puesta en escena que trasciende lo divino, en Cartagena, lo he dicho, si los romanos no hubieran asesinado a Jesús, lo hubiéramos hecho aquí, solo para procesionarlo en la Departamental, para revivir su majestuosa a la vez que resignada Pasión, su agónica y atávica por reconfortadora y salvadora Muerte y sobre todo, por la redención Cristiana de su Resurrección, el bien sobre el mal, El Amor Hermoso y nuestra Esperanza.

Cuando un cortejo se aferra al pueblo, y el pueblo se aferra a esos cortejos, a esa representación que se transforma en uno, en nuestras costumbres y en nuestra identidad, no hay desprecio. Aún recuerdo las, hasta cinco filas de sillas hace décadas en Puertas de Murcia, Serreta, los palcos del Parque, las hileras frente al Kiosco Fénix en Hacienda, Santa Florentina y una carrera procesionista plagada de éxitos, y como convivían los cortejos con las mesas en la carrera arropadas y engalanadas por y con las figuras de cofrades de uno y otro signo en días contrarios, conviviendo y compartiendo protagonismo ajustado a lo que representamos.

Hoy volvemos a rasgarnos las vestiduras generando como Sánchez, polémicas absurdas para distraer la atención de lo principal, -no sé lo que será lo principal- cambiar los itinerarios de las procesiones para que sean «más acordes con el recogimiento y silencio inherentes a los desfiles», me parece increíble, la carrera es de difícil modificación, está milimétricamente medida y son siglos de crecimiento que han llegado al límite actual, a pesar del incremento procesionista impuesto en estas décadas, por cierto, de difícil catálogo escultórico ¿sortear la calle mayor, Puerta de Murcia, Plaza san Ginés, Campos, Jara? ¿estamos tontos?

La proliferación de negocios hosteleros en el centro de la ciudad es beneficioso para los cortejos y desfiles, siempre lo ha sido, recuerdo el Gran Bar o el Americano en la calle Mayor, ¿qué problema había?, si las procesiones atraviesan ahora zonas con demasiado bullicio es porque hay gente en su carrera, es cierto que la del Silencio se respeta, ¿o NO?, es una tradición. El problema puede ser más de educación y respeto individual que de juerga hostelera, igual respeto lo debe haber en gentes sentadas disfrutando de la procesión como en un circo, que los hay, como los hay recogidas en el sentimiento, recordando que lo que se representa en la Semana Santa es la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, no un simple desfile de cualquier tipo, por lo que se requiere un entorno «más serio», dicen.

A estas palabras me sumo, pero desde dentro, hace ya décadas que saltándose todas las líneas del patrimonio escultórico cartagenero procesionista hemos llevado a las procesiones esculturas más próximas a desfiles estruendosos y lúdicos que a representaciones de Semana Santa, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo y ahora, ¿nos ponemos tiernos y exigentes?, Hemos contaminado  de mediocridad los desfiles, sobre todo el Domingo de Ramos y el Miércoles Santo, qué decir del cajón de sastre o desastre del Viernes de Dolores, imágenes de Salzillo, Benlliure o Capuz -ésta la menos- mezcladas en el cortejo con imágenes al gusto del pagador, haciendo de los cortejos, insufribles desfiles y con decadente talla, son hechos, y todo por el interés patibulario de las agrupaciones de turno. Las mismas que conforman la Junta y que se creen Juez y parte para dirimir sus polémicas que no las nuestras, como esta misma de los hosteleros o, como la integración de asociaciones canónicas en el estatutario de Semana Santa, sin ir más lejos.

¿Ahora nos ponemos exquisitos? Pues bien, quizás, y antes de criticar la herencia de nuestra Semana Santa, de la cultura propia o los elementos que la conforma, de nuestras tradiciones, la queja por el camarero del bar, con perdón es parte de nuestras tradiciones, es parte de nuestras actas y reuniones post-desfiles, es parte de nuestra Semana Santa como cruzar la Serreta o entre los tercios, no olvidemos dónde estamos y la recesión cristiana que estamos sufriendo, máxime en un país progresista de incultos teologales, que no virtudes dónde, los contrario a nuestras tradiciones cristianas está teniendo cotas de aceptación políticas exuberantes, y SÍ, es contrario a nuestra cultura y nuestra religión, son hechos tangibles, si seguimos haciendo el imbécil nos quedamos sin procesiones y sin cortejos, no olvidemos a los comunistas, a los independentistas en su afán por acabar con la identidad de este país.

He desfilado algunas décadas y hasta tres días, y nunca me ha molestado el camarero, o la mesa donde disfrutaban del cortejo, pero cada uno tiene sus premisas y debilidades. Por otro lado, quizás y solo quizás, deberían hacer un inventario patrimonial y desechar las esculturas que realmente no estén a la altura de tan magna entidad e identidad procesionista como es Cartagena una ciudad sin museo y sin prebendas procesionales durante todo el año, eso sí me preocupa. No podemos ser ambiguos a interés, eso es política barata. O no tenemos ideas que desarrollar o la mediocridad está instaurada para estar pendiente de las terrazas.

Son solo opiniones llevadas a la tecla, sin ánimo de ofensa y desde el ya, lejana torpeza e incapacidad. Que Dios os Bendiga.

Andrés Hernández Martínez