La nochevieja y los minutos de la basura

Juan M. Uriarte

Tic-tac, tic-tac.  Cuando ya no hay tiempo, cuando ya vamos tarde, cuando el bacalao ya está vendido, cuando todo es inútil porque estás sentenciado; cuando da igual ya lo que hagas porque el partido lo pierdes cuatro a cero y solo quedan cinco minutos… Ese tiempo, esos minutos restantes, inútiles, superfluos, deprimentemente irrelevantes del todo porque no podrán alterar el resultado, se llaman en baloncesto NBA, los minutos de la basura, garbage time.

¿Qué mas da ya lo que haga? ¿Cuántas veces lo he pensado?  Todo el mundo tiene un plan hasta que recibes el primer golpe en la cara, decía Tyson el boxeador. Todos tenemos un plan hasta que la realidad te lo frustra en el cuadrilátero de la vida. La vida no es boxear, pero en la vida hay trabajo, y hay golpes inesperados y hay deterioro por los años.

Minutos de la basura…Ese término les sirve a los comentaristas deportivos, pero no en la vida, nos introduce en el hondón del pesimismo.

La nochevieja, el paso del tiempo…, los astros nos miran sorprendidos al vernos celebrar el tiempo, la astronomía. La navidad es tiempo de creer. ¿Tú, en qué crees, en los langostinos, en el gintonic, en un nuevo amor?

El amor no consiste en que nosotros amemos mucho, sino en que Él nos amó primero, cuando no lo hacemos bien, cuando pensábamos estar en los minutos de la basura. Quiéreme cuando menos lo merezca, que dice la canción de La Oreja de Van Gogh.

¿Crees en los clásicos? Todo nos es ajeno, solo el tiempo nos pertenece, Todo lo demás, Lucilio, nos es ajeno. Sólo el tiempo, objeto tan fugaz como esquivo, es nuestro. Es la única posesión con la que la naturaleza nos invistió, decía Séneca.

Carpe diem, decía el poeta Horacio. ¿Quieres comer las uvas? Cómelas, pero no seas necio. No celebres un carpe diem anencefálico. Los clásicos dijeron cosas perennes, bellos pensamientos, ilustran el problema común, pero no lo redimen.

Mejor que en los clásicos, cree en el misterio de Navidad que ha redimido el tiempo. Hoy, en esta nochevieja, me acuerdo de los ancianos que puedan estar sin esperanza. Ancianidad, es decir, momento perfecto para creerse la fake de que están en los minutos de la basura, que todo está decidido, masticando la nada, o quizá hasta pensando que su vida es una bazofia.

Niego la mayor. No hay minutos basura porque la vida no es un partido de baloncesto, y aunque a veces vivir parezca un ring de boxeo, porque te dan de lo lindo, no es verdad que no tengamos remedio. Tiempo redimido, volvamos al misterio de Belén. Los cristianos celebramos hoy la Octava de Navidad, seguimos celebrando el nacimiento de Cristo, una semana de fiesta ininterrumpida, somos así de chulos.

Vivamos un carpe diem no anencefálico, no desentendido, viviendo el hoy, porque no hay otro tiempo tangible; vivir con deseo, con ilusión, con proyectos. “No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han aprendido de sus padres; acude a la reunión de los ancianos; ¿que hay un viejo?, júntate a él.”

 

Uno de enero, santa María madre de Dios. Navidad, tiempo de felicidad. Las uvas, el tiempo, el amor, quiéreme cuando menos lo merezca. Hoy es nochevieja, y mañana año nuevo. ¿Qué nos deparará el concierto del nuevo año? ¿Qué semicorcheas tendrán los pentagramas de estos próximos doces meses? “Señor, enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.”

 

Juan M. Uriarte