“Las felicitaciones en su momento y debidamente”, Ramón Galindo
Y con esto poco a poco viene ahora nos sale “Yolanda Vuitton” con que ella lo sabía todo y se lo advirtió al Gobierno. Ya le podía haber dicho a Carmen Calvo que no eran los guantes de látex morados lo que se tenía que poner el 8-M, más bien la mascarilla y así no hubiera terminado en el hospital, perdón, en la Clínica Ruber Internacional en suite VIP, dando una lección de “igual-da” a la que ya nos tienen acostumbrados. Pero bueno, aún así sabiendo Yolandita lo que iba a pasar, murieron cien mil personas y se queda tan fresca.
A veces los domingos cuando después de comer, como ahora, enciendo el puro y comienzo a escribir esta crónica, lo que menos deseo es hacerme el pesado hablando siempre de lo mismo ¡Pero es que me lo ponen tan fácil!
Aún así, estos cutres, incultos y desinformados lo último que van a conseguir es quitarme el sueño; y de la misma forma es lo que deseo para vosotros, pues pronto al igual que Zapatero y González, saldrán de Moncloa habiendo dejado el país casi arruinado y los índices de paro por las nubes, mientras ellos se retirarán a una dorada jubilación anticipada.
Por eso este domingo seré breve, pues como en el colofón habitual siempre digo, este escrito tiene la única razón de tener una excusa para enviar cada semana un fuerte abrazo a amigos y familiares. Y así para hoy no cansaros, solo comentaré la gilipollez que se han sacado ahora de las felicitaciones navideñas, como si lo que se celebrase no fuera otra cosa que la Natividad del Señor.
Pero como yo no soy ningún gran almacén, me reservo la ocasión para en el momento adecuado y en las forma conveniente, desde aquí no dudéis que os felicitaré.
Y así, en perjuicio de mi salud y a la vuestra, os dedico el humo de este habano con la excusa de siempre, que no es otra que dedicaros un fuerte abrazo a amigos y familiares.