Margarita y Filomena, por Ramón Galindo

Y con esto poco a poco llegaron Filomena, y Margarita, (Rodríguez Garcés la del calibre 183 no, la otra) y quiera convertirlo en la guerra de Gila, y esta Filomena tampoco es la de Filomatic, -esto solo para militares veteranos, los modernos no lo entenderán-.

Y el cabreo va en aumento y no es por el frío. Es posible que a algunos se les hayan congelado las ideas, -si es que las tuvieran- y entre el correcto discurso del Rey y el malicioso de la Ministra, el cacao mental está in crescendo.

¡Pero como no quieren que haya malestar entre los militares retirados! Por supuesto que lo hay, y entre los en activo también -aunque tengan que estar calladitos- al menos entre los que tengan dignidad, que también los hay de los que se venden por un puesto, un ataque de “fajinitis” o un ascenso. Pero que no se equivoque nadie, que esto no es solo cosa de los “yayos-soldados nostálgicos”, que esto es lo que se palpa en el seno de la sociedad indignada, sean del sector laboral que sea, excepto claro está: “ninis” “okupas” y “chupópteros profesionales”. O es que no van estar también indignados los que trabajan por un sueldo mensual inferior a las dietas de comida de los senadores y diputados, coman o no en su casa y que además no tienen que justificar.

En este país cuando se quiere que algo funcione, siempre se recurre a los militares. Claro ejemplo es el de la UME. Que muy incapaces tanto los ministerios de interior y transportes, como las comunidades autónomas y ayuntamientos de tener y mantener unas protecciones civiles eficaces, operativas y en condiciones, una Unidad Civil de Emergencias UCE, que no despidiera a los trabajadores en cuanto les salieran canas -que sería lo lógico-. Pero aquí recurren a las FAS para que de una forma económica y sin rechistar, les saquen las castañas del fuego; los vehículos y equipos salen del presupuesto de Defensa y la barata mano de obra, especialmente la tropa, que al cumplir los 45 años van a la puta calle en pésimas condiciones económicas. Pero claro la UME actúa firme y disciplinadamente, sin mirar los días libres y dispuestos al toque de corneta, y sin miramientos de horas ni lugares “si hay que ir se va” que cuando cumpláis 45 años os darán una patada en el culo y ya vendrán las madres mías. Mientras “el vecino molesto del sur” se rearma y nos envía la avanzadilla de ocupación en iguales términos que la Marcha Verde pero esta vez en pateras, y encima los alojamos en hoteles de vacaciones con habitaciones con vistas, de otro modo se quejan. No tendremos barcos, ni submarinos, ni aviones, ni equipo adecuado para la correcta defensa del país, pero sí máquinas quitanieves y camiones de bomberos, y al frente, nada más y nada menos que un general de tres estrellas. En fin, un invento de Zapatero. En caso de necesidad nos defenderemos con extintores.

Quizá si le hubiesen encargado a la Sanidad Militar que confeccionará y desarrollara el plan de vacunaciones, no hubiésemos hablado de fines de semana libres ni vacaciones, recordemos que estamos en estado de alarma. No me imagino un buque de la Armada en un muy previsto zafarrancho de combate y por ejemplo, el Cabo radarista de *franco de ría.

Esa misma patada en culo es la sienten los militares, guardias civiles y policías retirados “con dignidad” que hicieron todo lo que les pidieron, fueron donde les mandaron, cumplieron lo que les ordenaron, enterraron a sus muertos asesinados, y todo ello por un módico sueldo y un puñado de valores morales que inculcaban en las escuelas y academias militares y de policía. Y ahora tienen que tragarse que el Presidente del Gobierno, valga la redundancia, gobierne en coalición con los cómplices, encubridores e incluso en algún caso con los propios asesinos, aquellos que los mataban por la espalda delante de sus esposas e hijos, cuando no también asesinaban a los niños y a las mujeres.

¡Pero de qué pasta están hechos! Ya estamos viendo cómo engañan al pueblo con sus vendettas baratas de casta y todas esas patrañas, de cómo nos venden la moto, de los precios de la luz y el gas, de que no cobrarían tales y cuales sueldos, de que no dormirían tranquilos, de lo bonito y melancólico que era vivir en su barrio de toda la vida, de lo de las puertas giratorias y de lo de la corrupción y las sentencias y ahora están pringados hasta los corvejones. Estamos viendo como a los ancianos de una residencia incendiada y los atrabajadores que se han quedado atrapados en la nieve los meten muertos de frío en un polideportivo; de los que arengaban a rodear el Congreso, o fletaban autobuses para protestar contra las legales investiduras cuando los resultados electorales no les gustaban; o cuando el Presidente de la Generalidad y la Presidenta del Parlamento Catalán, y varios consejeros tuvieron que acudir en hasta siete viajes de helicóptero a la Cámara Catalana, y ahora se rasgan las vestiduras y se asustan de que entren tíos con cuernos en el Capitolio y se encaramen en los techos de los coches de policía, cuando estas cosas ya han pasado aquí (sin muertos por ahora, porque allí tiran rápido de colt y aquí pobrecito del que acaricie las cachas de la pistola aunque sea en defensa propia) y entonces se quedaron tan panchos. Como panchos se quedarán cuando a los asaltantes del Capitolio y los del zapateo de coches patrulla les pongan el mono naranja a juego con los grilletes tobilleros y a limpiar cunetas, estos tampoco tendrán *francos de ría, ni permisos penitenciarios, ni comiditas especiales, ni peticiones de indulto, ni privilegios como aquí. Más bien tendrán que tener cuidado de que no se les caiga el jabón en la ducha de la penitenciaria del estado.

¿Estos son los progresistas? Los de la libertad de expresión -será la suya- porque cuando oyen algo que no les gusta, aunque sea legítimo, lo depuran ipso facto.

Y así, sin saber distinguir entre un cargador de CETME y un bocadillo de membrillo, pero con favorecedora mascarilla de evitar exhibir sus asimetrías mofleteras, y bastante en negrita y subrayados en su discurso, la jefa de Defensa mezcla los incorrectos WhatsApps de un jubilado en un grupo privado, -que por supuesto merecería lo que le tocase- con las cartas de indignación en las que no se exige nada ilegal, ni inconstitucional y mete en el mismo saco a todos los militares retirados, que cumplieron su misión y enterraron a sus muertos, mientras ella sigue gobernando con los que buscan lo inconstitucional, los coleguitas de los que apretaron el gatillo y de los que le iban quitar el sueño a su jefe.

*En la Armada permiso de fin de semana.

RAMON GALINDO