“Papá Noel no siempre trae regalos”, Ramón Galindo

Y con esto poco a poco hemos llegado al último domingo de este aciago año. Y de esta misma manera se acerca el siguiente, que para supersticiosos representa un antes y un después, como si las desgracias se midieran por periodos anuales. Pues una cosa son las tradiciones profanas, normalmente basadas en intereses comerciales y otra las referentes a hechos históricos. Esta Nochevieja apunta diferente, quizá alguno de los que con tantas ansias devoró las uvas el año pasado, esta vez apunte sus propósitos a hechos menos típicos y más tópicos, empezando por la vacuna que hoy se estrena en España.

Yo que nunca me como las uvas al son y ritmo de campanadas, con la misma incertidumbre que todos, esperaré mi turno para vacunarme sin miedo a que como por ahí van diciendo, el pinchazo sirva para controlarme vía 5-G, como si ya no estuviésemos suficientemente controlados ¡Que más van a chequear de nosotros! Si con solo encender el Twitter, el Instagram, el Facebook, el Telegram o el WhatsApp, alguien desde Milwauke, Silicon Valley, Moscú o Singapur ya conoce todos nuestros gustos o incluso cuando caduca nuestro carnet de conducir.

Yo no voy a negar que cuando algo así está pasando, al mismo tiempo alguien se esté forrando, llámese industria farmacéutica, fabricantes de geles y mascarillas o inversores que aplicando la tan vieja práctica del enriquecimiento de comprar barato y vender caro, este haciendo su agosto y que además aquí los imbéciles de turno se lo pongan fácil y se lleven su tajada en forma de IVA hasta que se les haya visto demasiado el plumero.

No quería terminar el año criticando a este también aciago gobierno, y menos cuando tan fácil nos lo ponen, basta con extraer unas frases del pensamiento expuesto en las redes sociales y adrezarlo con la locuacidad adecuada. Y tampoco sin hacer mención a la pertinente crítica al mensaje del Rey, que para mi juicio con pocas palabras y algunos símbolos a buen entendedor basta. Solo faltaba que ahora a está patulea, que ya está condenada por acusar en falso de acoso sexual al abogado del partido, por explotación laboral de su escolta a la ministra y consorte del vicepresidente y por chulear a la Seguridad Social del motorizado colega de ambos, tenga Su Majestad que darles el regalo de Papá Noel teniendo que criticar a su padre por algo, que aún que yo sepa no está condenado.

Y así va acabando este año, que yo y como de costumbre, entre los sabores del café y el aroma del puro de los domingos, a vuestra salud y en perjuicio de la mía, aprovecho para teclear en la pantalla del móvil, con el único objeto de enviar un fuerte abrazo a amigos y familiares.

RAMON GALINDO