PENSANDO EN VOZ ALTA: DE NUEVO: JESÚS, MAESTRO Y PASTOR

PENSANDO EN VOZ ALTA: DE NUEVO: JESÚS, MAESTRO Y PASTOR

Una y otra vez el (des)gobierno promete y promete y vuelve a prometer ayudas, bonos, rebajas del IVA en la compra diaria -que supone un ahorro de ná y menos- limosnas… (posiblemente para comprar el voto en este año electoral), pero, por otro lado, la población cada vez más desesperada, más empobrecida y haciendo colas y colas para poder llevarse un trozo de pan a la boca. Nadie me puede desmentir lo que veo cada día, no siendo la primera vez que lo comento. Yo vuelvo a comentar, al igual que el (des)gobierno vuelve a prometer. Se han preguntado ¿Cómo sobreviven muchas personas? Una forma es buscar y rebuscar en lo que yo denomino: el mayor de los hipermercados. Les apunto lo que veo día a día:

Al salir de casa tengo varios hipermercados, algún que otro centro comercial, más o menos próximos; pero el portal de mi finca da directamente al mayor de todos los hipermercados: No tiene paredes, no tiene techo, tiene suelo, no tiene estanterías, tiene gran cantidad de contenedores perfectamente identificados: Los hay verdes –en él encontramos todo el material orgánico--, azules –sección papelería y cartonaje--, amarillos –sección latas, plásticos y tetrabrick-- y a continuación destaca uno en forma cilíndrica rematado por una semiesfera que es la sección de vidrio. Junto a ellos está la sección de “oportunidades” (cacharros, muebles y todo tipo de cachivaches que proveedores locales, vecinos de las fincas colindantes, van depositando junto a las secciones indicadas).

Estos contenedores reciben diariamente cantidad de “clientes”. Los conozco a todos y con todos hablo y me comentan lo “contentos” que están de poder acudir a este maravilloso hipermercado. Se respetan y se reparten la miseria con una dignidad que más de uno quisiera. Hay quien visita, únicamente, el contenedor verde. Está el especialista del cartón y el papel (llega a introducirse en su interior con gran habilidad, pasa de la bicicleta que lleva al interior directamente). El ‘plastiquero’, como yo lo llamo, sólo trabaja en el amarillo y lleva un carrito de mano muy chulo. Las ofertas en la sección de oportunidades no duran más de diez minutos, desde su exposición, en ser adquiridas. Creo que hay ojeadores que dan, de alguna forma, la voz de alarma. Con todo lo que recogen, trapichean y algunos céntimos obtienen… más no es suficiente para comer. ¿Dónde comer?

Más de una vez pienso que, estando la sociedad estructurada y con los pilares sólidos, el 99% de los políticos sobran. La sociedad civil, por lo que se está viendo, es capaz de tirar del carro y poner orden allí donde la política no llega o no quiere llegar. Hay acciones que requieren respuestas rápidas y contundentes alejadas de discusiones estériles sobre si son galgos o podencos. Preguntaba 7 líneas arriba: ¿Dónde comer?

Esta pregunta me la hice hace mucho tiempo y, en ese momento, me puse como tarea el visitar uno de esos centros que se ocupan de dar de comer a usuarios de ese gran hipermercado, a personas sin techo, a transeúntes sin medios, víctimas pandémicas y a todo aquel que, por diversas circunstancias, no tiene medio para procurarse un plato de comida. Añado que una pizca de egoísmo había, ya que de vez en cuando me he planteado donde podía acudir en busca de ayuda si me llegara la debacle, tal y como le ha llegado a cientos y cientos de personas. El centro al que acudí para recabar información fue el Comedor Solidario «Jesús, Maestro y Pastor», sito en la calle Juan Fernández de Cartagena (España). Al habla con uno de los responsables, me facilitó los datos que requerí: Dan de comer, diariamente, a más de cien personas. El comedor, consta de 17 mesas para cuatro personas. Al mismo tiempo se hacen llegar al comedor solidario de la Parroquia de San Diego comida para quien la necesita allí.  

Cocina y comedor impolutos, la calidad de la comida impresionante. Las personas que atienden el comedor (voluntarios/as… sobre 110, cada voluntario/a acude una media de dos veces al mes) amables y cariñosas que ponen su tiempo y ganas al servicio de los demás sin percibir un euro. Sólo, cocineros, encargado de comedor y trabajadores sociales, cobran, ya que es su trabajo y trabajan de lunes a domingo los 365 días al año, 366 si es bisiesto.

Este comedor solidario; que no social, no sólo se limita a ofrecer alimentos a personas sin recursos, de múltiples nacionalidades; sino también buscar su inserción social y laboral a través de una intensa labor de acogida, atención, orientación y seguimiento de sus usuarios para tratar de mejorar sus situaciones personales. Los gastos se cubrencon donaciones anónimas, empresas de diversas índoles colaboran desinteresadamente mes a mes. Alguna, como Mercadona, pone todas las mañanas en la puerta del comedor un furgón con productos de toda índole. También, entre otros, “Consum”, “Pescados Cartagena”, y una larga lista. Los responsables económicos hacen maravillas, tocan todas las puertas posibles.

Estando en el despacho, ese día, con mi informante le dicen que falta un voluntario para comenzar el servicio de comidas. Sin pensarlo dos veces se me invitó y accedí a un honor que se ha convertido en algo inolvidable para mí, que volveré a repetir gustoso, y con las lágrimas a punto de saltar. Me facilitaron bata, mascarilla, gorro y guantes. Mi misión: asignar cubiertos, pan, postre y vasos. Pasaron personas de todo tipo, edad y sexo. Se me caía el alma a los pies… veía en ellos la derrota y el vencer el pudor por estar allí… daban las gracias una y otra vez. En un momento determinado otro voluntario me preguntó si había algo que me llamara la atención: Le dije que me sobrecogía el silencio total que había en el comedor. Cada uno con sus pensamientos y sus cuitas. Vi lo que jamás hubiese pensado ver. Con la rabia contenida y ciscándome en todos aquellos que sólo se ocupan de sus diarias gilipolleces.

Este comedor forma parte de Cáritas o lo que es lo mismo de la Iglesia, esa Iglesia que a muchos les ha dado por silenciar… no lo conseguirán.

Todos deberíamos pasar como voluntario, al menos una vez, por centros como el Comedor Solidario “Jesús, Maestro y Pastor”. Desearía no volver a escribir otra columna similar a esta… pero si hay que volver a recordar, la volveré a redactar.