PENSANDO EN VOZ ALTA: LOS SILENCIADOS

PENSANDO EN VOZ ALTA

LOS SILENCIADOS

Hace un par de días que he acabado de leer una novela que me ha dejado en muchos momentos sin habla, con el vello como escarpia y preguntándome si la maldad humana tiene límites. El título de la citada novela es “Los silenciados” (editorial txalaparta). Les dejo una pequeña reseña:

«El primero fue Javier, sacado de las aguas del Río de la Plata con las manos atadas a la espalda con dos vueltas de alambre. Al Turcoy Mariano los encontraron dentro de un coche averiado a la orilla de la Carretera Norte con un agujero en la nuca del tamaño de una nuez. Luego les tocó a los demás: Otilio, Mariano, Gustavo... Estamos en Argentina, en 1978, bajo la dictadura militar de Jorge Rafael Videla, y algo ha despertado la ira de las fuerzas armadas hacia los jugadores del equipo de rugby de La Plata. Cada partido del pequeño club es un desafío a la autoridad, cada homenaje a las víctimas una provocación dirigida al poder, que responde con más sangre. Sin embargo, el equipo, cada vez más diezmado, sigue ganando sus partidos».

“Los silenciados” es un retrato humano de valentía y desafío, que muestra el valor de la lealtad que se crea entre compañeros y

Esta extraordinaria novela se basa en el testimonio del único integrante del equipo de rugby de La Plata que sobrevivió a la guerra sucia de Argentina, Raúl Barandiarán, de origen vasco.

Tanto me ha impresionado la historia relatada por Raúl que me he visto en la necesidad de trasladarme a la prensa de la época, años 1976-1983, y empaparme de las bestialidades que se llevaron a cabo.

La dictadura argentina fue una de las más feroces del siglo XX. Comenzó con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, encabezado por el general Rafael Videla, y se prolongó hasta 1983, cuando el régimen, debilitado tras la derrota en la guerra de las Malvinas, se vio obligado a entregar el poder y llamar a elecciones.

Fueron los años más oscuros que ha vivido Argentina: para la Junta Militar era necesario eliminar a todo individuo y colectivo contrario al régimen, y se estima que 30.000 personas fueron desaparecidas.

Los desaparecidos no eran de una única “casta”, familia, profesión, ideología. No, estos asesinos arrastraban a cualquiera que, únicamente, pensasen en contra de ellos. ¿Qué ganaban gobernando de esta forma? Si, como ya he apuntado en muchas ocasiones, en cualquier momento también vas al hoyo. Transcribo aquí algunos casos que ponen la piel de gallina:

En la madrugada del 4 de julio de 1976, los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Dufau, junto a los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito, se encontraban durmiendo en la casa parroquial. Sonó el timbre en la puerta. Alguien bajó a abrir. Era el momento que esperaban los integrantes del grupo de tareas que habían esperado con paciencia toda la noche. Encañonaron a los religiosos, los llevaron al primer piso, donde estaban los dormitorios, y revolvieron todo lo que encontraron en la casa. Los tres curas y los dos seminaristas se tomaron de las manos, presagiando lo peor. Al instante, una lluvia de balas les arrancó la vida. Los asesinos se fueron sin apuro, en el mismo Peugeot 504 en el que habían llegado. El crimen sólo se descubrió por la mañana, cuando, al ver que la iglesia permanecía cerrada, un feligrés trepó a los techos de la casa parroquial, y, desde una ventana, pudo ver los cinco cuerpos enlazados. Algunos de ellos habían recibido más de 70 disparos.

Se conoce como la Noche de los Lápices a una serie de secuestros y asesinatos de estudiantes de secundaria, ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad de La Plata, este suceso fue uno de los más conocidos entre los actos de represión cometidos por la última dictadura cívico-militar argentina, ya que los desaparecidos eran estudiantes, en su mayoría adolescentes menores de 18 años, que fueron torturados antes de ser asesinados. La CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) estableció que la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como «subversión en las escuelas».

Rodolfo Jorge Walsh (periodista, escritor y militante político) desapareció el 25 de marzo de 1977, al día siguiente del primer aniversario del golpe, mientras echaba las primeras copias de la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar en buzones de la Ciudad de Buenos Aires y se dirigía a una cita con un compañero de la Organización (el encuentro había sido revelado en una mesa de torturas de la ESMA -Escuela de Mecánica de la Armada-. En la dictadura fue un centro clandestino de detención), fue emboscado, atacado y acribillado a balazos por un grupo de tareas (también llamados patotas, conformados por diversas fuerzas militares, eran los grupos que se encargaban de la tortura, asesinato, desaparición de objetivos señalados por la dictadura), el cual se llevó su cuerpo moribundo y lo secuestró ilegalmente. Pasó a integrar la lista de desaparecidos.

Hay muchas historias para desarrollar… no he hablado de los cuerpos que, vivos, lanzaban desde aviones en pleno vuelo. Termino hoy, lunes 19 de septiembre, rindiéndole homenaje a aquellas mujeres argentinas que conformaron los grupos denominados “Madres de Plaza de Mayo”.

Durante varios años, grupos defensores de los derechos humanos realizaron activas campañas en el país y en el exterior. Uno de ellos, "Madres de Plaza de Mayo" todas las semanas marcharon en silencio frente a la casa rosada, a pesar de las amenazas del gobierno. Entre el jueves 8 de diciembre y el sábado 10 de diciembre de 1977 un grupo de militares bajo el mando de Alfredo Astiz secuestró a un grupo de 12 personas vinculadas a la Madres de Plaza de Mayo

Entre los desaparecidos figuran tres madres la fundadora Azucena Villaflor y las dos cofundadoras Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce De Bianco.

Ojalá y nunca más, es una quimera y un sueño, tengamos que hablar de “silenciados”.