Rincón Literario de Paco Marín: “Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas“

Rincón Literario de Paco Marín: “Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas“

TÍTULO:     Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas

AUTOR:      Miguel Ángel González

EDITA:       Menoscuarto Editorial (2021)

Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 14 x 21 cm. Número de páginas: 174. PVP: 16,90 €. ISBN: 978-84-15740-72-8

Novela negra con un marcado estilo muy tradicional. Plagada de multitud de referencias literarias y cinematográficas. Dos detectives totalmente opuestos: René, el mayor, alcohólico y desencantado de la vida. Héctor, novato, más joven y más culto. Novela corta -muy de agradecer- donde todo lo que ha de ocurrir… ocurre, donde te das cuenta que nunca sabemos, realmente, quien nos acompaña y que, efectivamente, la venganza se sirve en platos muy fríos.

«Un despacho oscuro. Con las persianas bajadas para que no entre la luz, ni el aire, ni el pasado; tampoco el futuro. Un despacho sin salidas de emergencia, sin lugares en los que esconderse o puertas por las que huir a otra parte. Un despacho con una máquina de escribir y un teléfono a su lado que sirve como único contacto con el exterior. Dos hombres dentro que buscan a un asesino que caza a sus víctimas fuera pero que, inexplicablemente, siempre parece estar presente. Dos hombres que tienen en común más de lo que podrían haber imaginado. Ambos esconden un pasado del que nunca hablan. Y ambos tienen un mismo objetivo: cazar al asesino al que buscan. Pero hay una diferencia que los separa, y es que quizá cada uno esté buscando a un criminal diferente».

Miguel Ángel González (Madrid, 1982) es narrador y dramaturgo. Autor de las novelas Todos los miedos (Premio de Novela Café Gijón 2015), Cariño (elegida entre los diez mejores libros de 2018 por la Revista Forbes) y Un nublao de tiniebla y pedernal (Premio Ciudad de Alcalá, 2020). Como dramaturgo, ha sido merecedor del Premio Fray Luis de León por la obra Aguantar la respiración (2017) y del Premio Max Aub por la obra Modo avión (2019). Últimas obras publicadas: “Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas” (Menoscuarto Editorial, 2021) y“Prolepsis” (Editorial Alrevés, 2022) -XXVºPremio de Novela Ciudad de Badajoz-.

Un placer departir con un AMANTE de la literatura, de toda la literatura y la cultura… Gracias Miguel Ángel…

P.- Por favor presente a Miguel Ángel González.

 

R.- Me llamo Miguel Á. González. Soy escritor y dramaturgo. 

 

He publicado las novelas Todos los miedos (2016), editada por Siruela y ganadora de la 65ª edición del Premio Café Gijón, Cariño (2018), publicada por Alianza Editorial y elegida como una de las diez mejores novelas del año por la Revista Forbes. Un nublao de tiniebla y pedernal (2021), con la que he obtenido el Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa, y en 2022 ha visto la luz Prolepsis, libro editado por Alrevés, galardonado con el XXV Premio Ciudad de Badajoz de Novela. 

 

Como dramaturgo, he obtenido el Premio Fray Luis de León por mi obra Aguantar la respiración (2017) o el Premio Max Aub por mi obra Modo avión (2019). Mis textos teatrales se han representado en diferentes salas de España, Argentina, México y Estados Unidos.

 

Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas es mi primera incursión en el género negro. 

 

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace "Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas"?

 

R.- La novela nace como un reto. Un reto que yo mismo me impongo, que es el de abordar un género que me gusta y con el que disfruto como lector, pero en el que nunca me había atrevido a entrar como autor. Durante años he disfrutado leyendo género negro, pero siempre había sentido que mi forma de escribir no encajaba con las estructuras habituales de la narrativa negra. Lo que intenté al decidirme a escribir este libro, fue que la obra cumpliera todos los parámetros clásicos del formato, pero sin alejarme de mi forma habitual de narrar. 

 

P.- ¿Qué tipo de documentación ha usado?

 

Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas es un libro peculiar. Digo que es peculiar porque una de las máximas del género negro es la verosimilitud; si lo que se está contando no es creíble, la historia no funciona. Pero en mi caso esa premisa no servía, puesto que el objetivo de mi historia era homenajear un tipo de novela negra muy concreta, los libros de bolsillo que yo leía sin parar cuando era pequeño. Podía leer decenas y decenas de ellos durante los largos y calurosos veranos madrileños. Y era a ese mundo al que quería regresar. Por lo que mi trabajo de documentación se centró, mayoritariamente, en la relectura de todas esas obras. Intenté encontrar la temperatura que tienen los textos de Bevis Winter, de Giorgino Scerbanenco, de James Hadley Chase, de Jean-Patrick Manchette… mi intención era escribir un libro-homenaje a esa literatura, que siempre tenía títulos como Dejad que los cadáveres se bronceen o Los milaneses matan en sábado

 

P.- ¿Conocemos, realmente, a los que nos acompañan día a día?

 

R.- No, creamos perfiles de la gente rellenando los espacios vacíos con datos inventados. Nos basamos en lo que la gente muestra (que nunca se ajusta del todo a la realidad) y también en lo que proyectamos de nosotros mismos en los demás… pero no es malo ese desconocimiento. Todos mentimos y todos ocultamos información. Pero es importante recordar que sin la mentira el arte no existiría. 

 

P.- La venganza es más eficiente ¿en caliente o en frío? ¿Por qué?

 

R.- La venganza debe llevarse a cabo siempre en frío. Es así como resulta eficiente, porque la venganza requiere de una frialdad y una objetividad que solo el tiempo puede darte. El problema es que la venganza es muy emocional y eso hace que esperar pueda resultar complejo. Uno desea vengarse en el momento exacto en el que ha sido humillado. Pero no tengo la menor duda de que el éxito de dicha venganza radica en saber esperar el tiempo necesario.

 

P.- ¿Podemos encuadrar la narración en el apartado de habitación o cuarto cerrado?

 

R.- Supongo que sí, aunque eso es algo que surgió de manera espontánea. Entiendo que, sin darme cuenta, decidí escribir una historia claustrofóbica porque nos encontrábamos en una situación de claustrofobia. Comencé a escribir este libro en pleno confinamiento. Y mi idea era clara: no escribir sobre el coronavirus ni sobre ningún tipo de pandemia. De ahí que me decantara por una novela negra clásica. Pero casi de forma inconsciente situé a los personajes en un espacio cerrado del que nunca salen y en el que acaba desarrollándose toda la narración. 

 

También, por otro lado, había una idea que me parecía muy atractiva, que era la de presentarle al lector una novela en la que solo hay dos personajes y una única localización, y dejarle claro desde el principio que el héroe y el villano están en esa sala y todo lo que tenga que pasar ocurrirá allí. 

 

P.- ¿Por qué las referencias literarias y cinematográficas?

 

R.- Eso es algo que suelo realizar en todos mis textos. Y aparecen aquí porque, como decía anteriormente, para mí era fundamental que la novela tuviese todos los ingredientes del género negro, pero también tuviera mi propio sello personal, que las personas que hubieran leído Cariño o Todos los miedos, pudieran verme detrás de esta historia. Ese fue siempre mi objetivo y el motivo por el que uso una voz narrativa que a veces se detiene en exceso en detalles insustanciales o que pausa la acción para hacer referencias literarias o cinematográficas. 

 

P.- ¿Tiene referente en el género negro?

 

R.- Diría que muchos, aunque aquí habría que abordar una de esas preguntas que dan para largos debates: ¿Qué es el género negro? 

 

Lo digo porque a mí me apasiona la literatura de Cormac McCarthy, sin ir más lejos. Creo que la trilogía de la frontera y La Carretera son novelas absolutamente negras, llenas de moralidad, de crítica social, de violencia… aunque normalmente nadie le pone la etiqueta de autor de género negro. Pienso también en J. M. Coetzee. Para mí Desgracia sería lo máximo a lo que un autor de género negro podría aspirar. No hay un asesinato como tal, no hay una investigación… pero tiene todo lo que para mí debe tener una novela negra. Es una obra que muestra un abuso de poder con la relación del protagonista con una menor, que habla de las clases sociales, de las desigualdades… y tiene escenas de violencia extrema, como el momento en que intentan quemar vivo a un personaje. 

 

Termino con otro ejemplo más. Cuando en los talleres que coordino algún alumno me dice que quiere escribir género negro y me pregunta cómo lograr mantener la tensión en ese tipo de historias, siempre le recomiendo leer a Flannery O'Connor. Ocurre lo mismo, seguramente nadie la incluiría en un listado de narradoras de género negro, pero yo no creo que haya habido nadie en los últimos 50 0 60 años que haya logrado crear tensión y generar suspense como ella.   

 

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?

 

R.- Me gusta mucho la narrativa no ficcional. Siempre digo qué si pudiera elegir un libro de otra persona para haberlo escrito yo, sería A sangre fría, de Truman Capote. 

 

También me apasiona el género breve, podría citar al noruego Kjell Askildsen o a la reina de la ironía Dorothy Parker, autores a los que siempre regreso. 

 

Y por terminar citando a dos de mis influencias más claras: Félix Romeo y Richard Ford. 

 

P.- Como lector, prefiere ¿libro electrónico, papel o audiolibro? ¿Que está leyendo ahora mismo? Recomiende, por favor, un par de títulos.

 

R.- El papel sin lugar a dudas. Nunca he leído en otro formato. Solo consumo libros en papel. 

 

Ahora mismo ando inmerso en varias lecturas no ficcionales: Conquista de lo inútil, de Werner Herzog y Mi padre el pornógrafo, de Chris Offutt (que por cierto es un excelente autor de género negro). 

 

Leí también hace muy poco Todo lo que no te pude decir, de Cristina Peri Rossi, ganadora del último Premio Cervantes, y Querido Miguel, de Natalia Ginzburg, de la que no había leído nada y me sorprendió muy gratamente. 

Y por citar el género negro, mis dos últimas lecturas han sido Coleman, de Adolfo Gilaberte, y Para morir en la orilla, de José Luis Correa, dos novelas que me atraparon y que no pude parar de leer hasta devorarlas. 

 

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

 

R.- No soy demasiado maniático. Puedo escribir en cualquier sitio y no tengo horarios o rutinas establecidas. Pero tengo alguna peculiaridad, por ejemplo, escribo siempre a mano y con lápiz. Me gusta mucho esa sensación artesanal de “fabricar” lo que uno escribe. Y también ver que los lápices se van haciendo cada vez más pequeños según crece mi historia. 

 

P.- ¿Qué opinión le merecen los festivales de género negro?

 

R.- Como autor que llega nuevo al género, creo que son experiencias extraordinarias. Lo son para los autores, porque nos ofrecen la posibilidad de relacionarnos, de conocernos entre nosotros, de hablar directamente con nuestros lectores… y también para ellos, claro. Los festivales de género negro son una fiesta dirigida a los lectores. 

 

Lo que más me gusta es ver la buena salud que tiene el género y lo mucho que le interesa a la gente. 

 

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora...si la hubiere.

 

R.- Me han ocurrido muchas, pero seguro que todas las he desvelado en algún momento. Soy muy malo guardando secretos. 

 

Por citar una anécdota muy curiosa, hará como unos cuatro o cinco años me invitaron al Palacio Real para asistir a la comida en la que se anuncia al ganador del Premio Cervantes y en un determinado momento la Reina Letizia me entregó su teléfono móvil para que le tomase una fotografía junto al cantante Marwan. 

 

P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer "Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas"?

 

R.- Porque tiene un título larguísimo y los libros con títulos largos siempre son buenos.

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son? 

 

R.- Mis planes a corto, a medio y a largo plazo siempre son los mismos: Escribir. 

 

No hago muchas otras cosas, me gano la vida inventando historias y creo que soy un enorme privilegiado por ello, pero por concretar un poco más, el año que viene se cumplen 20 años del primer texto literario que publiqué y del primer premio que me concedieron, así que para 2023 me gustaría publicar una colección de relatos con los mejores textos que he escrito en esas dos últimas décadas.