Opinión

Montanaro: TONTOS DE CAPIROTE

Andrés Hernández
Andrés Hernández
Montanaro: TONTOS DE CAPIROTE

TONTOS DE CAPIROTE

En algún sitio leí que hay tontos que fingen ser sabios y sabios que fingen ser tontos, paradigmas de la filosofía, pero cuando uno se encuentra con tontos que quieren fingir que lo son, nos encontramos en estas fechas con los tontos de capirote y les aseguro que los hay, el problema es que en muchas ocasiones se establecen en destacados cargos que abruman por su incapacidad a la par que su rigidez e inflexibilidad, cualidades negativas que suelen ser compañeros de viaje.  

Nuestra Semana Santa, y no dudo que en el resto también, se nutre de una legión de ellos, asoman en los límites de la Cuaresma y suelen dejar el cortejo con los últimos rayos de luz de la Pascua, animan, recriminan, acompañan, acaparan y desaparecen como aquel fantasma prescindible, suelen acariciar el ridículo y como buenos tontos de capirote pasan inadvertidos para ellos mismos.

Nuestros magnos y barrocos cortejos no aparecen más allá de la televisión local y esporádicamente en la regional, y uno se pregunta ¿No éramos internacionales?, claro que, si nos estancamos en tirarnos tierras de labranza a la cabeza, pues eso no dejamos de ser labriegos, parece que nos conformamos con poco, escuchamos al tonto de capirote que no quiere pendones cofrades en sus fachadas, al que ruega que le llueva, al contrario, hay que ser tonto. Asistimos a los comas etílicos particulares de las largas noches y vivimos la fiesta con la mente puesta en misiones estatales imposibles, algunos, a lo samaritano, y dando golpes de solidaridad en el pecho, producto de la más pura negligencia del ególatra.

Y por cierto, fuera de demagogas estrategias y foros de palmeros, las procesiones, las verdaderas procesiones comienzan en la madrugada del Viernes de Dolores, exactamente a las 04.00h. Más adelante, tras una lección de pundonor que cada Domingo de Ramos nos dan una cantera de niños cada vez más pequeños y más ejemplarizantes, nos postramos todos los cartageneros, otra vez, ante nuestra Patrona, un Lunes Santo morado con orgullo y tradición y, por supuesto, con La Piedad. El Martes es la manifestación de la tradición castrense de esta santa tierra, la que con corazón y estilo cartagenero encumbra la noche trimilenaria, una noche que esperemos este gobierno no nos mancille. Ante la extensión de lo magno del Miércoles Santo, solamente sumisión al arte de los maestros de la expresión artística, la Pasión viva y más real que nunca. Más de cinco décadas el Jueves Santo aglutina la tristeza y el callado grito de recogimiento ante un Cristo Muerto antes de tiempo, una ciudad rendida, que renace a partir de la madrugada marraja, llena de vida y esperanza en la calle de la Amargura. Más tarde es el sin par Capuz quien tensa junto a grandes artistas el espasmo de dolor de los corazones cartageneros. Un Vía Crucis improvisado pero amable y dinámico nos acerca a la eclosión de alegría y la nostalgia del final, luz irradiante ante la Resurrección de nuestro Salvador y sus blancos nazarenos, hasta esa tarde de Domingo de Resurrección sobre las 15.00h duran las verdaderas procesiones de Cartagena, este año un día más, fuera de concurso…, la vespertina tarde de mona en lugar de pasarla en Los Canales, la playa o el monte lo haremos viendo otra procesión como celebración de aniversario, no sé si apropiado o no, pero como decía, con la despedida de la Virgen blanca, o azul…, el Domingo de Resurrección se despiden los cortejos.