Opinión

BASTA YA (STOP LEY CELAÁ)

BASTA YA (STOP LEY CELAÁ)

Vamos a la deriva como de si un barco se tratara, pero los marineros (los profesores) están perfectamente capacitados para enderezar el rumbo. Los de la pública y la concertada, como los de la privada. Junto a los centros, con las familias. La culpa de la educación en este país, no es de la concertada o de cursar la asignatura de Religión, ni de tener a alumnos en centros de Educación Especial.

Tenemos una educación pública dual, formada por la pública y la concertada. No coartemos libertades, dejemos libertad para elegir. No confrontemos la pública con la concertada. Juntos sumamos.

Así iremos a peor. Está claro, con esta ley aumentamos las plazas en los centros públicos y dejamos en mínimos a la concertada, no ahora, a medio plazo, me los cargo porque la concertada es la lacra. Increíble. Y que la familia no elija, ya lo hace el Estado por ella.

Asfixiamos a estos centros, los concertados, no se mejoran los conciertos, claramente deficitarios, y les impedimos las aportaciones voluntarias.

Y vamos a vaciar a los centros de Educación Especial en 10 años, porque no son inclusivos. Increíble. Los padres de niños con discapacidad saben lo que necesitan y quieren que les dejen elegir.

Excluimos la formación religiosa en la escuela, incumplimos acuerdos internacionales y dejamos sin contenido y sentido los Proyectos Educativos e Idearios de los centros de carácter religioso. Increíble. Fuera elección y libertad de padres y madres.

En este contexto de crisis sanitaria y económica está muy feo aprobar esta ley, que, además, no está consensuada. O sí lo está, con quién quieren, no con la mayoría de la comunidad educativa. Debemos aunar esfuerzos en salir de esta crisis, también en educación, que intentemos que nuestros discentes noten lo mínimo en su formación los efectos de la pandemia.

Lo que necesitamos es una ley educativa consensuada, sobre todo con los profesores (también familias, directores), los que trabajan a diario para mejorar la educación y formación académica. Una ley que dure mínimo 15 años, que de estabilidad al profesorado, a los alumnos como protagonistas, y por ende, a las familias. Restar algo de burocracia que deje al docente dedicarse al alumno para que siga subiendo peldaños en la escalera de su formación. Que seamos más prácticos y eficientes. Y un pacto educativo, junto a una ley de función docente sin discriminación por ser docente de la pública o la concertada, o la privada. Todo lo demás sobra. Ya.

JOSÉ LINARES, LIBERADO DE FSIE