El tío de la corbata, Ramón Galindo
Y con esto poco a poco seguimos con la Guerra de Ucrania, una contienda que usando una palabra de moda la han llamado “guerra híbrida”. Pero lo cierto es que a pesar de la superioridad rusa en artillería e infantería una guerra no acaba hasta que un soldado planta la bandera y entonces llega un tío con traje y corbata, reparte medallas y larga un discurso. Pero no parece que Putin quiera aún eso, cerca ciudades y las machaca con fuego artillero y sus carros de combate no entran en las grandes ciudades, solo en supermercados de pequeñas poblaciones sus dotaciones se bajan de sus anticuados T-72 para saquear lo poco que queda en los supermercados. Extrañamente estamos viendo largas columnas de vehículos de combate avanzando por carreteras, contrariamente a lo que debería ser un despliegue en formaciones de ataque, posiblemente sabedores de esa norma bélica de “quien domina el cielo, dominará la tierra” y a excepción de los drones turcos, poco hemos sabido de ataques aéreos de unidades aéreas ucranianas a objetivos rusos.
De todo esto de lo que sí tenemos constancia fiel es de la “espantá” de la población civil a sabiendas de cómo se las gastan los del vodka en las contiendas, ya ellos escucharon las historias que sus abuelos les contaron de la época de Stalin, donde el genocidio fue de rango superior a lo imaginable.
A Putin no le interesan las personas, le interesan los minerales, los cereales y los recursos económicos y estratégicos. Tampoco le interesa la Champions league ni Eurovisión, por lo tanto exterminará a todo bicho viviente y se quedará con lo que quiera y la parte que le interese.
De la otra parte, la OTAN, la CE y la ONU, dirán lo que quieran pero permanecerán inmóviles al pie de la frontera a esperar que el aprendiz de zar acabe su trabajo, -no olvidemos que Putin y su amigo chino disponen de derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU- porque de sobra sabemos que EE.UU no va apretar ningún botón rojo si no le tocan su territorio o ven abrirse las escotillas de los lanzadores los inmensos submarinos de clase Delta IV y clase Borei con misiles Sineva de ojivas nucleares y alcance intercontinental. Y los del Tío Sam prefieren hacer las guerras fuera de su país, y si les tocan algo, como fue el caso de las Torres Gemelas, van y se lo explican en su casa a los terroristas, es más a consecuencia de esta guerra, sus exportaciones de gas licuado se han incrementado tanto en el volumen como en el precio.
Esto no es Pearl Harbor ni estamos hablando de la potencia de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, ahora cualquier cabeza nuclear es casi 4.000 veces superiores a aquellas y si a algún loco se ocurre pulsar el botón, entonces esto acaba en holocausto nuclear y le tendríamos que dar la razón a Mel Gibson en Mad Max y en mas allá de la cúpula del trueno.
Aun así, los refugiados de esta guerra en comparación con los del Antiguo Sahara Español se pueden considerar unos privilegiados, y también es más cierto que con el status de refugiado de guerra, podrán aunque tristemente reiniciar una vida en condiciones muy favorables y también es verdad que la capacidad de integración de quienes comparten modus vivendi “a la europea” les permitirá en pocos años a los que no regresen, a estar totalmente incorporados.
De modo que nos toca esperar al soldado de la bandera, que como en Iwo Jima tan fantásticamente supieron representar iconográficamente los norteamericanos, o el soldado Ismailov cuando fue inmortalizado coronando en 1.945 el Reichstag en Berlín con la del martillo y la hoz, después ya vendrán los del traje y la corbata y levantaran nuevos muros, no solo como el de Berlín, en el Sahara también el rey moro construyó uno de más de 2.700 Km. Y repartirán medallas y largarán discursos.
Y así como de costumbre, enciendo el puro de los domingos y escribo estas letras que a vuestra salud y en perjuicio de la mía, con la única excusa de enviar un fuerte abrazo a amigos y familiares.
RAMON GALINDO