La balsa de aceite: Pecar por omisión o El silencio culpable. Pablo Cerezuela
La balsa de aceite: Pecar por omisión o El silencio culpable.
En las últimas elecciones locales asistimos al “acuerdo” enCartagena entre 3 partidos políticos (PP, PSOE y Ciudadanos) sobre la lista más votada (MC) porque no se podía permitir que Cartagena cayera “en manos de MC”. Acuerdo que prorrogó a Ana Belén Castejón, repudiada ya por su propio PSOE, otros dos años y daría posteriormente el relevo a Noelia Arroyo (PP); desconozco el papel específico de Manuel Padín (C´s). Se supone que este juego de alianzas (de tronos diría yo) pretendía teóricamente dar estabilidad al gobierno local, crear una “balsa de aceite”.
Independientemente del sentimiento que inspire esta “unión temporal de empresas” y de los resultados que se le puedan exigir, creo que podemos decir sin miedo a estar equivocados que existe una aminoración de la percepción del sentido y significado de Cartagena por parte de esta heterogénea tripleta. No voy a comentar la ausencia de esfuerzo en potenciar la Comarca de Cartagena, objetivo entre otros de nuestro estatuto de autonomía, la de infraestructuras para ésta, salvo el CATE claro, el aislamiento ferroviario (tan previsible como evitable, tan impuesto como aceptado) o mil aspectos más sobre los que podríamos debatir o estar convencidos. Quiero comentar la ausencia de sentido y significado de Cartagena.
Quiero levantar la voz, levantar el sentimiento de orgullo de ser cartagenero. Sí, discúlpenme la osadía. Quiero oír de los habitantes de Cartagena y su Comarca el orgullo de pertenecer a ésta. Y me sorprende y me duele que nuestros representantes políticos sean incapaces de hacerlo. Porque independientemente de que esté más o menos de acuerdo con ellos, su ideario (si lo hubiera) o sus procedimientos,en lo que no podemos discrepar es en que, lo queramos o no, nos representan. Son la voz e imagen de Cartagena; nuestra visibilidad tanto a nivel interno como a nivel regional y nacional. Esto explica mi exigencia de defensa de Cartagena y lo que supone. Mi exigencia de reclamar el sentido y significado de Cartagena.
No puedo entender que el habitual acoso que recibe todo lo que no es murciano (en especial, pero no únicamente en Cartagena) se haya intensificado en los últimos tiempos hasta la náusea; no entiendo exactamente la pretensión, el objetivo, de esta nueva vuelta de tuerca que dan desde “la capital”. Irracionalidad que recordemos perjudica gravemente a Cartagena, pero no solo a ésta. Impide el necesario y merecido desarrollo del resto de municipios y localidades de esta región: Mazarrón, Águilas, Los Alcázares, Yecla, Jumilla, Caravaca, Lorca ...
Contemplamos absortos como últimamente no dejan de lanzarse campañas de “festivales región de murcia” absorbiendo los propios (Jazz de San Javier, por ejemplo), la marca “origen murcia” (teóricamente privada, pero con apoyo institucional), la “vuelta ciclista a murcia” (con un ciclista vestido de huertano), el asiático murciano en FITUR con una marca de café de murcia-ciudad, ser municipio homenajeado por la asociación de amigos del museo de la huerta (de los amigos me guarde Dios que de los enemigos me guardo yo), ubicar Cala Cortina como playa de murcia, celebrar la marinera como tapa “murciana” por excelencia o en una televisión regional anunciar “Cabo de Palos como parte de la ciudad de murcia” son algunos de los ejemplos que componen esta intencionada ceremonia de la confusión, para los que no tienes que buscar muy lejos en el tiempo ni muy a fondo en los medios. Son recientes, conocidos y por desgracia, habituales. Campañas, promociones y medios pagados con el dinero de todos los ciudadanos de esta región.
Pero si ya me resulta difícil encajar este sinsentido lo que no es comprensible ni, en absoluto, admisible es el silencio de nuestra tripleta de representantes. Silencio cómplice de alcaldía y compañía. Pecado por omisión o silencio culpable. Estos aliados para hacerse con la alcaldía frente a la lista más votada no son capaces de reaccionar, de levantar la voz, de reclamar lo propio cuando se lo están merendando en su casa y en su mesa. ¿Qué puede hacer que no levanten la voz, que no se sientan heridos en su orgullo? Se me ocurre pensar que quizá no tengan voz, y probablemente sea así en paralelo a lo que ocurre con los partidos de representación nacional, … o no tengan orgullo. Es indigno quien, designado para representar lo suyo, no es capaz de defenderlo.
Así está Cartagena convertida en una balsa de aceite, pero para que cualquier insulto, escupitazo o peineta a esta tierra no genere ni una mínima respuesta. Ante la tempestad de maltrato y vejación, ni un mínimo oleaje, niuna leve onda que llegue a la orilla y salpique al bañista. Quizá esa mayor densidad del aceite que hace que este apenas se altere ante la zozobra, era la requerida desde la “capital” y forzó ese pacto a todos ojos antinatura para evitar que otros oleajes, líquidos y densidades llegaran a su orilla a empapar lo huertano, que sigue seco e impoluto a pesar de ciscarse y arrebatar lo de los demás para crecer ellos solos.
Creo que como ciudadanos nos corresponde exigir ser representados adecuadamente y en esta exigencia se incluye reclamar de manera clara, vehemente si hace falta, el sentido y sentimiento de Cartagena. Y si no saben, pueden o quieren, vayánse, dediquénse a otras cosas, creen la balsa de aceite en un entorno menos dañino y no continúen pecando por omisión o manteniendo un silencio culpable.
Pablo Cerezuela Fuentes