Mascarillas por doquier, por Ramón Galindo
Y con esto poco a poco, totalmente inmersos en el tórrido verano, con un extraño fin de curso, que para las notas finales algunos incluso han deseado, se vuelven a llenar las playas, además de mascarillas esparcidas entre dos aguas por doquier ¡Guantes no, que hace mucho calor! De guantes ya ni se habla.
Pero que sepamos que las mascarillas han llegado para quedarse, aparte de las de diseño que tanto proliferan, ya va siendo normal meterlas por packs en el carrito de la compra entre el papel higiénico y el gel del baño, todo "made in China" sin estar muy seguro de que los chinos nos compren algo, sin embargo si lo estoy de que ya han introducido un nuevo producto de obligada compra en el resto del mundo, sin que nadie se haya parado a pensar de que la falta de autosuficiencia y por lo tanto la dependencia del gigante asiático pudiera ser precisamente la que nos haya tenido en jaque en caso de emergencia ¿Emergencia involuntaria o plan perfectamente urgido?
¡Y así vamos! Mintiendonos más que el Twitter de Echenique. Pues no va el payo y dice que la pedrada en la ceja de la diputada Rocio De Meer era un montaje con "un poco de kétchup" ¡Hombre! Esto viniendo del portavoz parlamentario de Unidas Podemos (o "podemas") equivale a que no nos tragásemos su incapacidad física y que esté fingiendo su discapacidad para beneficiarse de ello, pues su minusvalia mental no la puede fingir ni disimular quedando fuera de toda duda con opiniones como a las que nos tiene acostumbrados.
Y así, aislando (por ahora) edificios y comarcas seguimos enmascarillados bajo la amenaza de esta asesina pandemia, de la que los que estuvieron advertidos no nos avisaron ni informaron bien y que después tantas denuncias pusieron por incumplimiento del confinamiento y sin embargo sigan permitiendo las oleadas de desembarcos de inmigrantes infectados hasta las trancas, que nos lanzan desde buques nodriza perfectamente planeados, en un movimiento buque-costa cuya logística y organización ya la hubieran deseado para sí mismos los Aliados en Normandía.
Y así de la misma forma que los españoles corren a la cola del paro (previa cita por internet) los inmigrantes ilegales (y no olvidemos nunca el significado de la palabra ilegal) corren a las oficinas de peticiones del ingreso mínimo vital, casi sin haberse quitado aún el chaleco salvavidas y la manta de la Cruz Roja, y por supuesto sin cita previa ni nada. Luego no les darán nada, eso sólo lo han pensado para los ninis con derecho a voto, pero el efecto llamada está ahí.
Y así, ya sin la barba del asedio, que aún no estoy seguro de que me la tenga que volver a dejar crecer, como de costumbre enciendo el puro de los domingos, para escribir estas letras con la única excusa de poder enviar un fuerte abrazo a amigos y familiares, que hago extensivo al resto, o codazo, como prefiráis.
Ramón Galindo.