Opinión

PENSANDO EN VOZ ALTA: ASTRACANADA

PENSANDO EN VOZ ALTA: ASTRACANADA

PENSANDO EN VOZ ALTA

ASTRACANADA

El pasado jueves, día 3, asistí como espectador televisivo, a la sesión del Congreso en la que se votó ‘la reforma laboral’. En el momento en que se produjo dicha votación no daba crédito a lo que oía y veía. Unos parlamentarios aplaudían plenos de gozo y alegría, para treinta segundos después callar… momento en que los del bando contrario recogían el testigo de los aplausos y batían palmas como si no hubiese un mañana. Era inenarrable, para una mente normal, lo que estaba sucediendo en el hemiciclo. Era inconcebible que la presidenta de toda esta grey, primero dijera que no se aprobaba la reforma laboral para unos segundos después decir que si, que sí, que quedaba aprobada dicha reforma. Parece ser que lo de sumar no se le da muy bien; más a ella se le permitió corregir sobre la marcha. Los gritos, las descalificaciones, los malos modos, las ruedas de prensa que siguieron eran un auténtico disparate mental ya que todo el mundo pretendía llevar razón. En definitiva, volvíamos a asistir a algo inenarrable, algo que no tendría que ocurrir en ningún momento y circunstancia. Yo buscaba la palabra que me pudiera definir lo allí presenciado y, hete aquí, que astracanada me vino a las meninges.

‘Astracanada’: Acción o comportamiento públicos disparatados y ridículos. También me cuadra: Obra teatral del género astracán. Farsa teatral disparatada y chabacana.

Exactamente eso es lo que estaba ocurriendo en el que se supone ombligo de la democracia. El comportamiento de los asistentes era disparatado hasta extremos ridículos; más cada día nos están malacostumbrado a sus mentiras, a sus farsas de toda índole… a cuál más chabacana.

Como ustedes sabrán todo esto se fue de madre por el cambio de voto de dos diputados navarros y el “supuesto” ¿fallo? de un diputado del Partido Popular al votar telemáticamente desde su domicilio. Este voto, en sentido contrario a lo que se supone que tendría que ser, fue el motivo de la disputa y discusiones posteriores. Unos querían anularlo y otros tomarlo por bueno. Me vino a la cabeza aquella película titulada “El disputado voto del señor Cayo” dirigida por Antonio Giménez-Rico y encabezado el reparto por Paco Rabal. La derecha quería rechazarlo y la izquierda no -lógico, pues esta metedura de pata o de mano favorecía los interese del gobierno-. Estoy segurísimo que si el anularlo hubiese favorecido los intereses del poder, anulado sería. Recuerdo que la señora presidenta cambió sus palabras en el anuncio del resultado.

Dicen que el diputado que se equivocó acudió a la sede del Congreso y no lo dejaron pasar y que antes había advertido del ¿despiste? Él quería corregir el sentido de su voto. ¿Qué formación tienen que no saben ni apretar un botón? Sin embargo, se pretende que los de otras generaciones seamos doctores en el manejo de las ‘máquinas de las perras’. En fin, no lo dejaron rectificar, ¿si la rectificación hubiese favorecido a los intereses gubernamentales lo hubiesen dejado? Les recuerdo que el punto sexto del reglamento del Congreso contempla dicha corrección: "el diputado que hubiera emitido su voto mediante el procedimiento telemático no podrá emitir su voto presencial sin autorización expresa de la Mesa de la Cámara que, en el supuesto en que decida autorizar el voto presencial, declarará el voto telemático nulo y no emitido".

Como comprenderán son elucubraciones mentales de quien escribe ya que no estaba presente y como todos MIENTEN MÁS QUE HABLAN no puedo darle verosimilitud a nada de lo oído y leído. Solo sé que lo visto es de las mejores interpretaciones de “ahora no me ajunto contigo”. Es una pena que tengamos a estos representantes a nivel nacional. En otro momento hablaré de la movida que tenemos a nivel regional. En definitiva, vamos de astracanada en astracanada.