Opinión

PENSANDO EN VOZ ALTA: ESQUELAS Y EPITAFIOS

PENSANDO EN VOZ ALTA: ESQUELAS Y EPITAFIOS

PENSANDO EN VOZ ALTA

ESQUELAS Y EPITAFIOS

Cuando morimos ¿qué queda? O como decíanmis alumnos, cuando acabábamos de resolver un problema matemático, ¿ya está? Eso es lo que vengo planteándome hace un tiempo; será porque el próximo día 5 de agosto cumplo 70 años y me sitúo al otro lado de la montaña, voy hacia abajo. Me quedo mirando fijamente a ningún sitio y me inquiero: Muero y ¿qué? ¿ya está? Aun siendo la vida una ecuación con solución fija y única, siempre que se resuelve (la de los demás) nos pilla de sorpresa. Cuando se resuelve la nuestra no nos enteramos. ¿Qué queda? Me da la impresión que lo único que resta a este lado, a los demás, a los que nos han acompañado en este problema que es la vida es lo que quieran dedicarnos en una esquela o epitafio recordándonos. Es por ello que debemos comportarnos, si nos importan las esquelas o epitafios propios, de manera más o menos digna.

El origen de las esquelas se remonta a la Historia Antigua, cuando se enviaba una carta breve para citar o convidar a una persona. Con el tiempo, fue relacionando este término a la muerte, hasta tener el sentido actual. A su vez, el epitafio es una inscripción que se pone, o se supone puesta, sobre un sepulcro o en la lápida o lámina colocada junto al enterramiento.

Este mensaje puede ser emotivo, que denota el dolor de quienes se quedaron, para despedirse de quien se fue: “Cuanto cariño hay debajo de esta losa, cuántas lágrimas encima”. Las hay también humoristas: “Aquí descansas, buen esposo, buen padre, pésimo electricista casero” o “Ya no tose”. Sea el tono que sea, las esquelas son una invitación a no olvidar a los seres que alguna vez ocuparon algún lugar especial en la vida de alguien.

Vamos a repasar algunas notas incluidas en esquelas y epitafios varios: «Fue un buen hombre, un buen esposo, un buen padre, un buen abuelo, y amigo de sus amigos, y también un gran cocinero. ¡¡¡Te vas sin dejarnos la receta de la paella de escabeche!!!».

En una tumba, el siguiente epitafio: «Manolo, no nos esperes levantado, ya iremos llegando…tú a tu aire». Hay que ser cuidadoso con lo que se hace en la vida y sobre todo con quien se hace; puede quedar reflejada una infidelidad en la esquela propia o junto a ella. Tras la muerte de un ciudadano argentino su familia decidió publicar una esquela en un periódico de su localidad, que rezaba lo siguiente: “X, tu esposa y tus hijos se despiden con dolor”. Hasta aquí todo normal, pero la sorpresa fue mayúscula cuando la mujer descubrió que justo al lado de la esquela que había encargado publicar había otra también dirigida a su marido: “Mi gordito querido, X. Gracias por estos 5 años de felicidad. Tu amor por siempre”.

Hay epitafios grandiosos, por lo menos a mime lo parecen. En el cementerio de la Almudena de Madrid: “Aquí estoy con lo puesto, y no pago los impuestos”. Jardiel Poncela, genial hasta la muerte; su epitafio reza “Si queréis los mayores elogios, moríos”. Siempre me hago la misma pregunta: ¿Por qué todo lo que se oye en un velatorio, sobre el finado, no se le ha dicho en vida? Sobre Miguel Mihura descansan estas palabras “Ya decía yo que ese médico no valía mucho”.Miguel de Unamuno decidió, para su último viaje, el siguiente alegato “Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo”. Me llama la atención el epitafio de John Keats “Aquí yace alguien cuyo nombre fueescrito con agua”. Cada uno puede dar su interpretación a lo que lee sobre una lápida, aquí les dejo esta inscripción: “Aquí descansa mi querida esposa. Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando”.

Acabo con el recuerdo a un colega, enamorado de lo mismo que un servidor “los sudokus”. La familia de Allan Robinson, gran matemático, decidió adornar su lápida con un sudoku y una ecuación matemática extraída de su tesis doctoral: xn + yi h i = 1(1)*q. Genial.

Para acabar con una sonrisa… Desde aquí abro un concurso de ideas para mi epitafio… el mejor será recompensado con mi eterno agradecimiento… lo celebraremos cuando llegue al otro lado junto a mí, o llegue yo si es que se me ha adelantado… no hay prisas para ver mis esquelas o epitafios.