PENSANDO EN VOZ ALTA: INSPIRACIÓN. TALENTO. TRABAJO
PENSANDO EN VOZ ALTA
INSPIRACIÓN. TALENTO. TRABAJO
Es muy difícil sentarse estos días a desarrollar una columna de pensamientos, más o menos normalizados. La maldita invasión de Ucrania por orden de Putin, el Covid-19 que no acaba de irse, revuelo en ciertos partidos políticos, miente que algo queda, postureo y más postureo… todo esto ocupan las conversaciones y las redes sociales. Por otra parte, entre lo mucho que me llega para leer y reseñar, me encuentro con nombres reconocidos como “ESCRITORES” y otros reconocidos socialmente, por diversos motivos, y que se lanzan a “¿escribir?” y además le publican; y es del fenómeno de ‘la escritura’ de lo que hoy voy a opinar y así alejarme de los malos humores que estos días me acompañan.
He de comenzar diciendo que tengo un respeto máximo a toda aquella persona(escritor o no) que se decide a escribir un libro y llega a buen puerto, o sea lo acaba. Yo que no llego mucho más allá de las líneas de esta columna me pregunto como hacen para completar dicha singladura… esta pregunta, en alguna forma, la traslado a los mismos cuando los entrevisto o hablo con ellos: ¿Cuándo, cómo y por qué nace tal o cual historia? ¿Qué manías tienen a la hora de escribir? Como verán soy muy curioso y esta curiosidad me lleva a buscar información, a leer, a documentarme para poder compartir con aquellos que tienen la benevolencia de leerme. Muchos son los autores que se han hecho las mismas preguntas y la han vertido en libros maravillosos; a mí, el que me dio muchas pistas fue: “Cuando llegan las musas. Cómo trabajan los grandes maestros de la literatura. Raúl Cremades / Ángel Esteban. Espasa Hoy. 2002.”
Hoy voy a referirme a algunos monstruos que siempre me han apasionado, veamos: Uno de mis escritores de cabecera, al que he admirado hasta decir basta, es ‘Miguel Delibes’. A la pregunta ¿Cuándo, cómo y por qué…? respondía: «No me es posible escribir en cualquier momento. Necesito un estado de ánimo que consiste en tener la cabeza en blanco, no agobiado por una preocupación o por un motivo satisfactorio demasiado grande. De manera que lo que necesito es serenidad. Eso, por un lado; por otro, que el tema que voy desarrollar esté maduro. No me puedo poner ante unas cuartillas y convocar el tema. Ha de ser el tema el que me convoque a mí. No soy yo quien elige la novela. La novela me elige a mí. Un día ves un ratero, le sigues, hablas con él, piensas luego en su miseria…, y ya has quedado embarazado. El ratero te ha preñado. Así nació “Las ratas”. La creación no depende tanto de tu voluntad como del azar».
Seguimos con ‘Antonio Buero Vallejo’: «Cuando, por fin, veía claro el tema para una, obra y tenía listo un guion básico de sus principales elementos, entonces saltaba la chispa, y su vieja bata gris se convertía en auténtico mono de trabajo… y se ponía, con cierto método, a escribir todos los días a la misma hora –cuando comenzaba a atardecer-La redacción se volvía fluida -escribía por las tardes y corregía por las mañanas-. Sus manuscritos quedaban totalmente maltrechos de tantos tachones, anotaciones y correcciones como les infligía su creador. Solía hacer dos o tres versiones completas de una misma obra. Y todas ellas a mano».
Creía ‘Rafael Alberti’ en la inspiración de la vida cotidiana. Todo lo que le ocurre al poeta, lo que le rodea, las circunstancias en las que vive, las personas con las que se relaciona…, todo lo que puede llevar a escribir. Le inspiraban los amigos –fundamentalmente ‘Federico García Lorca’-, la venganza, el miedo a los automóviles; en definitiva, la vida diaria, pero también era un firme defensor de la profesionalidad en la poesía. A veces, Alberti escribía en estado de duermevela, casi sonámbulo, durante las noches en las que no lograba conciliar del todo el sueño. Y cuando se levantaba, al amanecer, se encontraba el suelo de su habitación poblada de papeles con embriones de poemas, que luego debía interpretar y completar hasta otorgarles la forma definitiva.
“Si no tiras de ellas, las musas no llegan” decía ‘Saramago’ y añadía: Siempre he considerado la escritura como un trabajo más. La experiencia es esencial en el aprendizaje y en el desarrollo de cualquier tares. Su teoría sobre la inspiración y la creación literaria se basaba en el concepto de práctica habitual y del trabajo cotidiano. Referente al miedo del folio en blanco, decía… “lo primero que hay que hacer con el folio en blanco es mancharlo con la primera palabra, aunque esa palabra sea una tontería y luego haya que desecharla. Saramago no era amigo de dar recetas o pautas de trabajo hasta que, en una ocasión, de tanto pedírselas, terminó por inventar una: ‘en primer lugar, no perder el tiempo, y en segundo, no tener prisa’.
Además de todo lo apuntado anteriormente de mano de escritores más que reconocidos, añadimos que la receta para llegar a ser un “buen” escritor es la de trabajar, entregarse en cuerpo y alma, con perseverancia, con rigor, teniendo presente que lo más seguro es que el talento brote con el esfuerzo. No estamos, como alguien piensa, ante un pasatiempo, un deporte, un juego refinado que se practica en los tiempos de ocio. Es una dedicación exclusiva y excluyente, una prioridad a la que nada puede anteponerse, una servidumbre libremente elegida. ‘Flaubert’ decía que escribir es una manera de vivir y ‘Vargas Llosa’ concreta ‘quien ha hecho suya esta hermosa y absorbente vocación no escribe para vivir, vive para escribir’.
Solo quien entra en literatura como se entra en religión, dispuesto a dedicar a esa vocación su tiempo, su energía, su esfuerzo, está en condiciones, de llegar a ser verdaderamente un escritor y escribir una obra que lo trascienda.