CASA DE LA FORTUNA

CASA DE LA FORTUNA

Volvía aquella mañana de un paseo por nuestro puerto, atravesando por la calle Gisbert de vuelta a casa, sin mayor pretensión que hacer algo de ejercicio y pasar por la confitería DAVO para llevarme pan recién hecho de ese tan calentito y tierno.

Y mientras esperaba en la calle mi turno, me paré a observar más detenidamente esa plaza en la que nunca reparo, la Plaza de Risueño.

Y entonces me entero que anteriormente se llamaba Plaza de los Caballos, porque la gente adinerada de la zona tenía allí sus caballerizas, aunque le cambiaron el nombre años después en honor a un doctor, Benigno Risueño.

Y la curiosidad asoma a  esa ventana interna que me gusta abrir a menudo a las historias que cuentan los lugareños de la zona, aunque por desgracia los de ésta ya son casi inexistentes.

Pero las hay, y de esas que me gustan, como que en esta plaza nació el poeta Antonio Oliver en el año 1.903, marido de nuestra escritora por excelencia, Carmen Conde. O que en el bombardeo de las cuatro horas de la Guerra Civil, cayó una bomba en la plaza que dejó un gran socavón.

Y que en 1.893, el arquitecto Tomás Rico Valarino realizó mejoras en este trocito del casco antiguo de la ciudad, y en 1.906 fue mi arquitecto preferido Víctor Beltrí quien reformó el edificio Berruezo, un edificio donde predominaban los enrejados de los balcones, con esas formas curvas y únicas tan importantes en el modernismo, y la decoración en las partes superiores de las ventanas.

Y me quedo mirando la escultura de la Virgen, y me acerco para saber que es un monumento a La Inmaculada del escultor Manuel Ardil Robles.

¿Y todo esto en una visual?, pues sí, todo esto y mucho más, porque últimamente me he dado cuenta que cada plaza, calle, rincón, si observamos y nos interesamos un poco, en todos tenemos esos detalles que nuestros antepasados nos han ido dejando para nuestro disfrute hoy.

Y es que esta pequeña plaza tiene una sorpresa muy especial, que pasa desapercibida si no sabes que la tienes ahí, casi a tu lado, mientras esperas para comprar el pan. LA CASA DE LA FORTUNA, que me hace gracia la ironía de que esté junto a una casa de apuestas.

¿No os queda la duda de si algún turista que haya ido a visitar LA CASA DE LA FORTUNA, se haya quedado en el local contiguo y haya vuelto a su país contando los restos romanos tan sonidos y coloridos que tenemos en España?Seguro que alguno ha caído, ja, ja. Y si ha tenido la suerte de ganar unas monedas, ya ni os cuento.

Pero yo que soy una cartagenera de pura cepa, entro por la puerta correcta a este paraíso que no imaginas su grandeza hasta que te adentras en él.

En aquellos tiempos era similar a ahora. Para que os hagáis una idea, a esta casa se le llamaba DOMUS, una casa romana que se inició su construcción en el siglo I a.c., aunque fue reformada en el siglo I d.c y estuvo en uso hasta el siglo II. Y después, pues quedó abandonada, en ruinas y cuentan que ello dio lugar a ser ocupada y dañada.

Domus eran las viviendas tipo planta baja o dos plantas, donde vivían las familias más adineradas, y las Insulae lo que vienen a ser los pisos de ahora, aunque de menor número de plantas, para las personas más humildes.

¿Sabéis que la primera vez que se supo que esta maravilla se encontraba aquí fue en el año 1.971? Fue un gran descubrimiento, una calzada y creo que dos viviendas. Pero lo mejor y lo que la completó para poder disfrutarla en su totalidad fue por los años 90, donde excavando el solar de al lado aparecieron esos regalos en forma de mosaicos, pinturas y el resto de la planta completa.

¡Y qué artistas tenemos para que hoy entremos y vivamos lo que en aquellos siglos pasados ocurría allí! Artistas de la restauración de pinturas, murales, mosaicos, limpieza, preparado de materiales. Así que por favor, cuando vayáis a visitar esta DOMUS ROMANA, además de no equivocaros y entrar en la casa de apuestas, disfrutar y dejaros llevar, porque detrás de ese lujo de detalles, de esa experiencia espectacular, de la capacidad de recuperación y recreación se encuentra ese equipo humano extraordinario. Y así fue como en 2.004,recuperada por Cartagena Puerto de Culturas que hace un trabajo excepcional en la ciudad, se inauguró por el presidente de la Comunidad Autónoma el Sr. Ramón Luís Valcárcel cuando era alcaldesa Pilar Barreiro.

¿Año 2.004?, me apuesto lo que sea en el local de al lado, que hoy vais a reconocer, mis queridos paisanos, que muchos de vosotros todavía no habéis ido a visitar esta casa romana de 204 metros cuadrados en la que si vas relajado y te dejas llevar, seguro que puedes ver en el ATRIO al pequeño de la casa estudiando, o a las mujeres con la costura. Porque aunque era un lugar de recibimiento y distribuidor, también tenía esos usos.

¿Y sabéis por qué le llaman casa de la fortuna? Pues porque han encontrado en el suelo de la entrada trasera de la casa, un mosaico que pone FORTUNA PROPITIA, o lo que viene a ser, “Bienvenidos” o “Buena suerte”.

Vamos, que yo tengo en mi entrada un felpudo que hace un poco esa función, sólo que mi mensaje es algo diferente: “dejar los malos rollos fuera”.

Y os quiero contar que los romanos hacían un desayuno y un almuerzo más informal, y unas cenas a base de cereales, legumbres y verduras, pero el mayor espectáculo era en la comida, con abundancia, mucho licor, y…. ¡tiraban los desperdicios al suelo!, de verdad, eso sí que no, que más que romanos, eso es de marranos.

Pues todo ese festín tenía lugar en el TRICLINIUM,  donde solían haber tres divanes alrededor de una mesa, y donde sólo los hombres podían comer reclinados. Las mujeres y los niños bien derechos, que digo yo, no sé ese privilegio que creían tener, porque la comodidad de comer de lado y acostado no sé yo.

Lo que sí es cierto es que la decoración era tan bonita. Y nos podemos deleitar con los restos de pinturas, con el suelo en buen estado, que estaba hecho a modo de mosaico donde el proceso desde que hacían el diseño hasta que colocaban todas aquellas piedrecitas…. ¡Me ponen a mí y todavía está sin acabar! Yo que leo que un puzle tiene 50 piezas y echo a correr.

Y justo debajo de este mosaico del suelo del Triclinium, se encuentra un desnivel. Yo es que me encuentro aquí con esos escalones y ya me mueve la curiosidad. Así que bajo, miro, remiro, fotografío y me entero que esos restos se localizaron en 1.971 y que piensan que pudo ser un local industrial, tipo lavandería, alfarero…..Y me quedo allí unos minutos imaginando, hasta que un “ excuse me” me saca de mi estado de evasión.¡ Esa turista  también se quiere asomar a ver que observo tanto!

Hay otro lugar que es especial, por la calidad de la restauración realizada, porque es un viaje al pasado y al mismo tiempo un disfrute de esa historia en el presente, y es en el despacho, lo que llamaba TABLINUM. La decoración de esa sala es la joya de la casa, con un trabajo en siglos pasados y otro no menos duro hace unos años. Porque esas paredes lucen hoy así de bonitas, realzan ese arte, podemos recrearnos en los dibujos de un Cisne, de un Sátiro (mitad cabra, mitad humano), o de una granada, símbolo de la fertilidad, de la abundancia.

Los rojos y los azules se impregnan en nuestras pupilas, al igual que les ocurría a aquellos clientes de más prestigio que tenían el privilegio de hablar de negocios en aquel entorno de color y simbolismo.

Y entonces me siento un rato en silencio, allí en medio, entre el helor de las piedras que quieren hablar, los utensilios de cocina de la época y las vistas a una calzada que me lleva donde yo quiera ir.

Y es cuando observo ese KARDO de casi cinco metros de ancho. Se trata de una calzada y donde me asomo a observar lo que sería un alcantarillado, donde los habitantes de las DOMUS tenían los privilegios de los que otros carecían.

Y es ese momento el perfecto para dar gracias a la historia, por tener el privilegio de vivir en una ciudad  construida sobre otra, donde sus calles ahora son las nuestras y donde aunque tengamos muchos siglos de diferencia, seguramente aquellas familias que allí vivieron se visten con sus mejores galas cuando escuchan pasos acercarse al mosaico de FORTUNA PROPITIA.

FELIZ DOMINGO

EVA GARCÍA AGUILERA