MARCOS AMORÓS, entre mariposas y pompas de jabón

MARCOS AMORÓS, entre mariposas y pompas de jabón

MARCOS AMORÓS, entre mariposas y pompas de jabón.

Creo que nuestra vida es un cruce de caminos constantes, de lugares, pero sobre todo de personas. Porque sí que es cierto que muchos tenemos la suerte de seguir de la mano con aquellos a los que nos agarramos en la infancia, en la adolescencia, pero nosotros también cambiamos, evolucionamos, nos encontramos a nosotros mismos al salir a veces de nuestra zona de confort, o simplemente por la evolución natural. Y por ello también sentimos esa necesidad de rodearnos de personas que en este mismo momento son  las que te aportan todo aquello para descubrir y ser feliz.

Y yo soy una de esas personas, que más que evolución, creo que ha sido despojarme de todo aquello que no me dejaba ser yo misma, lo que me ha dado la oportunidad de alcanzar la felicidad, de mostrarme y vivir las cosas tal y como las siento.

Y caminaba yo aquella mañana feliz camino de Galifa, para encontrarme con Fernando Sáenz de Elorrieta, para ver su obra, su lugar de trabajo…. Y enfrascada en una conversación sobre futuros proyectos me mostró una escultura de un niño que casi parecía estar en el vientre materno. Y entonces me dijo: “va a convertirse en un homenaje a Marcos Amorós”

“¿Quién es Marcos Amorós?”, pregunté algo cabizbaja  y avergonzada por mi ignorancia, pero al mismo tiempo contenta de esa nueva yo con ganas de saber.

Y entonces Fernando me contó algunas cosas sobre él, con una mezcla de ilusión y tristeza, y el proyecto que se llevaría a cabo y que yo por supuesto ya no me quería perder.

No hizo falta que siguiera hablando de él, sólo que nombrara las palabras mágicas en mi vida, mariposas y pompas de jabón.

Llegué a casa y quise saber más, de su obra, de su vida, ponerle cara a esa persona  que provocaba en quien hablaba de él, que se le cristalizaran sus ojos de orgullo y melancolía.

Observé de cerca las fotografías de Marcos, parecía que me miraba con esa sonrisa que luego volví a ver muchas veces más. ¿Podéis creer que hubo una conexión inexplicable? Seguramente la mayoría estaréis pensando que no, pero a estas alturas creo que al menos Ana, su mujer, sí que lo cree.

Y llegó el día, ese día que marca un antes  y un después en el mundo de los homenajes de nuestra región, donde la ciudad de Cartagena y la de Murcia se cogieron de la mano para mostrar al mundo la gran persona, el gran pintor, el mejor músico y sobre todo el gran amigo que es. Sí, que es, no que era.

Y allí estaba yo de camino al Palacio de Almudí de Murcia, junto a Fernando, que encendió mis ganas de saber más y más.Estaba emocionada, tanto que me contuve como nunca, porque no podía empezar a dejarme llevar y que mis ojos fueran un manantial, ante esa familia que estuvo contenida y todos los amigos de Marcos y Ana, esos que sí le conocieron, compartieron, rieron, aprendieron …..

Y me costó, sobre todo cuando me fundí en un abrazo con su mujer, cuando noté ese amor eterno. Ese día tuve claro que la eternidad fue creada para poder seguir amando siempre a quien un día se tuvo que marchar.

Y han pasado los meses, y para mí Ana ha sido como una proyección de Marcos, no puedo explicarlo, pero ambas teníamos ganas de vernos y así lo hicimos .

Porque si algo forma parte de mi decálogo de premisas, es hacer las cosas en el momento que surgen, agarrarte a ellas y no dejar que se disipen sin más.

Y qué mejor momento que una mañana tranquilas las dos, de nuevo rodeadas de la obra de Marcos y de todos sus amigos artistas, pero con el silencio de fondo en nuestro Palacio Consistorial.

Sólo Ana, Marcos y yo.

¿Nunca habéis tenido esa sensación de estar con alguien la primera vez, pero tan bien, tan bonito, donde las palabras y los sentimientos fluyen con la confianza de haber sido amigas mucho tiempo?

Eso nos pasó a Ana y a mí. Emoción en estado puro,  contar sin decir mucho, y escucharnos.

Me atrevo a decir que Ana no hubiera sido la que es sin la experiencia compartida con Marcos, y que Marcos no hubiera sonreído y plasmado así los sentimientos en su pintura y su música sin Ana.

Porque me cuenta Ana que Marcos fue músico antes que pintor, que sus vidas desde muy jóvenes se cruzaron varias veces, reconociendo ella que ese chisporroteo como un cortocircuito en su corazón lo sintió desde el principio.

Encuentros casuales o no, coincidencias…, y pasó su tiempo hasta que esta mujer preciosa por dentro y por fuera, llena de vitalidad y fuerza y con una sonrisa ahora camuflada por su pérdida, le dijo a Marcos “¿tú que es lo que quieres?”.  “Eres la mujer de mi vida”, contestó Marcos ni corto ni perezoso.

Se cogieron de la mano y fueron amigos, cómplices, amantes, padres, artistas. Compañeros de trabajo incansables, de risas interminables.

Esto se llama AMOR, me comenta Ana. Y yo me siento muy identificada con ella, y no puedo dejar de admirar su fuerza y su coraje.

Me cuenta estos detalles íntimos con los que una pareja de las de verdad adereza su día a día. Esas frases de “¿cuándo comemos?, ese beso robado en el pasillo, esas miradas que dicen tanto….

Y de repente un día el mundo se para, todos volvemos a casa, nos privan de la libertad porque cuentan que hay algo fuera que nos puede hacer mucho daño. ¡Qué irónica es la vida, que les puso a Ana y Marcos una prueba de fuego! Y aún así, cuando les atizó fuerte, les regaló el tiempo para vivir un hasta luego repleto de momentos eternos. De bonitos amaneceres, de desayunos sin prisas, de hablar, de lucha e ilusión, de prepararse para el siguiente cruce de caminos, esta vez más alejados.

Y es que después de compartir todo esto con Ana, observar la obra de Marcos y entenderla es muy sencilla.

Y vamos cuadro por cuadro, mientras los rayos de luz entran en perpendicular desde esas ventanas de este edificio emblemático de la ciudad.

Y voy inhalando la esencia de Marcos, pero también la humildad de este bombero de profesión, la constante búsqueda de lo infinito, de la fuerza, de la magia con sus pompas de jabón, del amor por la infancia,  de las mariposas de color naranja aleteando sin fin, de la mujer y la transformación de las cosas.

Me paro junto a un cuadro de colores azules verdosos, donde un niño levanta sus manos para alcanzar la mariposa naranja que aletea entre pompas de jabón. No puedo dejar de mirarlo, es sencillo pero reúne todo lo que ahora mismo me hace feliz.

Paramos junto a una vitrina, allí Ana se queda callada, señala la última paleta de pintura que utilizó Marcos y recuerda su estudio, sus trapos viejos repletos de óleos de colores alegres, de su eterna sonrisa.

De repente hay otro cuadro que tira de mí, que consigue dejarme unos instantes evadida de lo que me rodea. Ana me observa, quizás también sea uno de sus preferidos. Un niño sentado de espaladas tocando la flauta, hace elevar una pila de libros que tiene a su izquierda mientras como casi siempre, flotan esas pompas alrededor. El cuadro se llama  AKASHA, así me lo corrobora Ana, y Marcos quiso resaltar la importancia de la búsqueda de la sabiduría, pues él nunca dejó de buscar en su interior para dirigir su vida y su arte hacia el mejor lugar.

Su familia era lo más importante, y tenemos la suerte de tener en esta exposición dos cuadros preciosos de sus hijas. ¿No te pintó nunca a ti, Ana?, le pregunto.

Y me enseña una fotografía de ese cuadro donde me dice que Marcos lo retocó tantas veces que fue necesario hasta poder transmitir justo la esencia de Ana.

Ojalá ese cuadro hubiera estado junto a sus hijas, ese trío de mujeres fuertes y preciosas en alma, de las que tan orgulloso está Marcos todavía.

Casi dos meses antes de su viaje, Marcos terminó un encargo de un compañero del cuerpo de bomberos. Ese bombero fue su último trabajo.

Tenía demasiados proyectos en mente, por eso hoy podemos disfrutar en este Palacio Consistorial de Cartagena de un cuadro muy especial, hecho por un alumno de Marcos, sobre un lienzo preparado por nuestro gran pintor y que nunca llegó a utilizar. Jesús Inglés ha dejado reflejado un Marcos auténtico, su maestro con ese gesto, esa postura recostada y esos guiños en el fondo que ambos sabían lo que significaban.

Emilio Barrachina fue su último alumno, y disculpen mi atrevimiento, y sin querer desmerecer a los demás, me encanta ese cuadro donde la mirada y la sonrisa de Marcos me atraviesan el alma, con esas manos generosas y esa pompa de jabón de nuestro pintor saltando por una calle de Cehegín.  No falta la amistad en la infancia, las mariposas naranjas y una estrella que……

¿No sabíais que Marcos tenía una estrella? Pues sí, un amigo suyo, catedrático de Física y Química se la regaló por su 60 cumpleaños. Me cuenta Ana que está en la constelación del Águila  y se hace visible el día de su cumpleaños.

Podría contaros que Petrus Borgia ha hecho una obra excepcional con un Marcos y un niño que pintan de manera especial, que Fernando Sáenz de Elorrieta dio forma a aquel bebé que un día vi en su estudio y que él le ha dado el significado que buscaba para su homenaje, que Gaby Guillén  mezcló la música, la pintura y la llenó de colores de vida.

Que Antonio Tapia, Salvador Torres, Pérez Casanova, Piedad Martínez, Silva Viñao y un montón de artistas más han hecho posible que Ana cada día mantenga viva a esa persona que sigue a su lado orgulloso de la mujer valiente, fuerte y luchadora que es.

Porque ya  lo dijo hace muchos años, “eres la mujer de mi vida”.

FELIZ DOMINGO

EVA GARCÍA AGUILERA