Rincón Literario de Paco Marín: “Yo no maté a Federico”
TÍTULO: Yo no maté a Federico
AUTOR: Carlos Mayoral
EDITA: Espasa (2022, marzo)
Encuadernación: Rústica con solapas. Tamaño: 15 x 23 cm. Número de páginas: 344. PVP: 19,90 €. ISBN: 978-84-670-6364-6
Demasiadas incógnitas existen, aún, hoy día sobre la muerte de Federico García Lorca. Carlos Mayoral ha tejido una acertada conjunción de personajes, históricos y de ficción, y una muy buena documentación. Acompañamos a Federico en la entrega del manuscrito de “Poeta en Nueva York” y a la primera lectura privada de “La casa de Bernarda Alba”.
Entre otros personajes, que acompañan a García Lorca, nos tropezamos con Rafael Alberti, Manuel de Falla, Miguel Cerón, Felipe Ximénez de Sandoval…
Dos hilos argumentales. El primero: verano de 1935 a agosto de 1936 -relación de Federico y el joven Germán-. El segundo: abril de 1941 a primavera de 1942 -relación entre Germán y el capitán Nestares-.
«Un adolescente Germán Monteverde acompaña a su padre jornalero, Enrique, a visitar a distintos hacendados para los que recoge el tabaco por las plantaciones de La Vega de Granada. Una tarde veraniega de 1935 irán a la Huerta de San Vicente, la casa de Federico García, uno de los señores para los que trabaja. Un frondoso jardín, cuajado de jazmines, rosales y granados, les abre paso a una distinguida casona blanca. Es la primera vez que el joven Germán pisa una finca de estas características. Los hacen aguardar en el salón, rodeados de muebles oscuros, tapices, retratos. Al tiempo, una melodía de piano, que parece parte de un ensueño, envuelve los objetos y llega morosa a los oídos de Germán, que disfruta de la música. Al teclado estará Federico García Lorca y ese encuentro cambiará el destino del joven, cuando el poeta llegue a ofrecerle generosamente darle lecciones de piano.
No puede saberlo aún. Los vientos de la guerra no se habían desatado en la Península, con su ola de crímenes, de desgracia. Pasados los años, en la terrible década del cuarenta, Germán malvive en la trastienda del estanco de la señora Barcina, viuda de guerra, que le ofrece camastro, manta y garbanzos. La miseria la sortea gracias a la solidaridad de los viejos vecinos y al estraperlo, como tantos otros. Pero en su camino se cruza el capitán Nestares, agresivo y prepotente, del que se rumorea que tuvo en sus manos la vida y la muerte de Federico. Otra vuelta de tuerca del destino se pondrá en marcha cuando el capitán cruce del umbral del estanco Barcina para detener a Germán acusado de contrabando».
La novela se estructura en tres partes, con un total de treinta capítulos, más un epílogo situado en los años cincuenta. La primera parte se titula «La paz», la segunda «La guerra» y la tercera —y más corta, solo consta de dos capítulos— «La muerte». Cada capítulo, a su vez, se divide en apartados de extensión variable enmarcados en un lugar y una fecha concretos
Carlos Mayoral (Villaviciosa de Odón, 1986). Periodista, colabora en la sección de cultura de ‘El Español’, en los medios digitales ‘Zenda’ y ‘The Objective’, así como en las revistas culturales ‘Jot Down Magazine’ y ‘Archiletras’. En el ámbito periodístico, fue finalista del premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en el año 2018.
Ha publicado el ensayo literario “Empiezo a creer que es mentira” (Círculo de Tiza, 2017), que fue finalista en 2017 del premio El Ojo Crítico Narrativa, otorgado por Radio Nacional de España, en su modalidad de Narrativa. Ha formado parte del ensayo colectivo “La España de Abel” (Editorial Deusto, 2018), donde un grupo de escritores nacidos en democracia analizan el papel de la Constitución del 78 por su cuarenta aniversario.
En 2019 publicó su primera novela “Un Episodio Nacional” (Espasa, 2019), finalista del premio Hislibris 2020.
Entre tanta lluvia, departimos con Carlos Mayoral… Un placer…
P.- Por favor, presente a Carlos Mayoral.
R.- No soy muy amigo de las etiquetas, pero si tuviera que definirme con un par de ideas diría que soy un escritor que intenta dudar todo el rato. Como diría Machado, hay que ser escéptico incluso ante el escepticismo.
P.- ¿Desde cuándo escribe y por qué?
R.- Yo soy de los que piensa que, en el momento en que uno adquiere un hábito lector férreo, donde estructura ya las lecturas pasadas y las venideras en función de su interés intelectual, en ese momento ya es escritor, aunque no lo plasme en un papel. Ya lleva narrativas y poéticas dentro. Otra cosa es que luego salgan al cuaderno. Eso es lo de menos.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace "Yo no maté a Federico"?
R.- Nace con una llamada de un gran amigo editor: Carlos, has de saber que el abuelo de mi mujer mató a Lorca. Ahí me pongo en contacto con la familia del capitán Nestares, el hombre que mandaba en la colonia donde Lorca fue fusilado, que además lo conoció en vida porque eran de la misma edad, iban al mismo colegio… Ahí recibo una cantidad de materia prima literaria brutal: cómo Federico es apresado y enviado a Víznar, sus últimas horas, dónde lo matan, dónde lo entierran… Y no sólo eso, también cómo era humanamente, cómo era en las reuniones familiares, en el barrio…
P.- ¿Con qué dificultades se ha encontrado al redactarla?
R.- En ese momento, con tanto material, me doy cuenta de que pese a atesorar mucho material documental de calidad, no tengo un hilo narrativo que lo vertebre. Ahí encallo. Por suerte apareció el personaje de Germán, el joven discípulo de Lorca que me permite jugar con el legado del poeta, y vertebrar así la narración.
P.- ¿Cuál ha sido su base documental?
R.- Principalmente, el testimonio de los Nestares.
P.- ¿Sabemos todo, o quedan muchas sombras, sobre la muerte de Federico García Lorca?
R.- Pese a que queda alguna duda, lo mollar parece claro. Quién conspiró contra él, quién firmó la orden de detención, quiénes ayudaron desde La Vega para que fuese detenido, y hasta quienes formaban el pelotón de fusilamiento.
P.- ¿Se han encontrado sus restos?
R.- Ese es el verdadero enigma: uno de los grandes fracasos de este país es no saber siquiera dónde se hallan los huesos del poeta más grande del siglo XX.
P.- ¿Qué opinión le merece 'La ley de Memoria Histórica'?
R.- Tiene luces y sombras. Hay una cara conciliadora, que hay que explorar y en la que hay que ahondar. Y luego una cara revanchista, que utilizan además los partidos a conveniencia, y que tiende a romper la concordia que este país construyó con tanto esfuerzo.
P.- ¿Cuales son sus géneros y autores favoritos?
R.- Hoy te digo que mi género favorito es la poesía y mi poeta Machado. Pero seguramente mañana le digo otro autor, y aun otro género.
P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico, papel o audio libro?
R.- Soy muy de papel por lo que tiene de fetichista. Me gusta tocar el libro, olerlo, manosearlo, y guardarlo, aunque nunca más lo coja. Rara vez presto o regalo alguno, siento que pierdo parte del tesoro.
P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo? Recomiende, por favor, un par de títulos.
R.- Pues ahora mismo estoy leyendo precisamente una edición ilustrada de “Campos de Castilla”, editada por Reino de Cordelia. Voy a recomendar una de mis novelas predilectas, por no dejar la narrativa de lado en esta entrevista: “San Manuel Bueno, mártir”, de Miguel de Unamuno.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Suelo escribir en el bloc de notas, sin corrector ortográfico. Me hace creer que estoy alerta, no sé. Es una manía muy tonta que sigo a rajatabla hasta cuando escribo en el móvil.
P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora...si la hubiere.
R.- Un día, siendo yo un adolescente, me encontré a Leopoldo María Panero en El Retiro. Pude ver la locura hecha ser, como en sus poemas. Era agosto, yo iba en chanclas y él llevaba un abrigo enorme. Le pedí una foto, el móvil era de esos viejos que hacían retratos con una calidad ínfima. Nos la hizo su cuidadora, recuerdo su cara de odio hacia mí. Más tarde perdí la foto, para mi desgracia.
P.- Venda su novela ¿por qué hay que leer "Yo no maté a Federico"?
R.- Soy muy malo para estas cosas, pero al menos sí diré lo que quise transmitir, por si sirve para acercar al lector a las librerías. La novela pretende reconciliar, pretende dar a entender que la concordia de una sociedad está por encima incluso de la muerte de un ser majestuoso, y pretende también recalcar que el legado de Lorca sigue vivo.
P.- ¿Como ha convivido con el bichito Covid-19?
R.- Malamente. Pero con estos bueyes hay que arar.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- A corto plazo, Francisco, mirar la lluvia para recordar que fuimos peces, como dice Gómez de la Serna. Y a medio… no lo sé. El futuro tiene muchos nombres.