PENSANDO EN VOZ ALTA: NOVATADAS
PENSANDO EN VOZ ALTA
NOVATADAS
Soy consciente de que esta columna no va a agradar a muchos de mis lectores habituales y es posible que alguno deje de seguirme. Pero, en estos días me he visto sorprendido por la importancia y la relevancia que se le está dando a unos gritos procedentes de un Colegio Mayor dirigidos a otro, en la Ciudad Universitaria madrileña. Horas y horas de noticias, tertulias televisivas y radiofónicas, opiniones variadas y sesudas sobre el particular. Pareciese que en España no ocurre nada más y que al estar falto de noticias nos agarramos a lo que sea.
Los gritos son de tal envergadura que la Fiscalía “ha abierto diligencias”. ¡Ojo! Seguramente ningún miembro de dicho estamento ha estado alojado en un Colegio Mayor y no sabe la cantidad de gilipolleces que se comenten y dicen al principio de curso, durante unos días. Por otra parte, la gran mayoría de las “supuestamente insultadas” han comentado, entre otras cuestiones, lo siguiente: «Se está sacando de contexto». «Es un pique que siempre ha habido». «No se debe crucificar a nadie». Hay otras colegialas que, con todo derecho, se sienten molestas e insultadas. En este caso pienso que lo normal sería llamar a capítulo a los colegiales gritones y hablarlo cara a cara para que no vuelva a ocurrir.
Ahora bien, toda novatada hay que juzgarla en su momento y lugar, pues hay actitudes que no se entienden en el instante en que están aconteciendo. Por ejemplo, permítanme tomarme como referencia. Cuando yo entré a mi colegio mayor me encontré con un compañero al que conocía de siempre; sin embargo, cuando me dirigí a él para saludarlo me miró raro y me increpó que no me conocía de nada… así estuvimos cuatro días, yo con un mosqueo impresionante, al cabo de los cuales me abrazó y me explicó las circunstancias de su comportamiento. Era parte de la novatada.
Gritos también los había. Íbamos frente a un colegio mayor femenino y les gritábamos a las colegialas y ellas a nosotros, y ahí quedaba la cosa. Nadie denunciaba. Novatadas a montones: “Sacar un colchón a la calle, el novato en pijama y a toda la fémina que pasaba le preguntaba si quería acostarse con él. La chica lo mandaba a paseo o más allá y ahí quedaba la cosa”. Aparcar novatos en la calle, donde los coches. Yo, particularmente, fui el carro de Manolo Escobar mientras que otro cantaba. También fui una pelota de tenis en un partido entre dos veteranos, por raquetas sendas zapatillas.
Un conocido ciudadano de la trimilenaria fue depositado en el altillo de un armario y cada hora la cantaba tal como si fuese un reloj de cuco.
Una conocida mía, en su colegio mayor, con otro grupo de compañeros y compañeras expedían carnets de colegiales y por foto llevaban la del trasero correspondiente. Un padre, muy molesto, protestó (el hijo, no) y a punto estuvieron de formarles un consejo disciplinario. Todo quedó en nada.
Quiero decir que siempre ha habido bromas, buenas y menos buenas, unas subidas de tono y otras no. Más todo quedaba, y me imagino que hoy también, en nada cuando pasaban los primeros días.
Opino que los gritos que estos días nos tienen ocupados han sido sacados de contexto y todo queda en eso… GRITOS IMBÉCILES. Soy el primero en condenar cualquier tipo de acción que vaya en contra de las personas, femeninas y masculinas -tengo hijo e hijas- y si ocurre algún tipo de acción en contra de una persona, que el peso de la ley caiga sobre ella. Más en el caso concreto de los gritos colegiales, no creo que se llegue, ni haya ocurrido años atrás, a lo que una muchacha exhibía en una pancarta: «Empieza con un grito machista, termina en violación». Sería muy deseable que la Fiscalía y la Policía pusieran encima de la mesa las violaciones, que después de los gritos, ha habido en los distintos colegios mayores por parte de los que gritan.
En fin, de una forma o de otra siempre habrá novatadas. En la mili también se daban. Vuelvo a citarme: Cuando entré en el CIM -hoy Facultad de la UPCT- el primer día, yo llevaba el pelo más o menos largo y lucía bigote. Me raparon el lado derecho de la cabeza y me cortaron el lado izquierdo del bigote. Quedé guapísimo durante unas horas. Posteriormente hubo más, tanto en el cuartel como en el destino. Les prometo que no estoy afectado mentalmente ni me han quedado secuelas como consecuencia de las novatadas universitarias ni militares.