PENSANDO EN VOZ ALTA: PECAS
PENSANDO EN VOZ ALTA
PECAS
Dentro de un mes y un día, 27 de septiembre, hará dos años que mi perrita Nube, después de convivir 12 años en casa, sin hacer mucho ruido, decidió cruzar el arco iris para reposar ad aeternum en el cielo de los perrillos.
He de confesar que nunca, ni a mi mujer ni a mí, nos gustó tener mascotas en casa; pero, una serie de circunstancias se confabularon para que Nube llegara a nuestras vidas y las compartiera durante una docena de años.
Se ve que el universo quiere que sigamos disfrutando, ahora en forma intermitente, de otra mascota. En forma intermitente porque Pecas vive y viaja con la menor de nuestras hijas.
Pecas es un gato, negro como el azabache con unos ojos profundos que destilan una inteligencia sin igual. Elegante en el andar, elegante cuando se posiciona en su lugar de observación. Según sea invierno o verano, varía su atalaya. Puede estar horas estudiando su entorno y a los habitantes de la casa.
A Pecas tengo que agradecerle la compañía que le ha hecho, y hace, a mi hija. Ha sido su compañero fiel en sus diversas idas y venidas, tanto en España como fuera de ella. No solamente es la compañía, sino que como Pam Brown (escritor australiano) apunta: «Un gatito transforma el regreso a una casa vacía en la vuelta al hogar». Efectivamente, gracias a Pecas estos años atrás, y los que vienen, las casas que ha habitado, y habitará, han sido auténticos hogares.
Mi primer contacto con Pecas fue frío y distante. Me observó y salió corriendo a esconderse. Alguna vuelta alrededor y en la lejanía me brindó su saludo. Soy curioso y paciente y siempre quiero ir más allá para, por lo menos, intentar entender los comportamientos de los animales que me rodean. El de un gato es totalmente distinto al de un perro. Sobre todo, en cuanto al territorio y la relación con el ser humano. Veamos algunas cuestiones territoriales:
Hay un proverbio inglés que reza «A los ojos del gato todas las casas les pertenecen a los gatos». Cierto, Pecas se mueve por nuestro lar como amo y señor del mismo; con un añadido y es que “en realidad la casa pertenece al gato y nosotros corremos con los gastos”. En cuanto a la relación con el ser humano, Beryl Reid (actriz británica) señala con mucho criterio lo siguiente «Uno nunca posee un gato. Uno tiene permiso para estar en la vida de un gato. Lo cual, por supuesto, es un privilegio». Efectivamente.
Hubo, no hace mucho, un momento en que Pecas me dio permiso para estar con él, mejor dicho, me eligió como parte de su territorio porque se estuvo frotando contra mí y, según se me explicó, me estaba marcando como una más de sus posesiones. Me paso mucho tiempo observándolo e intentando entrar en él: todo ese tiempo es pura calma y estoy muy de acuerdo con Jean Renard (compositorfrancés) cuando apunta «El ideal de la calma es un gato sentado». Pero, algo tiene que estar cavilando Pecas o como comenta Miguel de Unamuno (escritor) «Mi gato nunca se ríe o se lamenta. Siempre está razonando». Eso tiene que ser… Pecas también está razonando. Lo que es cierto es que el tiempo que paso con él no es tiempo perdido.
Una de las mayores alegrías me la llevé la primera vez que, al estar junto a él, se acostó boca arriba y jugueteó conmigo. Pregunté, y se me dijo que eso demostraba que me tenía confianza, ya que en esa posición no podría defenderse de un ataque.
Por último, indicar que la máxima elegancia y el ronroneo que transmite paz, reciben el nombre de Pecas.