PENSANDO EN VOZ ALTA: SIMPLEMENTE… CUESTIÓN DE HUMANIDAD
PENSANDO EN VOZ ALTA
SIMPLEMENTE… CUESTIÓN DE HUMANIDAD
Con la serenidad que da el paso del tiempo, y sabiendo el terreno que piso, me atrevo hoy a comentar un tema duro y doloroso para muchas personas. Veamos: Hace unos cuatro años estuvo en boca de todos, el «Caso de la niña gallega de 12 años»; sus padres, para conseguir que su hija muriera con la dignidad que ellos querían, tuvieron que soportar, además del dolor, un sistema burocrático increíble: médicos del hospital correspondiente, comité de bioética, juez, más médicos, forenses… ¡Increíble!
En las últimas semanas ha vuelto al primer plano de la actualidad la muerte con dignidad, el bien morir o la buena muerte… en definitiva la eutanasia [procede del griego y concretamente de la suma de dos vocablos eu que puede traducirse como “bien” y tanathos que es equivalente a “muerte”]. La eutanasiaes la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está asociado a la muerte sin sufrimiento físico.
Dos casos; uno en Francia: Vincent Lambert, un caso de eutanasia de libro pues ha estado en estado vegetativo durante once años, tras sufrir un accidente de tráfico. Otro en nuestro país. Presente está el llamado “caso” de Ángel Hernández, investigado por cooperación al ¿suicidio?, por ayudar a morir a su mujer, María José Carrasco, que sufría esclerosis múltiple (EM) y quería acabar con su vida.
Los padres de la niña gallega solicitaban UNICAMENTE evitar el sufrimiento de su hija. No solicitaban nada contrario a ley (nadie lo solicita), pues la Ley de autonomía del paciente, de 2002, establece que «Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento», y añade que puede «revocar libremente por escrito su consentimiento a un tratamiento en cualquier momento». Por otra parte, el Código Deontológico de la profesión médica dice: «El médico no deberá emprender o continuar acciones diagnósticas o terapéuticas sin esperanza de beneficios para el enfermo, inútiles u obstinadas. Ha de tener en cuenta la voluntad explícita del paciente a rechazar dicho tratamiento para prolongar su vida. Cuando su estado no le permita tomar decisiones tendrá en consideración y valorará las indicaciones anteriormente hechas y la opinión de las personas vinculadas responsables».
Llegado a este punto, hago la siguiente pregunta: “¿Qué haría usted si un familiar, un ser muy querido, estuviera muriendo con un dolor prolongado y agónico y/o su mal no fuese reversible?” Piénselo detenidamente… un poco más, por favor, no se precipite. Ojalá y nunca tenga que enfrentarse a una situación similar. Lo digo y lo escribo con conocimiento de causa, en dos ocasiones a lo largo de mi vida, de momento, me he visto cara a cara a sendas situaciones en las que hubo, por lo menos, que hablarlo con mucha serenidad y decidir.
Es importante aclarar también que, desde el buen hacer de la inmensa mayoría de los profesionales sanitarios, lo normal es que se imponga el sentido común y el entendimiento con la familia
Hay que tener presentes dos variables en una ley nacional de muerte digna, voluntad del paciente y evitar el sufrimiento, para que todos los enfermos reciban el mismo tratamiento; de lo contrario pudiera ocurrir que hubiese migraciones de una comunidad a otra para poder descansar en paz; por ejemplo en Estados Unidos la eutanasia (un médico administra una combinación de fármacos letal a un paciente que lo ha pedido reiteradamente cuando está ya en situación terminal y tiene sufrimiento físico o psicológico) es legal en Vermont, Washington, Montana y Oregón, en el resto no, según mis investigaciones. En California se aprobó la ley de suicidio asistido (consiste en facilitar a un enfermo terminal los medicamentos –generalmente varios con efecto inhibidor del sistema respiratorio y el cardiovascular, además de un antihemético- para que se quite la vida); por lo que hay que trasladarse de otros estados para solicitar la muerte. En España son ilegales ambas prácticas. Se acaba de entregar en el Congreso de los Diputados más de un millón de firmas para la despenalización de la eutanasia.
Todas las opiniones son respetables y hay que tenerlas en cuenta pero que nadie se arrogue la autoridad de decidir cómo debemos morir y cuando, esto corresponde únicamente al paciente y a sus familiares más íntimos. Y nadie debe poner zancadillas para prolongar el doble sufrimiento al que una familia, en esta situación, se ve sometida [dolor por el ser querido enfermo y dolor al mendigar algo que, en definitiva, es cuestión de humanidad].
Seamos capaces entre todos de conseguir prácticas que hagan menos duro el tránsito a la otra dimensión, esto es fijo, pues estamos de paso y el final es la muerte y la muerte está tan segura de su victoria que nos da una vida de ventaja. Por lo menos no le demos lasatisfacción de vernos sufrir, muramos con una sonrisa en los labios. Insisto, simplemente… cuestión de humanidad.
Es importante aclarar también que, desde el buen hacer de la inmensa mayoría de los profesionales sanitarios, lo normal es que se imponga el sentido común y el entendimiento con la familia