JUEVES SANTO, EL SILENCIO DEL ALMA ROTA

Andrés Hernández, Cuadernos Cofrades
Andrés Hernández, Cuadernos Cofrades
JUEVES SANTO, EL SILENCIO DEL ALMA ROTA

JUEVES SANTO, EL SILENCIO DEL ALMA ROTA

El Jueves Santo representa lo agridulce de la Semana de Pasión en la ciudad, la despedida de la Cofradía California y la puesta en escena por parte de la Cofradía Morada de la conmemoración de la Muerte de Cristo. En esa despedida encarnada se distingue un Cristo de los Mineros que, arrancando suspiros escondidos de sufrimiento, pena y padecimiento, acompaña a una Virgen que busca esperanza en su propia desesperanza, disponiéndose amargamente para acompañar a su ultrajado y desfallecido hijo en el camino del Calvario, donde encuentra Jesús la dolorosa muerte, lo hace así el único Crucificado californio tras la imagen lacerada a la que Benlliure pusiera alma y los californios corazón, nuestro Ecce Homo.

Una procesión donde el único elemento sonoro es un tambor con sordina que anuncia el cortejo, un cortejo tétrico y fúnebre que llena las calles de Cartagena de pasión y emoción, el inicio en absoluto silencio y lúgubre oscuridad solamente interrumpido por el tintineo de las lágrimas de cristal que abrazan la llama envuelta en cera, cera que recuerda las plegarias y el dolor del hijo crucificado.

Si alguna procesión o cortejo tuvo una Génesis controvertida fue esta, llegando durante algunos años a finales de los 50 del siglo pasado a procesionar en dos procesiones distintas y claro, a ser motivo de discrepancias con la cofradía marraja de aquel entonces.

En Cabildo de 22 de febrero de 1927 se ultima la “procesión del Silencio”, se viste a la figura del Ecce Homo con túnica de tisú de plata, corona de espinas y caña de oro y plata .

 Desfilaría por primera vez el Jueves Santo, aunque ese año, el de su fundación, no pudo salir a la calle debido al temporal de viento y lluvia que azotaba la ciudad, celebrándose la procesión en el interior de la iglesia. El trono asignado fue el mismo en el que ya procesionaba, obra, tres años antes, de Luis de Vicente, quedando el Cristo aislado sin sus sayones.

El nuevo desfile lo componía básicamente la imagen de Ecce Homo, al que seguían los hermanos de la Cofradía con la túnica de terciopelo y encapuchados y las hermanas de traje negro, mantilla y velo echado a la cara. Según el artículo 12 del reglamento de la procesión, desde el momento en que quedase compuesta la formación se procuraría no hablar y, desde su salida por la puerta de la iglesia hasta la terminación del miserere, quedaba terminantemente prohibido hablar con personas del público, ni hermanos, debiendo de considerarse el hecho de faltar a dicha prohibición como una desatención al resto de la hermandad. También se exigía no perder el frente de marcha, estando prohibido mirar tanto hacia atrás como a los costados. La edad mínima para poder salir en el cortejo delante del trono, siendo hermano, se fija en la de 16 años.

Durante la carrera cerraba la procesión un piquete y un tambor con sordina. igualmente se solicitaba la colaboración del Ayuntamiento para que, al paso del cortejo, se apagara el alumbrado de las calles de la carrera (este año de su fundación no se pudieron llevar a efecto los mandatos establecidos para la procesión del Silencio, debido a su suspensión por el temporal reinante, llevándose a efecto en el interior de Santa María). La procesión fue autorizada por el Episcopado sin problemas para el entonces Hermano Mayor don Casiano Ros, estableciéndose la hora de salida a las 11 de la noche.

La procesión del Silencio tendría un carácter familiar y californio, no podría participar en ella nadie que no lo fuera, llevándose con extremo rigor este punto. Para el primer desfile se apuntaron para salir de capirotes tapados un total de 125 hermanos y otras tantas hermanas. La Cofradía trató con un profundo sentido religioso al cortejo. Tuvo una importante novedad en la primavera del 44. Aprovechando la revalorización de este cortejo, otro tercio se incorporó al austero desfile del Jueves Santo: se trataba del tercio de la Virgen, tercio éste dependiente orgánicamente del que procesionaba a la Dolorosa el Miércoles Santo. En este caso se trataba de una imagen prestada por el Marqués de Fuente el Sol, a la sazón Hermano Mayor Californio, obra de Sánchez Lozano, a la que se le llamó “Virgen del Silencio”, que sobre el trono del Ósculo procesionó esta noche.

En 1956, se conseguiría, de procesionar la Cofradía California un Cristo Crucificado, proyecto que salió adelante gracias a los esfuerzos del entonces Hermano Mayor, don Francisco Celdrán, proyecto salpicado de polémica, tanto en el seno de la propia Cofradía como en el de la contraria.  Esa última alegaba alteración en la cronología pasional de la que cada Cofradía era responsable, a saber, la pasión la California y la muerte la Marraja. El proyecto era instituir para 1954 un nuevo paso con el título de Santísimo Cristo de los Mineros. Se conseguiría, como he citado anteriormente, verlo hecho realidad en 1956 y hoy marca uno de los principales referentes en nuestra Semana Santa.

Así se formó, Heraldos y trompeteros; Trono emblema de la Cofradía; tercio de capirotes con túnica negra de raso y capuz negro, capa de cola en raso gris plomo; frente al trono iría un nutrido orfeón, y en él la imagen del “Cristo de la Fe” de D. Mariano Benlliure, que desde 1941 se venera en la iglesia de Ntra. Sra. del Carmen; A continuación seguiría el tercio de la Vuelta del Calvario, vestidos de raso blanco, con las imágenes de Benlliure de San Juan y la Santísima Virgen Dolorosa, siguiéndole tercio de penitentes con túnica y capuz negro y capa de color azul de raso, orquesta y trono con la imagen de la  Virgen, obra de Pérez Comendador. Esta procesión saldría de Sta. María el Sábado Santo a las seis de la tarde, El Sábado Santo, 31 de marzo se cambia la hora de la partida de la procesión del Cristo de los Mineros, saliendo ya en la madrugada del 1 de abril a la una de la mañana por coincidir con los Santos Oficios del Sábado Santo en la Iglesia de Sta. María de Gracia. Participó una representación del Excmo. Ayuntamiento de La Unión y mineros de aquella población; daban escolta el tercio de Soldados Romanos, “el paso del titular del cortejo fue apoteósico, ya que la escultura crucificada de Benlliure era la primera vez que salía a la calle y, junto a la belleza de la talla se sumaba la espectacular y bella combinación de luces.

No propicio el cortejo un ambiente muy cordial entre las cofradías morada y encarnada: el motivo no fue otro que la desazón producida en el seno de la Cofradía Marraja por la nueva procesión estrenada el Sábado de Gloria/Domingo de Resurrección del Cristo de los Mineros y la notable acogida por parte de la población cartagenera a la misma, acogida que llevó a los organizadores y dirigentes encarnados a plantearla con más entusiasmo.

En 1957 Al impedir la nueva liturgia los desfiles, se suspende el del Cristo de los Mineros para este día pero, hechas las pertinentes gestiones, esta procesión se decide sacarla el Jueves Santo, a las nueve de la noche, una hora y media antes que la del Silencio y desde Sta. María como era habitual como así lo hicieron el año anterior; se incorporó una nueva Agrupación a este cortejo; fue San Pedro que, con motivo de sus “Bodas de Plata” y aprovechando el antiguo vestuario renovado y adaptando una antigua imagen que se hospedaba en el almacén de la Cofradía, procesionó como Santa María Magdalena en el Calvario. El cortejo se completaría con la Dolorosa de Pérez Comendador. Por lo tanto, y como se ha referido, esa noche hubo dos procesiones, lo que hizo que la del Silencio se retrasara y se reavivaran las disputas entre cofradías.

“Al prohibir la salida el prelado de la procesión del Sábado Santo, y salir las dos el Jueves Santo condujo a disputas en la madrugada del Viernes Santo entre californios y marrajos de notable alcance. La entonces cofradía contraria culpó a los encarnados de los acontecimientos ocurridos haciendo constar en sus actas que; el suceso se desarrolló con violencia y lo provocó la actitud de los componentes de la Cofradía California al retrasar la entrada de la procesión y dejando escaso margen a los contrarios (morados) para organizar la salida de su desfile para el Encuentro. Además de invadir el día procesional de la otra cofradía”. Margen suficientemente grande sí los morados no hubieran adelantado la salida, argumentaron ilustradamente los californios.

En 1958, volvió a efectuarse doble procesión el Jueves Santo a las ocho y media de la tarde-noche salió de Sta. María el cortejo del Silencio, al contrario que el año anterior, y a continuación lo hizo la procesión del Santísimo Cristo de los Mineros.

Este año se estrenó una nueva imagen sustituyendo a la del Cristo de La Fe, obra de Benlliure, que salió en procesión los dos años anteriores. Ésta es la actual de Juan García Talens. Tras una serie de problemas que se crearon con la junta de la parroquia del Carmen por la salida en procesión del Cristo de la Fe, se decidió localizar un Cristo Crucificado que lo sustituyera. Por este motivo, y debido a la premura en las fechas, a comienzos de año se buscó la imagen en Madrid. El imaginero ofreció un Cristo que estaba policromado en piedra y que fue utilizado para la inauguración de un sector en el campus de la Ciudad Universitaria de Madrid. El definitivo para este lugar de estudio se talló en piedra, por lo que el imaginero lo reservó; así que, una vez policromado de nuevo con su base de madera original, lo adquirió la Cofradía por 20.000 ptas. Ya en 1960, se funden en un solo cortejo las procesiones del Jueves Santo, la del Silencio y la del Santísimo Cristo de los Mineros