EL BARCO FENICIO DE LAS PLAYAS DE MAZARRÓN

EL BARCO FENICIO DE LAS PLAYAS DE MAZARRÓN
Hay noticias que emocionan, y si ocurren cuando te estás dando los últimos baños de septiembre, mucho más. Porque justo ahí, bajando las escaleras que hay frente a la Isla de Adentro, en la playa de la Isla de Puerto de Mazarrón, es donde acudo cada mañana de agosto a nadar lejos del bullicio de la gente, en aguas cristalinas. Es un lugar mágico, porque a unos dos metros de profundidad hay un barco fenicio desde hace más de 2600 años.

Sí, sí, lo repito, más de 2600 años.
Os pongo en escena:
Los fenicios eran una de las civilizaciones más importantes de la antigüedad. Fueron los grandes mercaderes. Sus costas eran propicias para construir puertos y los grandes bosques frondosos de los que disfrutaban les fueron muy útiles para la construcción de sus barcos.
Ya por el siglo VIII a.C. habían construido sus primeros barcos para llevar a cabo su actividad comercial. Eran barcos pequeños, con propulsión a vela y con una tripulación escasa. Cuentan que eran unos linces aprendiendo a navegar guiándose por las estrellas. Así fue como comenzaron a salir a alta mar y emprender sus viajes.
Y como os he dicho antes, de los naufragios fenicios que han sido localizados y excavados, se ha conseguido muchísima información. Las técnicas de construcción, la duración de la navegación, la mercancía…

En la playa de La Isla espera a ser rescatado el Mazarrón II, con 8,15 metros de eslora, 2,25 m de manga y 0,9 m de puntal. El puntal indica la altura total. Es un barco que no tiene cubierta y que me cuentan que sus cuadernas son de enebro.
Por las dimensiones que tienen, dicen que debía de ser un barco dedicado a hacer rutas cortas. Navegando por el día y parando al anochecer.
¿Sabéis que llevaba 2800 kg de plomo litargirio fundido en forma de tortas? ¿Y que el origen de ese mineral se cree que es de las minas de Mazarrón o de Cartagena?
Por eso se piensa que cuando el barco se hundió, estaba en su punto de origen.
¿Y sabéis por qué sé todas estas cosas? Pues porque hace unos días me recibieron para saciar mi curiosidad, parte del equipo de personas que se están encargando de las tareas de extracción, conservación e información del pecio.
Nada más llegar me recibió Agustín Diez. Estaba sentado en una esquina, supervisando y disfrutando del mar, y hablando con una sencillez y normalidad del trabajo por el que yo estaba con los ojos muy abiertos. Un hombre sencillo con la experiencia que da dirigir el departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia antigua de la Universidad de Valencia. ¡Casi nada!
José Antonio Moya me contó su dedicación en este proyecto, un trabajo increíble a base de miles de fotografías bajo el mar para lograr imágenes fiables y poder trabajar con la mayor definición posible. Él se encarga del tema audiovisual, documentar cada paso, cada logro… Aunque como dice, si hay que bajar se baja, se hace lo que sea necesario.
Y cuando creía que no conocería a Carlos de Juan, le vi salir con su traje de neopreno del mar, y percibí en un segundo el amor a su trabajo. Él es investigador de la Universidad de Valencia. Un experto en arqueología subacuática. Una persona cercana, ilusionada por lo que hace. Se sentó frente a mí, sin prisas, y me contó todo lo que creo que intuyó que yo quería saber. De esa manera bonita, envolvente, profesional y entusiasta. Puedo asegurar que este pecio está siendo tratado con mimo, delicadeza, con cariño, orgullo. ¡Quién fuera pecio!

Y los tres, cada uno a su manera me introdujeron en la historia de este UNICUM.
Del año 1999 al 2001 se realizó una excavación completa del pecio. En el 2008 se hizo una excavación para documentarse, y en 2019 se realizó una excavación parcial para el diagnóstico y medidas de conservación.
Porque este pecio se cree que se hundió una noche en la que los fenicios lo habían dejado fondeado y con el ancla echada. Estaba cargado y preparado para salir a la mañana siguiente por la bahía. Menuda faena para los pobres y menudo regalo, qué gran sorpresa para nosotros tener hoy ese tesoro.

Se deduce que debido a un temporal el barco se hundió. Y debido también a las condiciones del paisaje submarino de aquel momento, la arena lo cubrió rápidamente, dejándolo ajeno a los ojos de todos.
Durante muchísimos años estuvo protegido por esa arena, hasta que un día, el paisaje cambió. Me cuentan que donde estamos ahora, antes en parte era playa, que la construcción del puerto y otros condicionantes variaron las corrientes marinas. Y un día, esa arena que protegía a nuestro pecio se fue esfumando y…
Se intentó proteger la joya fenicia de manera artificial, y durante un tiempo estuvo cubierto con una caja metálica.
Y sí, en su momento funcionó. Pero había que escuchar lo que el barco decía. Una caja de hierro que no soportaría una corriente marina como la de entonces, y que al mismo tiempo, por el peso, estaba poniendo en riesgo su hundimiento.
Me cuenta Carlos de Juan que se creó una reunión internacional de expertos, donde participaron celebridades en esta materia desde Estados Unidos, de toda Europa, la UNESCO, técnicos especializados…
Y la conclusión fue que era necesario sacar el barco de su yacimiento para poder conservarlo, para salvarlo, para darle una vida bonita a ojos de todos. Y ya os he dicho que no era por la monumentalidad de este unicum, sino que como arqueólogos, serían capaces de hacer muchas lecturas de este resto arqueológico y la información que llevaba adherida.
¿Y qué paso después?
Pues que había quién opinaba que debía de sacarse de una pieza, pero el equipo que estaba trabajando con él, y con quienes he estado compartiendo este tiempo, plantearon que era imposible.
¿Sabéis por qué? Pues porque el grosor de la madera de este barco es de 3 cm y es una madera blanda.
Y me han explicado que cada una de las piezas debe salir sobre una estructura que han creado de forma artificial, en horizontal. Porque al salir del agua con la pieza, debería de tratarse con el mismo cuidado que cuando llevas una tarta.

Por ello, el año pasado se llevó a cabo un trabajo exhaustivo. Un plano de fisuras. ¿Sabéis lo que supone decidir las porciones en las que se va a dividir el pecio? Un trabajo de cirujano, con bisturí incluido, precisión, paciencia y amor, mucho amor. 22 piezas de las que ya hay bastantes a salvo.
Y así lo están haciendo. Es un lujo verlos trabajar, la coordinación, el proceso. Esa parte humana de la que siempre hablo.
Porque cuando sale la pieza hay profesionales detrás limpiándola y preparándola para el proceso posterior que durará al menos 4 años.
¿4 años? Sí. Esas piezas se están trasladando al laboratorio para rellenar las cavidades de la madera de una resina a más de 60 grados de temperatura. Después pasará al proceso de ultra congelación, que me cuenta Carlos de Juan que es como meter las piezas en un congelador no frost. Y por último, el secado de la madera.
Y una vez tratadas todas las piezas, se comenzarán a unir, y se le hará esa restauración final, ese maquillaje que cubre las fisuras, para que cuando vengáis a verlo, luzca con sus mejores galas.
¿No os parece fascinante? Una operación de salvamento de ese pecio al que no se le podía garantizar su conservación bajo el mar, apunta José Antonio Moya.

En serio, poneros en escena. 2600 años un barco hundido, conservado por la propia naturaleza y después por el hombre. Expertos que trabajan cada día sin mirar el reloj, me cuentan que a veces salen de noche del agua. Observan el pecio, ven la mejor manera de preparar su piezas, y saben que de la misma manera encajarán dentro de unos años para que todos lo disfrutemos.
Yo, que tengo la suerte de vivir estas experiencias de cerca, no puedo evitar compartir la ilusión con vosotros. Y que para sentir cosas en un museo, en un yacimiento, en una exposición, primero dedicarle el tiempo que os pidan vuestras ganas de saber. Pero siempre, siempre, valorar la pericia, la experiencia y el amor sin condiciones de esos equipos que hay detrás, que hacen magia con su trabajo, para que cada vez que te asomes a ver algo que te ilusiona, sientas que ellos suben el telón para ti.

A fecha actual y después de dos meses de intenso trabajo, con la extracción de la quilla se concluye la extracción de las 22 piezas del MAZARRÓN II, según el riguroso plan establecido.
Las piezas serán tratadas en el laboratorio destinado a ello, ARQUAtec, en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena.
Mi agradecimiento al equipo que ha llevado a cabo la extracción, por contarme su trabajo de una manera especial, junto al mar que ha arropado al pecio, bajo el sol del mes de octubre.
Gracias por la cesión de las fotografías y la oportunidad de poder contar esta historia arropada por los expertos.
Al Museo del ARQUA por la labor que van a llevar a cabo durante estos años.
Y a una mujer extraordinaria, Lucía. Lucía ha sido mi nexo de unión con esta historia, porque desde el verano de 2023, junto a su nieta, se convirtieron en las protagonistas de un relato precioso, LA ISLA DE ADENTRO (lo podéis encontrar buscando LA ISLA DE ADENTRO CARTAGENA ACTUALIDAD LA VENTANA DE EVA)
Ella es generosa, simpática, luz. Y ha hecho lo imposible para que yo hoy pueda contar esta historia tan especial, acercándome a este equipo de profesionales a los que ella les ha abierto las puertas de su casa, con vistas al pecio.
FELIZ DOMINGO
EVA GARCÍA AGUILERA
LA VENTANA DE EVA