LA CARTAGENA DE CUENTO DE CHRISTIAN ANDERSEN

La Ventana de Eva
La Ventana de Eva
LA CARTAGENA DE CUENTO DE CHRISTIAN ANDERSEN

LA CARTAGENA DE CUENTO DE CHRISTIAN ANDERSEN

 

Recordar a este escritor danés es revivir la infancia de muchas generaciones. De nuestros abuelos, nuestros padres, después nosotros a nuestros pequeños de la casa. Si lo pienso, igual algunos abuelos no estaban para cuentos en momentos en los que la historia andaba revuelta, pero con los años estoy segura de que abrieron uno de esos libros y se lo leyeron a sus nietos.

El Patito Feo, La Sirenita, El Soldadito de Plomo, El Sastrecillo Valiente, El Traje del Emperador, La Reina de las Nieves, Las Zapatillas Rojas…

Me cuentan que todos ellos han pasado después a la gran pantalla. Aunque dicen que Disney se encargó de edulcorarlos demasiado.

¡Más de 150 obras infantiles! Era innovador en la manera de contar las cosas, utilizando un lenguaje cercano y cotidiano. Dejaba muy latente los sentimientos y las expresiones que a veces llegaron a decir que no eran de fácil comprensión para los niños. Que quizá reflejaba sus miedos, sus inseguridades, sus inquietudes, todo lo que sintió de pequeño. ¿Y sabéis otra cosa que se cuenta? Que sus cuentos no tenían moraleja.

¿No tiene moraleja El Patito Feo? ¡Vamos, anda! Ese pobre pato que se siente diferente, que es rechazado desde que rompe el cascarón y que luego se convierte en un cisne tan bello…

 

No sé si será moraleja o no, pero el mensaje es contundente. Cómo nos gusta en la vida señalar al diferente. Al que no viste como tú, el que no escucha tu música, el que se siente libre en sus opiniones. O cómo nos hemos sentido muchos en el colegio, por el rechazo de los niños por no ser igual de extrovertidos que los demás, o por llevar gafas. Me río yo de aquellos. Sí, ahora me río yo en esas reuniones de antiguos alumnos que llegas y miras y…¿Quién es ahora el patito feo?

 

Uy, creo que me he desviado un poco del tema, ja ja. Disculpad, me ha salido la Eva defensora de las causas perdidas. Porque lo que yo en realidad os quiero contar, es que este escritor extraordinario por el que luce en Copenhague esa sirenita que quería tener piernas para salir del mar y estar con su amado, tenía un sueño desde niño, VIAJAR POR ESPAÑA. Y cuando cumplió los 58, ¿sabéis qué ciudad eligió visitar dentro de ese recorrido del que después publicó un libro? CARTAGENA.

Sí, sí, como lo oís. Cartagena de mi alma.

 

Llegó en diligencia desde Murcia y cuentan que se quedó muy sorprendido de que las montañas estuvieran peladas. Señor Andersen, y así siguen. Nuestras montañas están más secas que la mojama, cierto. Pero también me ha contado un pajarito que se quedó prendado de nuestro puerto. Y que le animaron a que se quedara en la Fonda Francesa y estuvo usted allí unos días como un rey, con vistas al mar. Un lugar que dicen que tenía 29 habitaciones de lujo y una planta donde estaba el salón comedor y la despensa donde se alimentó con los más ricos manjares.

¿Sabéis dónde estaba ubicada la Fonda? En la esquina de la calle del Cañón con lo que es ahora la Plaza del Ayuntamiento.

Y también cuentan, aunque todo esto es eso, cosas que se cuentan, que también visitó la Casa Spottorno, por la buena relación con su propietario.

Quizá por ello, en la parte trasera de la Casa Spottorno, tenemos una cafetería de cuento, donde sirven unas tartas caseras, crepes y unos batidos… EL SOLDADITO DE PLOMO. Entrar allí es sentirte dentro de una historia, la que tú  quieras construir. Igual estás sentado en una bañera tomando un café asiático, que la mesa donde te sirven una cerveza es una antigua máquina de coser. Un lugar donde el pasado viernes, mi amigo y cantautor Borja Casado envolvió de música a los damnificados por la Dana, arropados por la solidaridad del público cartagenero.

 

Pero volvamos a la historia, porque a mí que me da mucho por imaginar… Chirstian Andersen tenía un recuerdo desde niño de algo que le ocurrió en su país con un soldado español. Recordaba que le alzó en sus brazos y que le posó en sus labios una medalla de plata que llevaba colgada en su pecho. Parece ser que unos años más tarde escribió un poema, El Soldado.

Pero yo que soy una romántica, quiero pensar que el cuento El Soldadito de Plomo surgió del recuerdo de aquel soldado español, que por eso quiso venir a España y visitar Cartagena, para que la inspiración fluyera junto al mar, y así poder escribir ese cuento que nos ha acompañado siempre.

¿Qué pasa?, podría ser, ¿no? Es una historia preciosa.

Ya, ya sé que no pudo ser. El Soldadito de Plomo lo escribió en 1838 y su viaje a Cartagena fue en 1862. Pero, ¿a que por un instante habéis soñado conmigo? Ja, ja.

Pero, ¿sabéis una cosa? Sí que se inspiró en nuestra ciudad y sí que escribió algo muy especial sobre sus sentimientos despertados en este trocito de mediterráneo. Y lo dejó escrito en la mesita de noche de su habitación de la Fonda Francesa al marcharse de la ciudad. Algo que ya ha sido compartido en alguna ocasión por Luis Pérez Adán, cronista de Cartagena y algunas personas más:

Era la última noche en Cartagena, la ciudad de Asdrúbal. En ella soñé que caminaba por las profundidades del mar, entre extrañas plantas de exuberante fronda como sus palmeras, que se enroscaban en mí. Vi preciosas perlas, más ninguna tenía brillo como el que yo había visto en los ojos españoles. El mar rodaba por encima de mí con la sonoridad de un órgano. Me sentí prisionero del fondo del mar y añoré la vida de arriba, de la superficie y la luz del sol.

A esto le llamo yo, la magia de las cosas bonitas que nos pasan. Pero todavía hay algo más. Algo que adereza  y da color, luz y sonrisas a esta historia. Y todo ha sido gracias a las personas que forman la asociación Cartagena Ciudad Creativa, y a algunos artistas invitados.

 

Porque en la  Casa del Folclore de La Palma cuelgan ventanas mágicas que se abren y nos narran los cuentos de Christian Andersen. Cada uno con su visión y la luz especial del artista. Y yo, que los conozco a casi todos, he jugado a adivinar de quién era cada uno. Acompañada por Joaquín Alcáraz, un pintor y amigo entrañable, he disfrutado con esa pintura de multitudes que sólo él sabe crear, El traje nuevo del Emperador.

Con la magia y la dulzura de la ventana de Rogelio con El Soldadito de Plomo.

Geles Conesa, Paca Calvo, Joaquina López, Jorge Gómez, Juan Álvarez, Lola López, Goyo, mi amiga Cari Gil…

 

A todos, gracias.

No dejéis nunca de soñar, de sentir eso que se siente al  coger un cuento y repetir una y otra vez aquello de, Érase una vez…, eso sí, sin sentiros nunca, un patito feo.

FELIZ DOMINGO

EVA GARCÍA AGUILERA

LA VENTANA DE EVA