¿DESTINO O CASUALIDAD?

Eva

¿DESTINO O CASUALIDAD?

 

Es 29 de agosto. Para lo que a algunos suena a final, para Abril y Marcos es el comienzo de algo que todavía no saben muy bien qué es.

Los comienzos, bonitos instantes de estrellas fugaces y mariposas amarillas acariciando corazones que laten en una mañana de sol apagado que huele a septiembre.

Abril ha dormido intranquila, se ha despertado temprano. Mira la hora cada cinco minutos, se muerde el labio, sonríe, cierra los ojos, se mira al espejo. Suspira, arregla su pelo alborotado en una coleta bien alta y coge las llaves de su apartamento con vistas al mar, a las palmeras despeinadas, como ella, después de una noche  de viento inoportuno.

Marcos ha descansado esta noche, se ha levantado tranquilo, con esa templanza que la vida le ha puesto en su camino, de forma disimulada. Sin dibujar una sonrisa en su cara, también sonríe. También viaja por aquel día que…, pero sólo unos instantes. Él es cerebro, nunca se atrevería a… Y eso que se lo prometieron hace ya cinco años. Cada día 29 de agosto se encontrarían junto a la barca a la deriva, a primera hora de la mañana.

Cinco años atras, sí. Abril intentaba apurar al máximo esos días de verano. No quería que le quedara nada por hacer, ninguno de los deseos de su lista que cada año trae de vacaciones, por cumplir.

Abril tiene una energía arrolladora, una alegría que te enciende el alma, pero envuelta en una serenidad que sólo unos pocos conocen. Es sensible, y muere por un abrazo eterno de las personas a las que quiere. Tiene un corazón enorme, donde caben aquellos que llegan a su vida y le hacen vibrar. Es segura dentro de sus inseguridades, atrevida dentro de su timidez, pero sobre todo es valiente.

Cinco años atrás, sí. Marcos iba preparando la maleta de vuelta a casa, tranquilo. Había disfrutado de los días de sol y mar, de los amigos, de las tardes eternas mirando al infinito, de las caminatas que terminaban en un baño, en aquel verano tardío.

Marcos es sincero, pragmático, muy humano y con un corazón de oro. No te falla nunca. Es sensible, aunque lo disimula. Te escucha pero hace como que no, cuando no le interesa lo que le dices, cuando lo sacas de su zona de confort. Pero cuando se atreve a saltar al otro lado, es pasional, atrevido, divertido…

Ha amanecido, el sol de la mañana se cuela dibujando a rayas el cuerpo de Abril con los agujeritos de la persiana. Se levanta de un salto. Un par de trenzas y un vestido ligero y ya está de camino, con su cámara al hombro y un montón de atrezos para su sesión fotográfica que lleva queriendo hacer todo el verano. Siempre le pasa lo mismo. Cuando ve que le quedan pocos días, se pone a hacer balance y quiere exprimirlos al máximo.

 

 

 

Camina rápida, tiene que llegar a ese rincón que días atrás observó, antes de que la dureza del sol entorpezca el trabajo de esta fotógrafa en ciernes.

Y tan rápida camina, comprobando la hora, la batería de su cámara que… ¡Desastre! , flores secas, dos libros antiguos, un globo brillante con forma de corazón, todavía sin inflar, se ven envueltos en arena fina y dorada de una playa interminable.

Resopla, frunce el ceño, intenta alcanzar las flores de colores que quedarían tan bonitas sobre las redes…

Marcos hace rato que está sentado cerca de una barca que parece abandonada. No se ha dado cuenta, pero tiene los ojos fijos en ella y está sonriendo.

Se acerca, recoge algunas de las flores de colores, un libro antiguo y el globo que espera a ser inflado para darle la nota romántica a la fotografía de  Abril, y le dice, ¿necesitas ayuda?

¡Qué vergüenza! Abril tiene las mejillas sonrojadas, le ha salido ese lado tímido que le hace especial.

Marcos se acerca, Abril va guardando de nuevo todo en la mochila. Cierra el objetivo de la cámara y se sienta, como derrotada, sobre las redes, con la espalda apoyada  a la barca.

Da dos palmadas sobre las redes, mirando a Marcos, invitándole a sentarse a su lado.

A veces ya no hace falta nada más. Los corazones laten, los ojos brillan, la conexión es infinita, el amor es puro. Los amaneceres se esperan con impaciencia, las charlas interminables, el roce de la piel, los besos de amor, la ternura, la  pasión de los cuerpos que se entregan, entrelazados, para ser sólo uno.

Los otoños de risas en llamadas de teléfono infinitas. Los golpes del corazón al sentir vibrar el teléfono encendido con sus nombres. Las promesas, la ilusión, y después, las despedidas.

Hay una barca que parece abandonada en una playa cómplice de una historia irrepetible. Un lugar al que siempre quieres volver. Donde se escuchan historias y promesas.

Nos veremos aquí cada 29 de agosto

Y esta mañana Abril ha soltado las llaves justo antes de salir. Conoce a Marcos, quiere a Marcos, aunque él le dijera un día que ya no estaba enamorado de ella, pero que la quería.

Claro que se quieren, el amor verdadero no se apaga nunca. Han pasado los años, se quieren, pero de una manera tranquila, libres de sufrimiento, sin imaginar proyectos imposibles. Se quieren con sus circunstancias, sin presionar, con el respeto del uno hacia el otro. Se van a querer toda la vida, aunque a él le dé miedo verbalizarlo.

Se van a querer siempre, aunque hoy, esa barca junto al mar se haya quedado esperando un año más, ver fundirse en un abrazo a aquellas dos almas a las que un día, la vida les hizo el regalo más bonito.

 

MARCOS Y ABRIL, que el amor os acompañe.

 

EVA GARCÍA AGUILERA.