MIGUEL DE CERVANTES EN CARTAGENA; CON ESTO POCO A POCO LLEGUÉ AL PUERTO…

MIGUEL DE CERVANTES EN CARTAGENA; CON ESTO POCO A POCO LLEGUÉ AL PUERTO…
¡Qué se me hubiera escapado esto a mí! Y eso que a veces presumo de que soy observadora…
Os cuento. Hace unos días se me ocurrió coger un atajo porque llegaba justa de tiempo a algún lío de los míos, y pasé por la calle Intendencia.
Y me fijé en unos paneles rojizos en los que se me figuró que la fotografía era de Miguel de Cervantes. Justo en ese lugar de piedra con tanta historia donde hoy en día tenemos en la ciudad una cafetería muy bonita y que muchos años atrás fueron las Casas del Rey. Así que paré y leí…
Miguel de Cervantes y Saavedra, máxima figura de la literatura española. Conocido universalmente por su libro Don Quijote de la Mancha…

Tenemos la certeza de que estuvo al menos dos veces en Cartagena.
¡Eureka! ¡Cáspitas! ¡Córcholis! ¡Alucina, vecina!
Mis ojos se me pusieron como platos, olvidé que llegaba tarde, y mi cabeza únicamente pensaba, ¡aquí hay tomate!
¡Qué alegría, qué alboroto! Quería saberlo todo.
Pero vayamos por partes…, vamos a ponernos en escena.
Contaba el cronista Federico Casal en su libro Historias de las calles de Cartagena…
Se entra a la calle Intendencia por la Puerta de Murcia y se sale a la Plaza del Cuartel del Rey y calle de la Maestranza.

No existe en la calle Intendencia más que un edifico particular que hace esquina con la Puerta de Murcia. El resto de la calle está formado, la parte de la derecha por el Cuartel del Rey y la izquierda por el Palacio de Capitanía General.
Se formó esta vía en el año 1740 al construirse el edificio Casa de la Intendencia de Marina, hoy Capitanía General en terrenos pertenecientes a las Casas del Rey…
Y añade este cronista, que se creó la calle para dar salida a las aguas que en época de lluvia venían de lo alto del Molinete y el Castillo de la Concepción.
¡Y yo estaba junto a esa cafetería donde una vez…!
Me hablan del Camino Español, un duro trayecto que se atravesaba a pie de Europa a Flandes y que se empezó a seguir en el siglo XVI, partiendo desde Cartagena. Y dicen que todavía quedan huellas donde hay constancia de la importancia de nuestra ciudad siglos atrás.
Y fue el rey Felipe II el que mandó construir en Cartagena una Casa Real en la calle Intendencia, conocida como las Casas del Rey. Allí se almacenarían armas y provisiones. Y también me dicen que se utilizaba como alojamiento para las tropas.
Cuentan que el edificio contaba en su origen con dos plantas, donde en la parte superior dormía el Rey durante su estancia en Cartagena, y en la planta baja había una plaza porticada donde todavía se conservan ocho arcos. Y era allí donde se almacenaba el armamento, la pólvora…

Tenía que ser muy bonito, porque llegó a haber varios patios, caballerizas…
Y al principio os conté que el Manco de Lepanto, nuestro Miguel de Cervantes, estuvo en dos ocasiones en Cartagena, en 1568 y en 1581.
Pues precisamente su segunda vez fue justo en las Casas del Rey. ¿Y sabéis el motivo? Os lo cuento. Para recibir el pago de 19.000 maravedíes en concepto de honorarios por un encargo de espionaje en el otro lado del mediterráneo. ¡Me pinchan y no me sacan sangre! Sí, yo también esperaba un motivo más… ¿literario? Pero sí, así fue, porque consta en un libro de cuentas del pagador de las Armadas del rey Felipe II en Cartagena.
¿Os digo una cosa? A mí esta anécdota me ha encantado, pero me apetece más contaros esa bonita relación con mi ciudad, vinculada a su literatura. Así que a ello voy.
A los 19 años cuentan que un importante cardenal calificó a Cervantes de insuperable, y tuvo muy a bien de darle a conocer.
Su triunfo fue grandioso. Dicen que a los 20 años le saludaba Apolo desde el Parnaso.
¡Os voy a contar una anécdota! Miguel de Cervantes escribió unas palabras en la corona de la tercera mujer fallecida de Felipe II. No me preguntéis el qué, porque yo también me he quedado con las ganas de saberlo.
Un día, Cervantes decidió salir a buscar ventura. Quería emprender su primera salida hacia Italia. Y dicen que embarcó en Cartagena. Sería su primera vez en esta ciudad, en 1568.
Y así lo confirma en su poema Viaje al Parnaso.
¡Cuatro veces nombra Cervantes a Cartagena! Dos de ellas en el Quijote. El licenciado Vidriera y el Viaje al Parnaso. Y también en La Gitanilla y Los trabajos de Persiles y Segismunda.
Por eso la ciudad quiso rendirle un homenaje, y muy cerquita del puerto, frente al Palacio Consistorial, desde hace más de 75 años lucen esos murales de azulejos donde se recrea el poema que nos dedicó a la ciudad y que todos los cartageneros recitamos sin darnos cuenta.

Cuentan que la iniciativa la tuvo José Belda, un intelectual cartagenero, en 1906. En 1945 volvió a recordarlo desde Madrid al ayuntamiento de Cartagena. Parece que se habían olvidado, ja ja. Aunque lo que sí estaban ya en aquella fecha eran los huecos para colocar la cerámica, pero…
Pero llegó su momento, claro que llegó por fin, en 1947. Aunque hay algo que no me cuadra y que he leído, y es que se colocaron pero no se hizo inauguración. Si es así, llamadme loca, pero si sacamos cuentas…1947-1906 = 41 añitos bien merecían una buena inauguración con todos los cartageneros. Corramos un tupido velo.
¿Os gustaría saber cómo era la Cartagena de aquellos años en los que Cervantes pasó por aquí?
Os lo voy a contar. Gracias a que tengo amigos estupendos, como Joaquín Alcaraz, llegué a un libro de Antonio Puig, muy antiguo, que cuenta cosas maravillosas. Y así, leyendo despacito e imaginando a Cervantes paseando por nuestras calles, he conseguido saber detalles de nuestro rinconcito del mediterráneo para compartirlo con vosotros.
El número de habitantes era de unos 1500. Las murallas tenían cinco puertas y dos portillos. Y al encargado de abrir y cerrar las puertas de la ciudad se le abonaban dos ducados de salario al mes.
Lo que actualmente es el Arsenal se llamaba el Mar del Mandarache, donde fondeaban las Reales galeras.
Lo mejor de la población se encerraba en el pequeño valle comprendido entre el Castillo y el Molinete.
En la ciudad había dos plazas y una plazuela. Y allí se celebraban las proclamaciones de los reyes, los torneos y encamisadas y otros festejos.
La calle Mayor comenzaba en la Plaza Mayor y desembocaba en la calle San Sebastián.
El barrio de Santa Lucía estaba habitado por pescadores, marineros y gente del puerto. Y el barrio de San Antón, tenía mucha menos población pero contaba con una de las salitrerías más importantes.
La actividad industrial era grande, a pesar de la poca población. El esparto abundaba y se hacían capazos, sogas… Y también la alfarería, así que fabricaban todo lo necesario, como ollas, tinajas, cántaros…
Sin embargo, en aquel momento, la pesca ganaba la partida. Dicen que los corales abundaban en nuestro mar, y fueron tan importantes que este tesoro lo quiso absorber el Estado. Vaya…, mejor calladita, sí.
La actividad comercial estaba bien considerada. Cartagena tenía consulado y podía administrar justicia en lo relativo a las mercaderías.
Para la defensa de la ciudad contaba con cuatro compañías de infantería con casi trescientos hombres cada una.
¿Habéis imaginado por un momento aquellas calles y esos corales? ¿A los alfareros, las cinco puertas de la ciudad? Porque yo sí. Sin embargo, de todo esto que os cuento, yo creo que a Cervantes se le quedaron clavados sus ojos en nuestro puerto. Amor a primera vista. Y hoy todos los cartageneros recitamos con orgullo, cuando paseamos camino del mar, aquello que Miguel de Cervantes Saavedra escribió para nosotros.
CON ESTO POCO A POCO LLEGUÉ AL PUERTO
A QUIÉN LOS DE CARTAGO DIERON NOMBRE
CERRADO A TODOS VIENTOS Y ENCUBIERTO
A CUYO CLARO Y SINGULAR RENOMBRE
SE POSTRAN CUANTOS PUERTOS EL MAR BAÑA
DESCUBRE EL SOL Y HA NAVEGADO EL HOMBRE
FELIZ DOMINGO
LA VENTANA DE EVA