ME PRESENTO, MI NOMBRE ES CARTAGENA

ME PRESENTO, MI NOMBRE ES CARTAGENA
Mi nombre es Cartagena y estoy genial para la edad que tengo. Porque, ¿sabéis una cosa?, la edad está en todo lo vivido, en la suma de sonrisas, en lo aprendido cuando te equivocas, en volver a intentar lo que te ilusiona y, sobre todo, en disfrutar observando lo que ocurre a tu alrededor.
Yo soy una gran observadora, y un poco cotilla también. A veces me quedo embobada viendo como los romanos construyen el Teatro y no os lo vais a creer, pero se me pasa el tiempo volando, ja, ja.
En otras ocasiones simplemente me quedo observando a las personas caminar por mis calles. Últimamente casi todo el mundo parece que tiene prisa. ¡Para qué correr tanto!
Ah, y hay algo que os quiero contar. No siempre me he llamado Cartagena. He tenido otros nombres.
En el año 227 a.C. el general cartaginés Asdrúbal me puso el nombre de Qart Hadasht. ¡Ya os he dicho que tengo más años que el chocolate El Gorriaga!
Cuando la época romana entró en apogeo, Escipión el Africano me tomó y fui posesión romana desde el 209 a.C. hasta el siglo VI d.C. Durante aquella época mi nombre fue Carthago Nova. Y me sentía importante. ¿Cómo que me sentía? ¡Lo era!
Pero esto no quedó aquí. Que si Carthago Spartaria, Qartayannat al-Halfa… Ya estaba yo un poco despistada y cuando me llamaban, no contestaba.

Hasta que me pusieron Cartagena. ¡Mira que suena bien! Cosmopolita, interesante, misteriosa, histórica.
¡Y hasta tengo un himno! Cuando todos los ciudadanos lo cantan, lo hacen despacito, con respeto, susurrando. El pelo se les pone de punta y a mí me hace unas cosquillitas muy adentro, que si a veces sentís gotitas de lluvia, soy yo, Cartagena emocionada.
Os voy a cantar un poquito…
La Leyenda forjaron de tu nombre
Cuántos héroes tus mármoles custodian,
Proyectando el pregón de tu hidalguía
Desde el puerto a los mares de la historia…
Me siento muy orgullosa, claro que sí. Una tiene ya su edad, pero sentirse querida es lo mejor que te puede pasar en el mundo.
¡Anda que no he vivido yo cosas!
Mi historia siempre ha estado conectada al mundo por mi Puerto. Bueno, mío y también vuestro. He sobrevivido a guerras y reconquistas, he levantado murallas defensivas, he celebrado el auge y llorado las pérdidas. He recibido bombardeos infinitos, he sentido que perdía y me he levantado valiente, fuerte. Me he sentido despojada por el odio y la envida, pero me he visto renacer muchas veces. Por mis calles han pasado personas ilustres que los niños que juegan hoy en mis parques, estudian en sus libros del colegio.

Ya os he dicho que soy mayor, pero no he desvelado mi edad. Porque soy una Cartagena coqueta. Soy el rojo carmesí, el rojo Cartagena, la fuerza del mar, el Fuerte de Navidad, los restos romanos, el modernismo que se eleva y toca con sus dedos el cielo, los molinos y los almendros en flor, los aladroques, el vino del campo de Cartagena.

Soy la que se emociona cuando me miman, cuando lo pasáis bien un domingo por la mañana en familia por el Sendero Azul hasta Cala Cortina. Soy la que os escucha entusiastas o a veces bordesicos.
A veces me he sentido abandonada a mi suerte, pero tengo que deciros que últimamente me siento más viva que nunca, y muy elegante, y bonica, resultona…
Ains, se me sube el rojo carmesí de Cartagena, ¡qué vergüenza, qué piropos me digo!
Pero es que me están cuidando muy bien. A mi puerto.. vale, vale, nuestro puerto… A nuestro puerto llegan muchísimos cruceros, y me visitan personas de todo el mundo. Me dicen que soy beautiful y mi rojo Cartagena otra vez me sube por todos los rincones.
Y qué deciros de esta Navidad. Me han vestido de magia y de luz. He disfrutado viendo a niños y mayores en la Cabalgata de Reyes Magos. ¡Qué bonita, por favor! ¡Hacía mucho tiempo que no me sentía así!

Las calles rezuman historia, las zonas rurales recuperan sus tradiciones, los aljibes vuelven a tener uso, las murallas os observan a todos. Hay música por las calles, duendes que trabajan con ilusión para mí, para vosotros.
¡Me siento viva! Siento que con mis ojos de mar puedo hacer un recorrido y viajar por mis tres mil años de historia.
Vaya, ¡se me ha escapado mi edad! Pero no son tantos años. Ya veis lo estupenda que estoy.
Y eso es porque estoy rodeada de personas bonitas que me quieren. Que luchan porque me conozcan por todo el mundo, por ponerme en valor.

Os voy a contar una cosa. Veo a menudo recorrer mis calles a una chica que desde hace cuatro años me mira despacito, me observa, sonríe, se emociona. Siempre lleva una cámara de fotos y una libreta. Todo le interesa. Es crítica y exigente. Cuenta mi historia bonita, desde el corazón, pero nunca deja pasar la oportunidad de reivindicar cuando percibe que no me están cuidando demasiado o que me merezco algunas cosas desde hace mucho tiempo.
Y yo a veces le digo, aunque no sé si me escucha, Roma no se construyó en un día. Ella sonríe. Porque es cierto, no existen varitas mágicas, yo soy paciente. Me han reconstruido y derruido muchas veces, pero cuando siento la luz a mi alrededor, sé que estoy en el camino para no dejar de brillar.
Me llamo Cartagena, y soy TRIMILENARIA.

FELIZ DOMINGO
LA VENTANA DE EVA (Eva García Aguilera)