Opinión

PENSANDO: EN VOZ ALTA RESPETO

PENSANDO: EN VOZ ALTA RESPETO

PENSANDO EN VOZ ALTA

RESPETO

En estos últimos días hemos oído y hablado de educación, pines, feminismo, machismo, hijos que no nos pertenecen… en fin, de un montón de ‘gilipolleces varias’. Anoto algunas de ellas, y sus autores, para que se vayan centrando y caminemos poco a poco hacia el debido respeto.

«El PIN parental, o consentimiento informado, es un escrito con el que los padres piden ser informados de las actividades complementarias y extraescolares que el colegio o instituto va a realizar. Así, se les informará de las salidas al cine, al teatro, de las charlas o talleres que se impartirán, etc. De esta manera, podrán autorizar o no la participación de sus hijos a aquellas actividades con las que no estén conformes, como pueden ser las relacionadas con la educación afectivo-sexual, de ideología de género, de diversidad sexual, de diferentes modelos de familia, etc., que en la actualidad tienen un fuerte componente de adoctrinamiento». Idea desarrollada por el grupo político VOX.

«Los hijos e hijas de padres y madres machistas tienen el mismo derecho a ser educados en valores igualitarios, en libertad y en feminismo, de amar a quien quieran y cuando quieran», afirma Irene Montero.

«No podemos pensar que los hijos pertenecen a los padres», después del Consejo de Ministros del pasado día 17, viernes, según Isabel Celáa.

Basándome en este punto, busco desesperadamente y con urgencia al dueño de mis tres hijos para pasarle la factura de todo lo que hemos invertido en ellos, su madre -supuestamente- y yo, ya que según la ministra Celáa no nos pertenecen. Necesito saber quién es el propietario de ellos para explicarle, además, no vaya a ser que se asuste, el tipo de educación y valores que le hemos, modestamente, transmitidos. Se me olvidaba: tienen puestas todas las vacunas recomendadas.

Pienso en voz alta si no sería mejor y más productivo que todos nos respetásemos en nuestras respectivas formas de pensar, de ejercer una u otra religión, de llevar a cabo nuestras tendencias sexuales… en fin, vivir y dejar vivir, desechando de una puñetera vez el machismo, el feminismo, o sea, todos los ‘ismos’ que tanto daño hacen.

El tiempo de la caza de brujas ya pasó. Vivimos en España, donde no se persigue a nadie por ser hetero, homo o trans o lo que le plazca y salga de las mismísimas gónadas.

Seamos capaces de somatizar el “respeto”. «El respeto es un sentimiento positivo que se refiere a la acción de respetar; es equivalente a tener veneración, aprecio y reconocimiento por una persona o cosa. Como tal, la palabra proviene del latín ‘respectus’, que traduce ‘atención’, ‘consideración’ y originalmente significaba ‘mirar de nuevo’, de allí que algo que merezca una segunda mirada sea digno de respeto» -Adriana Morales (Venezuela)-.

Es fundamental para lograr una armoniosa interacción social. Para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. En este sentido, el respeto debe ser mutuo, y nacer un sentimiento de reciprocidad. No podemos imponer nuestros criterios ni ideas y no pueden imponernos sus convicciones.

Entre todos; padres, maestros, profesores, educadores, amigos, vecinos… ciudadanos; enseñemos a respetar. Respetar no significa estar de acuerdo en todos los ámbitos con otra persona, sino que se trata de no discriminar ni ofender a esa persona por su forma de vida y sus decisiones, siempre y cuando dichas decisiones no causen ningún daño, ni afecten o irrespeten a los demás. Además, respetar también es ser tolerante con quien no piensa igual que tú, con quien no comparte tus mismos gustos o intereses, con quien es diferente o ha decidido diferenciarse. El respeto a la diversidad de ideas, opiniones y maneras de ser es un valor supremo en las sociedades modernas que aspiran a ser justas y a garantizar una sana convivencia.

Hagamos un esfuerzo y hablemos con respeto de las diferentes religiones, creencias y comportamientos del ser humano. Procuremos ser sensibles, ponderados y reflexivos, no incurramos en descalificaciones o menosprecios.

Si no guardamos la consideración o el debido respeto a una persona, sobre todo si le decimos cosas poco apropiadas, estamos cometiendo una falta de respeto.