PENSANDO EN VOZ ALTA: VIOLENCIA DE GÉNERO
PENSANDO EN VOZ ALTA
VIOLENCIA DE GÉNERO
Un día más, pasado un hecho puntual como fue el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, quiero volcar mis pensamientos en voz alta sobre dicho tema. Mucho es lo leído y lo consultado. Entre otras referencias señalo principalmente los estudios llevados a cabo por “Julián Pérez Porto y María Merino (2012)”, datos facilitados por la ONU y el Consejo General del Poder Judicial.
La violencia es aquella conducta que se realiza de manera consciente y adrede para generar algún tipo de daño a la víctima. Con origen en el latín violentĭa, la violencia puede buscar dañar física o emocionalmente.
Género, por su parte, es un concepto con varios usos. En esta oportunidad nos interesa destacar su significado como el grupo de seres que comparten ciertas características.
La violencia de género, por lo tanto, es la ejercida de un sexo hacia otro. La noción, por lo general, nombra a la violencia contra la mujer (es decir, los casos en los que la víctima pertenece al género femenino). En este sentido, también se utilizan las nociones de violencia doméstica, violencia de pareja y violencia machista.
En concreto podemos establecer que existen tres tipos claramente diferenciados de lo que es la violencia de género. Así, en primer lugar, se encuentra la llamada violencia física que es aquella en la que la mujer es víctima de malos tratos que dejan huellas en su aspecto. Este sería el caso de golpes, empujones, patadas, mordiscos o todos aquellos que son causados por el agresor al hacer uso de sus manos o de objetos como pueden ser armas blancas.
En segundo lugar, está la conocida como violencia de género psicológica. Esta es la que tiene lugar cuando el hombre ataca a la mujer mediante insultos, humillaciones, desprecios o amenazas. De esta manera, la víctima es fruto de una manipulación que se traduce en que ella se sienta despreciada, indefensa e incluso culpable de las reacciones de su pareja.
En este sentido, hay que exponer que dentro de este tipo de violencia no física podemos encontrar a su vez dos clases claramente diferenciadas. Así, está la económica que es aquella que se caracteriza porque el hombre intenta que la fémina no tenga acceso al trabajo o al dinero familiar para que así dependa de él. Y luego está la social que es la que utiliza el agresor para que su víctima se aísle de su entorno y no tenga contactos con nadie que pueda abrirle los ojos y ver la situación en la que se encuentra.
En tercer lugar, además de la violencia de género física y psicológica, está la sexual. En este caso, el hombre utiliza la coacción o la amenaza para establecer relaciones sexuales no deseadas por la mujer.
Cabe destacar que, en muchas ocasiones, los casos de violencia familiar no suelen ser denunciados ya que la víctima puede estar atemorizada por convivir con alguien violento o incluso puede sentir vergüenza por la situación.
La violencia de género, de todas formas, incluiría en su sentido más amplio al maltrato físico y emocional que una mujer puede desplegar contra un hombre. La idea, en cambio, no contemplaría los comportamientos violentos entre personas del mismo sexo.
Como la violencia contra la mujer es un problema histórico y cultural, ciertas legislaciones contemplan una discriminación positiva respecto a este género, ya que se la protege sobre el hombre. Hay casos donde, incluso, la violencia que ejerce una mujer sobre un hombre no es delito.
El día 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de la ONU, en su resolución 54/134,declaró al 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha recuerda el asesinato de las hermanas Mirabal(Patria, Minerva y María Teresa), tres activistas dominicanas, en 1960.
Hasta aquí hemos puesto frente a los focos la violencia, en su espectro más amplio. Pero me llama la atención que, en el desgraciado caso de mujeres muertas a manos de sus parejas -generalmente masculinas-, el número, año tras año, de víctimas es muy similar… véase el siguiente gráfico: Verán que oscila el número de fallecimientos en un intervalo de 40 a 80. Concretamente, el año 2008 (76 víctimas) y en el año 2018 (44 víctimas). Yendo a los fríos números: Una media de 60 fallecidas/año con un margen de (+/- 16). Algo no se está haciendo bien cuando, año tras año, seguimos con las mismas cifras.
Fuente: Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)
¿Desde donde debemos partir? ¿Desde la casa? ¿Desde las escuelas, institutos, universidades? ¿Desde donde…? Consideroque se debe concienciar desde todos y cada uno de los puntos… incluidos los lugares de trabajo. Pero lo primero es lo primero y soy de los que piensan que hay que comenzar desde la niñez y juventud. Inculcar el respeto mutuo, inculcar que nadie es más que nadie, que ninguno estamos por encima de los demás, que el respeto hacia el otro, la otra, los otros, las otras, es sagrado. Hay que sembrar desde que se aprende a andar y hablar. No veo otra forma.
Posiblemente la respuesta a mis dudas la expresó, mi admirado, Antonio Parra Sanz, la pasada semana, en su “Carta de noviembre” remitida a sus alumnos. Reproduzco una parte de ella:
«Hay quienes se niegan a asumir las dimensiones de esas cifras, de esos actos, hay quienes defienden que en las aulas debemos enseñar y no educar, pues bien, enseñemos conceptos, enseñemos el valor de la libertad, la libertad de una mujer a la hora de amar o dejar de amar a alguien, de trabajar o estudiar lo que cada cual desee, el valor del respeto y la igualdad, el valor de poder mantener la identidad propia sin que nadie nos amenace o nos maltrate. Enseñar a respetar los derechos también forma parte de lo didáctico, también es educativo, aunque les pese a muchos intolerantes […] El silencio o el encogimiento de hombros no hace más que construir un refugio para los que menosprecian, para los que agreden, para los que matan. Erradicar la violencia de género, levantar la voz para acabar con ella, es cosa de todos, pero sobre todo de quienes tenéis el futuro en las manos».
Deseo que esta carta sea el principio del fin de la violencia de género.