Opinión

PENSANDO EN VOZ ALTA: COMO NOS AFECTA EL CAMBIO DE HORA

Paco Marín
Paco Marín
PENSANDO EN VOZ ALTA: COMO NOS AFECTA EL CAMBIO DE HORA

PENSANDO EN VOZ ALTA

COMO NOS AFECTA EL CAMBIO DE HORA

En un par de “pensando” anteriores ya me referí al porqué del cambio de hora en el mundo. Hoy, un día después de entrar en el horario de verano, simplemente voy a efectuar un pequeñísimo recordatorio y algunos efectos observados en algunas personas.

La propuesta de ajustar los relojes para conservar energía fue sugerida por primera vez por Benjamín Franklin en 1784 como una forma de economizar el uso de velas, pero su implementación moderna llegó mucho más tarde. Durante la Primera Guerra Mundial, Alemania y sus aliados fueron los primeros en introducir el horario de verano (en 1916) como una medida para conservar carbón. La idea era extender las horas de luz natural en las tardes, reduciendo así la dependencia de la iluminación artificial y, por consiguiente, ahorrando combustibles fósiles.

Actualmente, de acuerdo con datos de Pew Research (Centro de Investigación con sede en Washington, DC), solo alrededor de un tercio de los países del mundo practican el horario de verano, y la gran mayoría de ellos se encuentran en Europa. Y cada vez son menos los que se suman al cambio.

Veamos cómo afectan, según parece, los cambios horarios de verano e invierno en la salud de las personas, en general.

La pérdida de una hora tal vez no parezca tan grave, pero "realmente puede tener un fuerte impacto en nuestra salud y bienestar general", señala la Dra. Melissa Lipford, neuróloga y especialista en problemas del sueño en la Clínica Mayo.

Afortunadamente hay algunas medidas que pueden tomarse para reducir las consecuencias, medidas que también han demostrado ser efectivas a lo largo de los años. Los científicos destacan que hay que aprovechar el cambio de horario para modificar algunas rutinas, como cenar y acostarse más temprano e intentar aprovechar la luz diurna para estar fuera. También es recomendable reducir las cantidades de cafeína, alcohol y la exposición a la luz azul (pantallas de móviles, por ejemplo) una o dos horas antes de acostarse. De hecho, cambiar los teléfonos por un libro, es una buena estrategia: nos obligan a centrar nuestra atención, reducen niveles de cortisona (vinculada al estrés) y elevan los de oxitocina, produciéndonos placer.

Otra medida beneficiosa es hacer alguna actividad física por la mañana. Con ello incrementamos la temperatura corporal y las hormonas que genera nos permiten estar alertas durante el día. Si lo hacemos por la noche prolongamos las horas de vigilia y retrasamos el sueño. Así, para sobrellevar este cambio, lo mejor es adaptarse, al menos hasta que sigamos el ejemplo de la mayoría del planeta y no haya más cambios de hora.

Sabemos que todo se estudia y todo se analiza y, por supuesto, el susodicho “cambio de horario” es uno de los fenómenos más investigados. Científicos de la Universidad de Michigan llevan más de diez años estudiando como incide en las personas el cambio de hora. Diseccionadas más de 40.000 admisiones hospitalarias semanas posteriores a dicho cambio se obtuvieron, más o menos, estos resultados: Los ataques cardíacos aumentaron un 24% durante este periodo. Un 8% subieron los accidentes cardiovasculares y se detectó que los episodios depresivos se dispararon como un 11%.

A todo lo anterior podemos añadir: Problemas para tomar decisiones. Dificultad con la memoria y la concentración. Cambios en el apetito y los antojos; es posible que uno se sienta más hambriento de lo normal la semana después del cambio de horario. Un leve déficit del sueño causa un aumento de la hormona grelina (provoca el hambre). A todo esto, se la puede añadir también una mayor irritabilidad.

Acabo pidiéndoles que, en estos días posteriores al cambio, vayan anotando si algunos de los problemas señalados le afectan de una u otra forma. Un consejo: lean un libro antes de caer rendidos a Morfeo.