Opinión

PENSANDO EN VOZ ALTA: POLÍTICA ¿PARA QUÉ?

Paco Marín
Paco Marín
PENSANDO EN VOZ ALTA: POLÍTICA ¿PARA QUÉ?

PENSANDO EN VOZ ALTA

 

POLÍTICA ¿PARA QUÉ?

 

Como mero número de la sociedad española, como mero individuo que, durante muchos, muchos años se levantaba cada día muy temprano para salir a la calle a buscarse la vida, unas veces con mejor fortuna que otras, lo único que pido es que no se me tome el pelo ni me consideren un gilipollas todos aquellos que se dedican a “politiquear”, a hacer un mal uso de las herramientas políticas.

 

Llevo muchos días, mejor, meses o porque no, años, que no salgo de mi asombro. Pienso que debe ser porque soy corto de mente, alguien dirá que me faltan muchos estudios para llegar a comprender la grandeza de la política y, sobre todo, de los políticos. Por lo que se ve, personas con gran preparación y estudios que trabajan en manera y forma que todo aquel que no pertenezca a ese círculo podrá nunca entender.

 

Pienso que la política, perdón los políticos –sino todos, gran número de ellos- son una estafa. La mayoría de las veces funcionan como trileros… ¿Dónde está la bolita? o como los malos profesionales de la estadística. Me voy a detener un momento en este punto: Después de cada votación, por arte de magia, nadie ha perdido, al contrario, todos ganan. Es increíble oír las explicaciones posteriores… creo que piensan que los ciudadanos somos gilipollas, que tenemos unas tragaderas y una paciencia infinita. Ahora mismo estamos en un momento en el que sería necesario cambiar la ley electoral porque de nada vale que se vote, ya que salgan los números que salgan a continuación no hacen caso de esos resultados e intentan maniobrar para como hace años alguien apuntó: «…lo que las urnas no nos han dado lo hemos corregido en los despachos…».

 

He observado con asombro con que facilidad se pasa de unos ideales sólidos y profundos a otros ideales sólidos y profundo de signo totalmente opuesto. Sobre todo, el número uno. Observo, así mismo, como los lunes, miércoles y viernes defienden X y los martes, jueves y sábados defienden Y; dejando el domingo para ver si Z es factible. Me imagino que “en habiendo” euros por medio, y no pocos, uno sin ética y sin vergüenza puede defender a Dios y al diablo al mismo tiempo. En conversaciones conmigo mismo me hago una pregunta: ¿Se comportarían igual si no se cobrara o se cobrara el salario mínimo interprofesional? Pienso que no habría políticos. Fijen su atención en las declaraciones qué durante estos días, unos y otros, están realizando sobre los efectos de las DANAs en los distintos lugares de la península. Sobre todo, la comunidad valenciana.

 

Mientras escribo esta columna estoy pendiente, lunes 18 de noviembre, del Parlamento Europeo donde se está debatiendo la incorporación, o no, a su equipo de gobierno de la socialista española Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Este debate se resolverá si la ministra explica razonadamente qué hizo para prevenir y detectar la enorme riada que ha arrasado l’Horta Sud de Valencia, con el saldo trágico, hasta la fecha, de más de doscientos muertos. Hay, además, dos condiciones ineludibles para aceptar la evaluación de la ministra española: su comparecencia en el Congreso de los Diputados para hablar sobre la catástrofe valenciana y su compromiso, en caso de resultar elegida, de dimitir de inmediato si es imputada. Muy dura sería la dimisión y, me imagino, que hará lo imposible y declarará lo inimaginable para “coger” el “empleo” por ¿honor? o ¿por el sueldo mensual? ¿Cuántos de ustedes cobran mensualmente 29.700 €?  

 

Lo que se deduce sin mucha dificultad es que por el euro cualquiera se baja los pantalones, o lo que sea, y pierde la dignidad las veces que sea necesario; después dirá que todo lo hace por el pueblo.

 

Particularmente ningún partido político merece mis respetos porque no veo altura personal ni altura de miras al no poner delante de todo a España… antes España y después el partido y después la propia persona. Soy consciente que muchos me dirán que no están de acuerdo, ¡faltaría más!, sólo vierto en estas líneas mi pensamiento en voz alta. Otra cuestión que me deja ojiplático es el secretismo con el que se negocia todo. A mí, no me interesa el resultado que de una negociación se da a conocer; lo que me interesa es la parte que no se da a conocer, pero está negociada. Verán ustedes que soy un iluso y me faltan, dirán, muchos hervores.

 

Para acabar, pido: Respeten las urnas o directamente, no convoquen a votar y negocien directamente entre ustedes. Fuera caretas.