Opinión

PENSANDO EN VOZ ALTA REFLEXIONANDO SOBRE LA MUERTE

Paco Marín
Paco Marín
PENSANDO EN VOZ ALTA REFLEXIONANDO SOBRE LA MUERTE

PENSANDO EN VOZ ALTA

REFLEXIONANDO SOBRE LA MUERTE

Hoy 17 de marzo, a dos días del “Día del padre”, muchos de los que me acompañan en mis pensamientos se extrañaran de estas reflexiones. Reflexiones que, ni son filosóficas ni transcendentales, me voy haciendo de un tiempo a esta parte. No de hace poco tiempo, no, por diversas circunstancias desde ‘casi’ siempre me he cuestionado; no la muerte en si misma, sino lo que de ella se puede derivar. Intentaré explicarme.

Pensarán que por mi edad estoy en ese punto en el que me digo que, por una parte, la muerte es un misterio, y por otra, es un fenómeno familiar y cotidiano. ¿Misterio? no, yo digo que no, porque en definitiva es lo único cierto con lo que siempre caminamos. El momento no lo sabemos, más, siempre llega. Insisto; no sabemos cuando va a ocurrir, como va a suceder, cual será su causa, que ocurre después, pero llega un momento en que participamos en velatorios y entierros. Es una experiencia que compartimos con familiares, vecinos, amigos, conocidos…

Fíjense que siempre surgen, más o menos, estas preguntas: si la muerte es un proceso natural, ¿por qué siempre produce extrañeza?, ¿por qué siempre ocurre por sorpresa?, ¿por qué produce tanto sufrimiento? Muy a menudo, inconscientemente, pensamos que es algo que le ocurre a los demás… hasta que nos toca. Todos tenemos familiares que han atravesado esa frontera entre vida y muerte. ¡Todos! Pues bien, he de confesarles que lo que llevo un tiempo cuestionándome es lo siguiente: “Llegará un momento en el que nadie de mi familia esté vivo. Todos estaremos muertos. Todos. Vaya faena”. Por otra parte, me imagino, que esto no será así. Pues quedarán los descendientes de los descendientes… y alguno pensará en su antepasado y ahí quedará alguna huella. ¡Digo yo!

Lo cuestionado anteriormente es, creo, un miedo mental; pero podemos distinguir diversos miedos alrededor de la muerte: «miedo al después de la muerte, miedo a la muerte del otro y miedo al sufrimiento alrededor de la propia muerte». Todo dependerá, entre otros factores, de como hemos vivido y el significado que damos a la propia muerte.

La vida está impregnada de muerte y el afán de todo ser humano es retrasar lo más posible el momento del fatal, y cierto, desenlace. Pareciera como si toda persona, aún sabiendo que indudablemente tiene que morir, su objetivo último es demorar ese momento lo más posible. Es decir, aunque sabemos que vamos a morir, incluso de muerte natural, siempre llega demasiado pronto y se acompaña de sufrimiento: posiblemente propio, y el que se gestiona alrededor.

Misterio y miedo a la muerte son dos características necesarias para poder vivir la vida: el misterio nos sitúa en una situación de expectación sobre el día, el lugar y el cómo de la muerte y el miedo saludable hace que no nos aferremos a la vida como si fuera indefinida.

Sólo estas notas. Yo continúo reflexionando sobre la muerte.