Opinión

Pensando en voz alta: Tonteando con la política”

Paco Marín
Paco Marín
Pensando en voz alta: Tonteando con la política”

PENSANDO EN VOZ ALTA

TONTEANDO CON LA POLÍTICA

Hace unos días recibí la llamada de una persona, muy querida y valorada por mí, en la que me comunicaba que se retiraba de todo lo que tuviera que ver con la política. Las próximas elecciones municipales y autonómicas, como ya saben, son el 28 de mayo y los distintos grupos políticos tientan a personas con una cierta influencia en su entorno para formar parte de las listas electorales.

Me comentaba que había observado, en el poco tiempo que se había comprometido, cosas que no le gustaban, tanto aquí en Cartagena como en la capital, Murcia. Me alegré un montón y, automáticamente, entró a formar parte del grupo de aquellos que tenemos DNI, cómo único carnet, porque es obligatorio.

Esta comunicación telefónica tuvo la facultad de trasladarme muchos años atrás, ¡madre mía, que mayor soy!, y hacerme recordar vivencias políticas, aventuras con políticos y tonteo con algún partido de la época.

Hubo un momento en que, aquí en la trimilenaria, recibía invitación de todos y cada una de las formaciones políticas de la época. Analizaba la propuesta y la acababa rechazando. He de confesar que me sentía valorado por aquellos responsables de formar las listas electorales. Aunque, ahora que lo pienso fríamente, igual le faltaban nombres para completar las papeletas de votación y echaban mano del primero que pillaban y le doraban la píldora. Me sonrío al recordar que uno de aquellos cazadores me prometió entrar como miembro de la Asamblea Regional recién estrenada. ¿Me imaginan como asambleísta? ¡Uff!

En un momento concreto, dicho cazador, me invitó a tener una conversación, primero privada, con él, para explicarme los proyectos que, desde un partido a nivel nacional, tenían para Cartagena. Me habló, me habló y llegó medio a convencerme. He de señalar que, al día de hoy, sigue en activo en la región con responsabilidades políticas. Después de esta charla se celebró una comida con todos los componentes de dicho grupo y que formarían parte de las papeletas de votación. Mi nombre, al igual que el de los demás, se trasladó a la dirección nacional y, podríamos considerar, que ya estábamos fichados.

A los pocos días tuvimos una reunión regional en la capital autonómica, Murcia. Me acompañó mi esposa y allá fuimos con más curiosidad y expectativas que otra cosa. Era todo novedoso para nosotros. Con ilusión entramos donde se celebraba el acto político y con decepción, antes de que acabara aquel “disparate”, nos marchamos. Eso sí, preguntando donde era la comida de ‘hermandad’.

En el rato que estuvimos, nos mirábamos y no dábamos crédito a las palabras y razonamientos que oíamos. Me imagino que, entonces y hoy, hay que tener una epidermis especial para que nada te traspase y no te haga daño y un “algo” en el cerebro para ser y actuar en política. Visto lo visto estos días con motivo de la moción de censura en el Congreso de los Diputados más me convenzo de «la epidermis y del algo cerebral». Lo apuntado ya, nos marchamos y en la comida, mentalmente firmé mi renuncia, de lo cual se alegró mi cónyuge.

A los dos o tres días me llamó “mi fichador” para requerir mis impresiones y opiniones de los actos en la capital. Se las di y le dije que aquello, que la política en esa forma (y en la manera de hoy día) no me convencía. Mi idea era y es otra, señalada ya en alguna que otra columna. Y que me retiraba de mi labor de político, apenas duró un mes, y que se lo iba a comunicar a la dirección nacional. Comunicación que hice a través de un telegrama, no se habían inventado aún los medios actuales de comunicación, en el que, entre otras cosas, decía «Para revolcarme en la mierda me basto yo solo».